¡Es la abstención lo que mejor prepara al proletariado para los inevitables enfrentamientos de clase!

(Suplemento N° 4 de «El programa comunista» N° 46 ; Noviembre de 2006)

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Para miembros del gobierno de Chávez, la abstención potencial actual va de la mano con los intentos de desestabilizar el país para justificar la ausencia de la oposición en los comicios electorales. Estas amalgamas bien malintencionadas no son nuevas ni originales, pues, es el chantaje y la coartada clásicos para volver a atar el proletariado al carro de la burguesía y del capitalismo. Los reformistas querrían que nuestra abstención convalide la abstención del golpismo, a sabienda que las razones de los golpistas son diametralmente opuestas y no coinciden más que en la forma con las nuestras.

En primer lugar porque, para nuestra corriente, la praxis revolucionaria presupone una lucha interna y externa contra la democracia y contra los procedimientos del parlamentarismo, que no obedece a un jefe, por muy inteligente que este sea, sino a un programa histórico y científico hecho de materiales de siglos de lecciones y experiencias de luchas contra la esclavitud, servitud y explotación del género humano.

Nuestro partido históricamente se ha distinguido, desde sus comienzos, por una línea abstencionista en los países occidentales maduros para la revolución que, a pesar de todas las calumnias estalinistas, se complementaba dialécticamente con la línea táctica de los bolcheviques de “parlamentarismo revolucionario”, en la Rusia atrasada de 1917, que para Lenin se traducía en utilizar su “tribuna” para destruir el parlamentarismo desde adentro.

 

Necesidad de la organización de clase del proletariado

 

Las páginas de la historia del movimiento proletario están llenas de acontecimientos trágicos, que han dejado una experiencia que no deberemos olvidar jamás. Nuestra corriente ha sido testigo y heredero del fracaso de la insurrección del proletariado en Alemania en 1919, luego más tarde de la masacre de proletarios de Shangai, en 1927, y las masacres más contemporáneas que no dejaban dudas sobre esta táctica electoral que no se adaptaba más a los países de vieja democracia en Europa. Y si este es un hecho consolidado en nuestra teoría, en el transcurrir del tiempo, con las sucesivas tragedias y masacres aportadas por el electoralismo y el democratismo, los hechos nos lo confirman de manera definitiva: no hay vías pacíficas al socialismo o vías originales de cada país... o socialismo en uno sólo de ellos.

El proletariado es una clase explotada –e internacional– no-propietaria, que sólo se vale de su energía física y nerviosa para vivir, que no posee instrumentos de trabajo o algún capital que multiplicar. Es una clase aparte y distinta de las otras clases, y cuando asume la conciencia de este hecho se organiza en partido, el partido proletario, el partido comunista.

 

Democracia y Parlamento han vencido y con ellos vence la burguesía

 

En el campo político, la dificultad principal de este partido estriba en que la burguesía busca por todos los medios de mantener su actividad en el ámbito de la democracia representativa (incluyendo la “participativa” de Chávez), en el terreno intermedista de la colaboración con las clases explotadoras: a partir de aquí, ya las clases dominantes burguesas y sus representantes han vencido preventivamente a este partido sometiéndolo a las reglas del juego democrático donde desaparece la distinción y la realidad histórica de la lucha entre las clases.

Vence también porque este partido, ya ubicado en el campo de la democracia, se transforma en vehículo del reforzamiento de las instituciones burguesas y su influencia ideológica y práctica en el seno del proletariado, a lo cual ya ha sido habituado; en vez de luchar por sus intereses de clase, luchar a favor de los intereses “generales” de la sociedad burguesa que no son otros que los intereses generales de la clase dominante burguesa. Y vence porque además de intoxicar al proletariado de democratismo, legalismo, pacifismo, colaboracionismo entre las clases, aun cuando en algunos momentos  el proletariado hace estallar su rabia social, se encuentra casi siempre sin fuerzas, sin orientación y sin guía. Este es el plano preventivo, establecido hoy en todas partes. Pero la burguesía dominante no se fía de su propio y democrático método de dominio y sometimiento sobre la real fuerza y el verdadero sujeto histórico que lo abatirá mañana. Ella siempre tiene lista y bien aceitada la solución militar, reaccionaria y fascista. Si el proletariado osa alzar demasiado la cabeza, amenazando con su lucha anti-democrática y anti-capitalista el poder burgués, la clase dominante hasta entonces “democrática” cede el paso al poder reaccionario.

