La austeridad impuesta a los trabajadores griegos debe ser una advertencia para los proletarios de otros países

( Suplemento N° 11 de «El programa comunista» N° 48 ; Septiembre de 2010 )

 

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La revelación del gobierno griego del estado real (o de un estado un poco más cercano a la realidad) de sus finanzas ha desencadenado una ola especulativa desde el fin del año pasado. Buen numero de investigadores están empezando a dudar de la posibilidad de que el estado griego pueda financiar su deuda, ciertas organizaciones financieras han comenzado a especular sobre la salida del país de la zona euro y sobre el estallido de este. La especulación se ha recrudecido en las últimas semanas, después de que los grandes Estados europeos hayan sido incapaces de acordar una ayuda financiera al país, a pesar de su débil peso económico[1].

Las informaciones según las cuales el Estado griego habría recurrido a los grandes bancos americanos (Goldamn Sachs y JP Morgan) para maquillar la realidad de su situación financiera con el fin de poder entrar en la zona euro, no han hecho más que empeorar la situación. Alemania en particular se ha mostrado públicamente intransigente en su oposición a una ayuda comunitaria.

Pero los actores financieros internacionales deducen que los problemas griegos puedan llegar a empeorar todavía más, como parece, o que los grandes Estados mismos están en una situación demasiado precaria para ayudar a su socio heleno…

La situación ha cambiado en estos días y parece que los tímidos dispositivos de ayuda financiera a Grecia han sido colocados en su sitio; estos mismos deben permitir llevar los capitales allí donde hacen falta inmediatamente – aquellos que producen un beneficio más elevado. Dos factores explican este cambio de actitud de los Estados capitalistas europeos más poderosos: la creencia de que el impago de la deuda griega pone en peligro la propia existencia de la zona euro con el consiguiente desgaste para su defensa frente a la concurrencia internacional; y, factor sin duda más imperioso, la presión de los bancos alemanes y franceses que poseen importantes intereses en Grecia (parece, principalmente, que la “exposición” de los bancos alemanes al riesgo griego sea aún más importante de lo que dejan ver las cifras oficiales).

Las teorías van a buen ritmo, en Francia en particular, sobre el rol del “capitalismo anglosajón” en los ataques especulativos contra Grecia y el euro; el órgano de las finanzas neoyorquinas, el Wall Street Journal, reveló en un artículo que ha levantado mucha polvareda, que un cierto número de Hedge Funds se han asociado para especular contra el euro. Sin embargo, después de Grecia, está la libra inglesa que sería la siguiente presa de la especulación; las finanzas británicas se encuentran en un estado que puede ser peor todavía que el de las griegas, aunque es el país europeo que más ha aguantado la crisis. Por otro lado, la baja del euro en relación con las otras monedas internacionales que ha conllevado el caso griego, ha permitido parar un alza que parecía irresistible; si esta baja se mantiene ciertos meses, constituirá un más que apreciable balón de oxígeno para las exportaciones de la zona euro, convirtiendo las mercancías allí fabricadas en mejores que las mercancías americanas, chinas, japonesas u otras.

En realidad, la posibilidad de ganancias más importantes, entrevista por los establecimientos financieros que fueron atacados por la crisis económica, cuenta con la ventaja en este estadio de los grandes cálculos estratégicos; esto significa, por ejemplo, que los Estados Unidos no estarán descontentos si los europeos fueran obligados a pedir ayudar al FMI (institución neoyorquina) para recuperar el orden en su propia casa…

Sea lo que sea, por el precio de su “ayuda”, los capitalistas europeos han “impuesto” a los capitalistas griegos, que ellos decreten, una cura de austeridad sin precedentes en ese país. El déficit público que era el 12’7 % del PIB en 2009 deberá reducirse a un 2’8% en 3 años. Una disminución tan brutal, equivalente a una grave crisis económica, no puede ser obtenida sino con medidas drásticas, y son los trabajadores el blanco de los capitalistas griegos y europeos. Las medidas anunciadas por el gobierno de Papandreu, y que han sido saludadas por los dirigentes europeos y por el FMI, comprenden la disminución del 60% de la paga 14 y del 30’5 % de la 13ª paga de los funcionarios (lo que se traduce en una bajada de salario del 6’5 % en la Función Pública), la congelación de las jubilaciones, la disminución de las diversas municipalidades, el alza de los precios de la gasolina, de la electricidad, etc., el recorte severo en las prestaciones sociales, las empresas privadas deberán alinearse con las medidas de baja de salarios decididas por el Estado. El gobierno debe anunciar que hará sin dudas la guerra al fraude fiscal, pero al mismo tiempo, amablemente, dejará libre la huida de los capitales de los burgueses a Chipre y a otros paraísos fiscales…

Los burgueses europeos se inquietan solamente por una cosa: ¿el gobierno “socialista” griego será capaz de evitar las explosiones sociales, como asegura Papandreu? La respuesta a esta cuestión interesa a todos los países, que deberán acudir a estas mismas medidas de austeridad para restablecer las finanzas públicas; de hecho, ya han comenzado a poner manos a la obra, no sólo aquellos países más tocados en su economía, como Islandia, Irlanda, Portugal o España, sino la misma opulenta Alemania donde el salario medio ha bajado en 2009 por primera ver desde 1949.

Por todas partes, los dirigentes burgueses, atentos a las novedades del frente social que vienen de Grecia, preparan medidas suplementarias, parecidas a aquellas que ya se están poniendo en marcha desde Atenas. Los proletarios griegos están en primera línea, pero en definitiva todos los proletarios europeos deben darse por aludidos, en nombre de la defensa del euro y del restablecimiento de las finanzas públicas.

Los ataques capitalistas se multiplicarán inevitablemente y se agravarán, en Grecia y en todas partes. Estos ataques ponen ya objetivamente, ante los proletarios de Grecia y del resto del mundo, el problema del retorno a la lucha de clases, de la reconstitución de las organizaciones económicas de clase y de la constitución del órgano necesario para llevar a cabo esta lucha y dirigirla hacia la destrucción del capitalismo: el partido comunista internacionalista e internacional.

 

Marzo de 2010

 


 

[1] La economía griega no representa más que un 2/3 % del PIB de la Unión Europea. Es un país de 11 millones de habitantes. Los dos pilares de la actividad económica son el turismo y el transporte marítimo; la industria está allí presente, pero sin llegar al nivel de desarrollo de los grandes países europeos. Las inversiones exteriores de los capitalistas griegos se dan sobretodo en los Balcanes y en los países de la Europa del Este. Sus principales socios económicos son Alemania e Italia, además de Bulgaria y Rumania para las exportaciones, y Rusia para las importaciones. Se estima que alrededor del 20% de los trabajadores son inmigrantes, que ocupan los empleos peor pagados.

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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