Argentina: La diversión electoral acude en ayuda de un capitalismo en bancarrota económica

(«El proletario»; N° 19; Enero de 2020 )

Volver sumarios

 

 

En Argentina, la crisis económica se ha agravado en el curso del último periodo: a un ritmo anual, el PIB (producto interior bruto) se reduce en un 6% en el primer trimestre (últimas cifras conocidas), al mismo ritmo que el trimestre precedente, y todo indica, comenzando por la baja de la producción industrial que se acentuó en junio y julio, que, en ese sentido, la situación se acentuó; todo esto a pesar de las medidas tomadas por el gobierno Macri (simbólicamente marcadas con la salida del ministro de economía) la inflación continúa en ascenso, no obstante que las tasas de interés a corto plazo decididas por el Banco Central sean de un 75%, las más altas del mundo. Al contrario, la derrota gubernamental en las elecciones primarias provocaba un crac en la Bolsa (-38% el lunes 12 de agosto) y una caída de la moneda nacional, el peso (-19% con respecto al dólar); esto va a reactivar todavía más la inflación que ya alcanzó un 54,5% a ritmo anual. Para frenar la fuga de capitales que habían sido atraídos por la política liberal del gobierno, este último reinstalaba los controles de cambio que había suprimido al comienzo de su función. El año pasado, el FMI le hace un préstamo al gobierno Macri por 57 billones de dólares (el más importante que el Fondo haya acordado nunca antes). Pero, en el mes de agosto, corto de dinero, se vio obligado a pedir al FMI una reestructuración de la deuda que ya no podía reembolsar: Argentina se encontraba virtualmente en suspensión de pagos. Desde el comienzo de su mandato en 2016, Macri ha llevado a cabo una política de austeridad, anti-social, además de multiplicar las medidas a favor de sectores de la clase dominante, tales como la supresión de las tasas a la exportación para favorecer el agro-business (sector clave de la economía argentina que, por esta razón, había entrado en conflicto con el gobierno peronista de Cristina de Kirchner) y el sector financiero. La justificación de tales medidas era que las mismas iban a reactivar el crecimiento, el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de las amplias masas proletarias que estas provocaban era presentado como un precio provisorio a pagar. En realidad, se trataba simplemente de satisfacer a los capitalistas que no soportaban más las tasas del gobierno peronista pero, en lugar de crecimiento, es la crisis lo que ha llegado. Actualmente en la prensa internacional se pueden leer numerosos comentarios que acusan al FMI de no haber exigido medidas de austeridad más fuertes, con el fin de incrementar las ganancias y «sanear» las finanzas como contrapartida a su préstamo.Pero tanto la burguesía argentina, como los expertos del FMI, temen que medidas demasiado drásticas conlleven una explosión social que podría escapar a todo control. Todos recuerdan la crisis económica de 2001 que generó violentas revueltas provocando la muerte de más de treinta personas. Felizmente para la clase dominante, la diversión electoral ya ha sido proclamada con las elecciones generales de octubre. Según los resultados de las PASO (1), Macri al parecer cederá su puesto al candidato peronista Fernández. Para tener las manos libres, este último (que tiene como vicepresidente a la antigua presidente Cristina de Kirchner) mantiene la más grande vaguedad en torno a su programa: es claro que quien tome las riendas del poder, llevará a cabo una política anti-obrera y de una austeridad más aguda, pero que el capitalismo argentino requiere. Mientras tanto, el circo electoral habrá permitido durante varios meses a los partidos y sindicatos colaboracionistas desviar a los proletarios del único medio que tienen para defenderse: la lucha abierta.

 

EL TROTSKISMO EN CAMPAÑA: NACIONALISMO Y REFORMISMO EN EL PROGRAMA

 