Los ejemplos históricos de esta ley inexorable, se encuentran demasiado presentes en Venezuela para poder negarla.

La clase dominante burguesa mundial a través de la historia ha coronado sus victorias de clase, sobre un cementerio de cadáveres de proletarios masacrados, luego de los diversos intentos insurreccionales de éste, y de paso reforzando y aumentando su dominio y control sobre la sociedad de asalariados, y lo ha logrado no porque sea “invencible”, sino gracias a la debilidad teórica y programática de todas aquellas fuerzas políticas –los jóvenes partidos comunistas de Occidente– que pudiesen haber realizado la revolución proletaria, ilusionadas en la praxis y los principios democráticos, y por esta misma razón incapaces de guiar en el período insurreccional al proletariado que sacudió a toda la Europa de los años 20.

En el campo histórico de las luchas de clases, esta burguesía que hasta hoy ha logrado vencer y, con la finalidad de justificar y garantizar el status quo de explotación y servitud capitalistas, también ha logrado imponer su ideología. Ha impuesto la ideología democrática que, en su praxis y principios, subliman la espiritualidad del engaño burgués.

 La visión burguesa de la realidad, según la cual todo individuo tiene “conciencia” de sí mismo y del mundo que lo rodea, por lo tanto, tiene el “derecho a elegir” el tipo de vida, ideas, actividades, de gobierno, de partido que más le plazcan o convengan, o el “derecho a no elegir” y dejarse arrastrar por las situaciones o por otros individuos, es una visión que falsea la realidad material e histórica de los hechos y las relaciones sociales, excluyendo que la sociedad humana sea el resultado de la actividad social de grupos humanos que luchan entre sí, de fuerzas sociales que desarrollan con su actividad formas económicas determinadas y formas sociales determinadas, dando vida no a individuos particularmente dotados de cerebro e intuiciones geniales, sino a fuerzas sociales, a clases, cuya dinámica histórica determina el desarrollo del pensamiento, de la ciencia y del conocimiento.

Así, la ideología democrática participa en la tarea de hacer un embrollo inextricable o anti-materialista la realidad física, material de las relaciones entre los hombres, tanto en el campo social y económico como en el campo afectivo y personal. Así, la democracia que representaba la revolución moderna en 1789 con respecto a la sociedad pre-capitalista, se ha transformado hoy en su representación conservadora y reaccionaria.

Si para la estructura económica el capitalismo es el límite del capitalismo mismo, para la superestructura política, e ideológica, la democracia burguesa es el límite del poder político e ideológico de la misma clase burguesa que es empujada a reaccionar a su propia modernidad, a su constante aspiración a mayor libertad individual, rompiendo y destruyendo en los hechos toda libertad individual, todo derecho individual, toda pretendida “conciencia individual”, sometiendo toda molécula-individuo a las impersonales leyes de la dinámica social presentes en la historia .

 Son, pues, las leyes del propio modo de producción capitalista –y, por lo tanto, de las fuerzas antagónicas en su seno– quienes lo empujan hacia su propia negación-destrucción. La democracia burguesa, bien sea liberal, parlamentaria, constitucional o popular, es el producto específico del desarrollo político de la sociedad burguesa en el pasaje histórico de su fase revolucionaria a su fase reformista y reaccionaria; nacida con la clase burguesa y funcional al poder político de la clase burguesa, caerá y desaparecerá con la caída y derrota de la clase burguesa.

La propia historia de la revolución proletaria, y sobre todo la de sus derrotas, demuestra que la democracia burguesa representa el peligro más insidioso y destructor que el proletariado haya encontrado en su camino revolucionario.

 

La esencia de la leyenda democrática

 

Ahora vayamos al corazón de los hechos: la esencia del embuste democrático consiste en afirmar que las clases sociales no existen, que estas clases no están en lucha, sino que sólo existen individuos libres e iguales en derecho: ¡el voto del más miserable de los proletarios tiene el mismo peso que el voto de Cisneros!; los dos individuos tienen potencialmente el mismo poder político, esto según la democracia.

En realidad detrás de esta igualdad ficticia, existe una minoría todopoderosa de individuos dueños de todas las riquezas; así, “la más democrática de todas las repúblicas, dice Lenin, no deja de ser la dictadura de la clase capitalista dominante”, dictadura que se aplica por medio del Estado.  O, como decía el marxista francés Lafargue: “el parlamentarismo es la forma gubernamental que recubre la dictadura social de la clase capitalista” y que domina a toda la sociedad.

 Gracias a los reformistas, los burgueses propagan constantemente dentro del proletariado las mentiras democráticas y electorales, y con esto logran evitar que los proletarios ataquen directa y realmente a su dictadura, combatan realmente su poder.

 

Parlamentarismo, circo electoral, abstención ayer y hoy, en Venezuela

 

Desde 1958, en Venezuela, el hilo democrático ha sido roto brevemente dos veces (1) a parte de eso, una decena de elecciones presidenciales hemos visto transcurrir, y una decena de períodos constitucionales hemos visto pasar. Conocemos así las instituciones, los debates, las opiniones, los derechos, los partidos, las leyes y todo cuanto nos han hecho tragar; y, si bien el mismo Chávez y el movimiento militar que desató aquella breve insurrección en 1992, estuvieron un tiempo renuentes a volver al cauce democrático, hoy, por indudable falta de claridad y orientación revolucionarias, cosas que están fuera de su alcance y perspectiva, han sido absorbidos por la maquinaria de la Democracia que es capaz de tragar y asimilarlo todo, incluso los fenómenos más contrastantes o anticapitalistas en el orden burgués, si no existe el partido de clase que pueda potenciarlos y orientarlos. Si Chávez alguna vez pensó, y así muchos de sus seguidores de la primera época lo afirman, en utilizar el parlamento burgués como “tribuna” para destruirlo, en realidad es el orden democrático y parlamentario quien lo ha utilizado (y lo seguirá utilizando hasta que ya no sirva) a favor del sistema capitalista, a favor de los burgueses. Si se trataba de alguna “línea táctica revolucionaria”, esta no resistiría la cuestión que se le planteaba en su época a Lenin y Trotsky: “Cómo destruir el parlamento: ¿desde adentro o desde afuera?” ¡Y no de cómo mantener  y preservarlo!

 

¿Qué Hacer?

 

¡Camaradas!

La tarea elemental de los proletarios de vanguardia es combatir sin descanso estas mentiras, estos cuentos; de disipar estas ilusiones entre sus hermanos de clase más atrasados, que la única forma de defenderse contra los burgueses es desarrollando la lucha directa, de clase, contra los capitalistas y su Estado ¡en lugar de reforzarlas participando en la mascarada electoral! Estos elementos de vanguardia pueden verse confrontados por los chavistas, lo que se puede aprovechar para pedirles una mayor explicación del socialismo siglo XXI, además de plantear a estos las luchas en los barrios, en las fábricas, en las haciendas agrícolas, en las cooperativas, a los obreros del petróleo en Pdvsa o a los trabajadores del hierro en Alcasar.

 

¡Proletarios!

La campaña de propaganda electoral venezolana arrecia en la medida en que se aproxima el día «4-D».

La misma intensidad en el empeño puesto en la acción de intoxicar a las masas con la creencia en Chávez como salvador, o Rosales como su alternativa, demuestran la eficacia del engaño de creer que los problemas de trabajo y condiciones de vida de las grandes masas explotadas pueden resolverlos la democracia burguesa, miden al mismo tiempo el tamaño del engaño, proporcionalmente a la desilusión final...  Los proletarios deberán confiar en sus propios recursos y en su unidad y prepararse lo mejor que puedan para defenderse de los ataques de la burguesía y el capitalismo, y entre ellas está la de batirse contra el engaño y la cortina de humo que representan los comicios y contiendas democráticas ¡no yendo a votar!

 

¡Camaradas!

En sus llamados reaccionarios y en su acción contrarrevolucionaria y golpista, la burguesía se coloca al mismo tiempo en el único terreno donde también la revolución puede aparecer y vencer, en el terreno no ilusorio del enfrentamiento abierto, clase contra clase. Es también por ello por lo que los proletarios deben romper con la democracia y  con el parlamentarismo burgués, y así poder analizar mejor el panorama. La confusión puede devenir tragedia y materializarse en planes bien siniestros. Tienen que recordar lo que realmente sucedió en Chile con la UP hace treinta años, antes y durante el golpe sangriento.