Cuatro partidos trotskistas argentinos decidieron lanzar un nuevo cártel electoral para los comicios de octubre de 2019. Está compuesto por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FIT-U), reagrupa a los partidos del antiguo FIT – Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Partido Obrero (PO), Izquierda Socialista (IS) – y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). El nuevo Frente publicó un programa que puede resumirse en dos palabras: nacionalismo y reformismo.El primer punto del programa, el que le da su carácter primordial, es la «ruptura con el FMI», acompañado del «No pago de la deuda. Dinero para los salarios, trabajo, salud, educación y vivienda, no para el Fondo Monetario». ¡Ni una palabra contra el capital nacional!Es cierto que el FMI, una agencia burguesa internacional que presta capitales a bajo precio a cambio de medidas de austeridad, desangra a los proletarios. Pero esto no exonera en nada a la burguesía argentina. Los explotadores argentinos son tan rapaces como los explotadores extranjeros. Los proletarios no ganan nada escogiendo a los burgueses de Buenos Aires, o a los de Washington, sede del FMI. Ni con unos, ni con otros, lograrán solucionar su situación. Los trotskistas del FIT-U olvidan totalmente que el capitalismo obedece a leyes inmutables e impersonales y que sus exigencias actuales para intensificar la explotación del proletariado no son por culpa del FMI, sino más bien del sistema en sí. Pero es tradicional en la pequeña burguesía buscar siempre al culpable en algún monstruoso marionetista, siempre halando los hilos de los personajes de la historia sin nunca mostrarse al público. No es tarea de la clase obrera reformar al Estado nacional burgués para enfrentarlo al imperialismo. No hallará su camino de clase, sino cuando cese de determinarse siempre con respecto a las alternativas burguesas y cuando ejerza su fuerza por objetivos que le son suyos. Contra los ataques repetidos del capitalismo, nacional o internacional, ella no puede buscar su defensa más que en sus luchas.El nacionalismo del FIT-U  se evidencia también cuando repiten el eslogan chovinista «Los ingleses y la OTAN, fuera de las islas Malvinas». Esta reivindicación es puramente anti proletaria: ella no busca poner fin a la opresión nacional (no hay argentinos en esa isla), sino crear una unión nacional detrás de la burguesía. Tal como escribíamos luego de la Guerra de las Malvinas (2) : «Argentina no defiende en las Malvinas ni siquiera una reivindicación irredentista, pues la poblaciôn de las islas  nunca fue argentina. La razon del golpe de fuerza no reside tanto en las ganancias que la burguesia argentina podría extraer de la eventual explotaciôn de sus riquezas naturales,como en la necesidad de volver a soldar la union sagrada de la burguesia y de sus partidos politicos en torno al gobierno, unión que se ha ido resquebrajando con la agudizaciôn de la crisis económica, la más grave que el país ha conocido {lo que explica ademas el porqué del momento del desembarco, mientras que la reivindicaci6n de las islas dura ... desde siempre). Se trata de una maniobra para consolidar el poder militar, una maniobra esencialmente antiproletaria». La tarea de la clase obrera no es tomar partido por uno u otro bandido que se reparten el trabajo de los proletarios de cuyos frutos no obtendrán sino un miserable salario. La clase obrera tiene otra forma de arreglar los problemas de «Soberanía», cual es luchar contra todas las burguesías, por una sociedad que considerará todas las riquezas naturales y sociales como el bien común de toda la humanidad.

 

ESTE PROGRAMA ES TAN NACIONALISTA COMO REFORMISTA

 

 A nivel político, reclama «un gobierno de los trabajadores y del pueblo impuesto por la movilización de los explotados y oprimidos». Dicho gobierno estaría basado en «una Asamblea Constituyente libre y soberana, que discuta y ejecute las medidas urgentes necesarias para responder a las necesidades urgentes de la población activa, promoviendo una transformación del país sobre nuevas bases sociales». Por lo tanto, no es ni la dictadura del proletariado, ni la revolución. El «gobierno de los trabajadores» permanece en el cuadro de las instituciones burguesas y la «inmovilización» termina en ir a votar para elegir a los diputados. Las «nuevas bases sociales» son términos bastante confusos que  sirven para ocultar una letanía de reformas sociales de las que su programa no se priva (salud, vivienda...) bajo el nombre de un «plan económico obrero y popular discutido y gestionado por los mismos trabajadores». En el centro de este plan, a nivel económico, se encuentra la estatización de numerosos sectores de la economía: los bancos, el comercio exterior, toda empresa que cierre, todas las empresas privadas bajo el control, administración y gestión de los trabajadores y usuarios», las empresas del sector minero y energético. Va acompañado con reformas fiscales, «impuestos extraordinarios sobre los grandes capitalistas» y por «impuestos progresivos sobre las viviendas desocupadas pertenecientes a los especuladores inmobiliarios», al mismo tiempo prometen «encargarse de los pequeños ahorristas, y ofrecer créditos con bajos intereses». Ninguna reforma puede mejorar la explotación capitalista. Los proletarios no tienen por qué ejercer control alguno sobre su servidumbre. Está hecho a la imagen de los sectores pequeño-burgueses y burgueses amenazados por la crisis capitalista y víctimas de la competencia que le hacen las grandes empresas y el capital foráneo. ¡Reformismo y nacionalismo van juntos! La contribución de los trotskistas argentinos a la mistificación electoral no es anecdótica. Difunde en las filas obreras sus caprichos nacional-reformistas y refuerza la creencia en la mentira democrática de un Estado por encima de las clases que el proletariado debería poner a su servicio. En lugar de participar en elecciones, la única solución para los proletarios es la de prepararse a entrar en lucha por sus verdaderos intereses de clase, contra la explotación capitalista – nacional o extranjera –, y contra la burguesía y su Estado.

 

¡Abajo el Estado burgués!

¡Abajo el capitalismo, nacional e internacional!

¡No al nacionalismo, no a las ilusiones reformistas!

¡Viva la revolución comunista mundial!

 

17 de Septiembre de 2019

 


 

(1) En las primarias (PASO: Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) el 11 de agosto, el candidato peronista obtuvo un 48% de los sufragios expresados, contra solo un 32% para Macri. Otro candidato burgués recogió 8% de los sufragios y la alianza trotskista 2,83%.

(2) « ï Ni un solo hombre por las Malvinas!», El Comunista, n° 54, mayo de 1982

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

Volver sumarios

Top