 

¡Camaradas!

Hay que romper de una vez por todas con el opio electoral, romper con el terreno empantanado de compromisos y alianzas que sólo debilitan, desorientan, desmovilizan, desalientan a los proletarios que todavía siguen ilusionados en que ya todo está conquistado. El chavismo pretende enderezar la democracia decretando una confusa “democracia participativa y protagónica” que en los hechos se ha convertido en la misma democracia representativa + una burocracia y corrupción gigantescas, al mismo tiempo que en el campo económico revitalizan desde abajo al capitalismo, tratando de hacer pasar por medidas “socialistas” la cogestión obrera y toda la red de cooperativas de producción artesanal o semi-artesanal (2) que el gobierno ha promovido incesante y masivamente.

¡Camaradas!

En cualquier parte del mundo, la Democracia desalienta y estrangula el espíritu de lucha de los explotados y oprimidos. La misma burguesía ha dado el mejor ejemplo de no creer en su propio discurso, lanzando el golpe en Abril de 2002; ya desde la misma tarde del regreso de Chávez al gobierno, se pertrechan para volverlo a lanzar -y esta vez sin fallas- porque en el fondo no piensan construir ilusiones sobre una posible recuperación del sistema partidista democrático burgués (este se hizo añicos desde el histórico Caracazo). Paradógicamente es sólo el chavismo, – como ayer lo fue la UP en Chile– quien empuja a las masas proletarias hacia estas quimeras ya derrotadas e impotentes, las desmoviliza o las desvía hacia reivindicaciones o preocupaciones de segundo orden, o completamente inexistentes; en cambio, los verdaderos revolucionarios no pueden seguir creyendo y hablando de una improbable invasión americana, mientras que ¡el enemigo está en el propio barrio, en el propio país! Sin ir muy lejos, en el campo reivindicativo y de luchas inmediatas: ayer como hoy el boom petrolero ha permitido a la burguesía darse el placer de arrojar ciertas migajas al proletariado, migajas que, sin embargo, el viento de la inflación se ha llevado y se llevará rápidamente.

Desde el “Caracazo” y aún más recientemente, después del golpe fallido, han nacido decenas de organizaciones “culturales” o de lucha, pero estas han sido sistemáticamente usurpadas o paralizadas por el chavismo. Lo que trae por consiguiente una colaboración y aceptación de las políticas reformistas de Chávez que no van ni irán más lejos que las implementadas durante el primer mandato del presidente Pérez, época que coincidió con el primer boom petrolero a comienzos de los años 1970 del siglo pasado. En ambos períodos la burguesía ha podido apreciar la baja de movilizaciones de los trabajadores, y el clientelismo haciendo estrago en los barrios más miserables y pobres de Venezuela. En ello hay una gran diferencia con respecto al gobierno de Allende: mientras Chávez goza actualmente de unos precios vertiginosos del petróleo, ¡Allende asistía impotente a la caída internacional de los precios del cobre!.

El programa político de Chávez, es el programa político del capitalismo venezolano, bajo la cara de otros personajes. Consciente o no, Chávez es hoy el personaje más coherente y el que va más acorde con los intereses y estrategia de la burguesía, con los intereses y estrategias de las grandes y pequeñas corporaciones nacionales e internacionales. Sin embargo esto no impide, como ya lo hemos explicado, que muchos burgueses busquen volver a desalojarlo del Poder.

 

Triunfo de la abstención de Diciembre 2005

 

El 4 de Diciembre de 2005, ocurrió lo impredecible para Chávez, a pesar del retiro de todos los candidatos opositores y pese a los esfuerzos de Chávez, el triunfo de la abstención del pasado año, en las elecciones parlamentarias para elegir los diputados a la Asamblea Nacional  descansó prácticamente en la desconfianza por los diputados chavistas en la asamblea nacional, cuya naturaleza y resultados son la mejor prueba que el parlamento burgués no puede ser otra cosa que el “comité administrativo de los intereses de la burguesía”. El marxismo no busca demostrar que las elecciones son trucadas técnicamente, o que se deba protestar contra un posible fraude, sino que la misma contienda y prueba electoral es un fraude en sí; ¡un fraude antes del fraude! El mismo auge que ha cobrado en los últimos tiempos el pedido de contar “uno por uno” cada voto, determina de por sí, no sólo que haya fraude o no, sino que ya las elecciones antes de efectuarse resultarían un fraude, una estafa a los trabajadores.

Las cifras de Diciembre de 2005, arrojadas casi confidencialmente, probaban que había un vasto descontento dentro de las propias filas del chavismo, ¡donde de 6 chavistas, sólo votaron 2! dando como resultado que la abstención alcanzara la descomunal cifra de más de 70%... Pero para los mismos observadores locales e internacionales ¡la misma no favoreció en nada a la oposición! Incluso, otro ex-guerrillero, Teodoro Petkoff, crítico de Chávez, preguntaba: “¿Abstenerse para qué?  Una abstención elevada vinculada a una decisión individual sólo mostrará a una oposición desconcertada y sin estrategia. Con ella pierde la oposición, no el gobierno”.

 

Hoy

 

En todos los casi 5 decenios que van de democracia venezolana, de parlamentos, de elecciones y luchas presidenciales no se ha visto que las mismas hayan hecho desaparecer significatívamente la miseria enraizada en las amplias masas del proletariado venezolano. Ellas insisten en que “no se le ve el queso a la tostada”. Los números son perniciosos: a pesar de una ligera baja del desempleo, de pronto hay una inflación que se come el empleo, el consumo y los salarios. El discurso chavista en general busca esconder esta realidad, o bien culpando las administraciones anteriores, o bien anunciando el peligro inmediato de una invasión militar estadounidense, o bien haciendo ver que “a Chávez no le están diciendo la verdad”, suerte de auto-consolación de sus seguidores para no perder las esperanzas.  Entre tanto, ante las ingentes entradas de divisas, la capacidad de este gobierno por apagar las crisis, congelar los conflictos sociales, se acrecientan pero sólo en base a un precio sostenido del barril de petróleo, es decir, sin ninguna garantía que las famosas “misiones” paliativas continúen. Es bajo esta condiciones que se da el gran circo electoral.

 Aquí y ahora, la tarea elemental de los proletarios de vanguardia es de combatir sin descansar estas mentiras, de disipar estas ilusiones reformistas y caritativas que paralizan las posibilidades de acción directa e independiente del proletariado, en lugar de reforzarlas participando en la mascarada electoral.

Pues bien ¡si así de grande es la convicción o el fanatismo por Chávez, que expresan sus partidarios, así de grande es el engaño y así de grande será el mazazo final!

 


 

(1)  Desde 1958, los dos momentos excepcionales sin duda han sido la intentona urdida por Chávez, que interrumpió este hilo durante varias horas de la madrugada del 4 de Febrero de 1992, y el golpe contra él, donde sus “compañeros” lo mantuvieron cautivo durante 47 horas, hasta el  13 de Abril de 2002. Y de esta ruptura del Orden, explicada en el anterior artículo “El golpe fallido en Venezuela...”, a pesar de todas las apariencias, no estallaron como rayo en cielo sereno sino que obedecían a las mismas necesidades del orden capitalista que se desentiende –en nombre de la defensa suprema de sus intereses–, como ya lo hemos explicado, de las formas pacíficas y legales y adopta, cuando el esquema político puesto en plaza no es funcional a sus intereses, la cara siniestra de la reacción y el puño de hierro del fascismo.

(2) Verdadero mito que hoy en día no delata sino una sobre-explotación del trabajo asalariado. En estas cooperativas sus integrantes son “socios” por lo tanto no pueden organizarse en sindicatos, aún cuando muy frecuentemente lo que perciben no llega al salario mínimo nacional. Y lo que fabrican o hacen no tiene el valor competitivo frente a otros concurrentes nacionales o extranjeros, dotados generalmente de una tecnología superior, obligándolos a autoexplotarse aún más: “¡no hay peor patrón que uno mismo!”, decía Engels con respecto a las cooperativas que, siendo en un principio un potente motor de las primeras ideas socialistas de Marx, con el tiempo se convirtieron en utopías reaccionarias.

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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