Violencia social en Venezuela: Terrorismo de estado

( Suplemento Venezuela N° 12 de «El programa comunista» N° 48 ; Septiembre de 2010 )

 

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No hay duda que uno de los problemas que más golpea al proletariado venezolano y colombiano en Venezuela (1) es la violencia social, confirmado por estadísticas, censos de opinión, etc. y aunado además a la común escandalización burguesa. Esta violencia deja como saldo una gran cantidad de muertos, y cada semana elige - sobre todo entre los proletarios - quiénes deben ser eliminados. Un fin de semana deja un saldo promedio demasiado importante de muertos como para que este problema no se vuelva la mayor preocupación de la sociedad entera pero principalmente de los proletarios; y es tanta la cantidad de muertos que no presagian sino una cantidad mayor en el futuro.

Ejemplo fue el mes de octubre de 2009, cuando hubo casi 600 muertos por violencia urbana. ¡El mismo gobierno viene de aceptar que para 2009 hubo casi veinte mil personas asesinadas, más de 300 muertos como promedio por semana! (2) Un magma social en creciente degradación, producto de una degradación constante de las condiciones de vida y de trabajo de los proletarios, inevitablemente conduce a muchos de sus hijos al terreno de esta violencia. Ella va mezclada de sicariato, mafias, policías e instituciones corrompidas de pies a cabeza. Los mismos sindicatos dan cuenta de esta violencia que ya se ha llevado a más de 200 sindicalistas, en parte a causa de mafias que se caen a tiros o envían a sicarios a asesinar al adversario, ya sea por el control de las nóminas, ya sea por puestos de trabajo que la empresa otorga a los sindicatos para que estos los adjudiquen a su manera, etc. cosa que ha aprovechado el mismo Estado para deshacerse de aquellos sindicalistas militantes opuestos a las traiciones y conchupancias de los chavistas a nivel obrero. además, está el hecho de que la información que difunden los medias, como reflejo de la polarización política (chavistas y escuálidos), es confusa e impide una reflexión mayor sobre esta epidemia macabra, pero permite al Estado de lavarse las manos y no ocuparse demasiado del «asunto». Y una demostración de esta omisión o renuncia del Estado a combatir esta violencia son también los innumerables linchamientos y pobladas contra supuestos violadores o atracadores, ante la ausencia de gobierno y autoridades del Estado.

 

No es genética pero...

 

Por muy macabra que sea esta epidemia, no se debe olvidar que la historia de este pedazo de tierra que aparece en los mapas como los hombros de Sudamérica, está atrevesada de violencia casi sin interrupción desde los tiempos de la colonización española. Y todos los episodios que la jalonan están marcados con el hierro fundido al blanco de la lucha entre las clases. Así que de esta violencia solo se avergüenzan los curas, los burgueses y los escritores moralistas que sin embargo viven de ella.

Y no es extraña al sistema capitalista, es más bien su singularidad; el capitalismo nace «exudando sangre y lodo por todos sus poros», como dijera Marx. De los barrios londinenses en el siglo XIX, Engels registraba las estadísticas sobre la alta criminalidad que existía, producto de la alta  población que se concentraba en ellos y a la bestialidad y miseria de las condiciones de vida y trabajo que los proletarios sufrían en aquel entonces.

La Caracas del siglo XXI, que es la personificación por excelencia de la anarquía de la circulación de mercancías y personas, con su alta y degradante concentración de población y medios, conserva sin embargo las mismas características sociológicas de la City dos siglos atrás, y lo que valía para Londres «valía para Manchester, Birminghan y Leeds», y otras ciudades inglesas de la misma época. Los mismos «barrios feos» que con o sin «misiones» prevalecen en Caracas, como en toda gran ciudad, conservan las mismas características e incluso la niebla industrial (smog) de la Londres de Engels; los cottages que eran las casas de los obreros ingleses se vuelven hoy los ranchos o favelas de Ciudad de México, Caracas, Río o Sao Paulo.

Y hoy se añade y propulsa a tanta violencia social en Venezuela un hecho que suena en apariencia fantasioso o banal, o como algo salido del «realismo mágico» latinoamericano, y que reside en la ostentación y la envidia que produce esta ostentación de unos a otros, propias a la mentalidad que crea el capitalismo y que no es sino parte de la competencia de unos contra otros; competencia que da lugar a tantas divisiones en el campo proletario. Exhibir en un barrio un blackberry, una cadena de oro, unos zapatos «Nike», una moto o un coche último modelo, así como los celos y el ansia de despojar a quien los tiene, son fenómenos de enajenación dentro de las capas proletarias, que jamás han tenido ni tendrán nada a causa de la explotación bestial de su fuerza de trabajo y de la miseria crónica que esta produce. Por eso los crímenes y delitos que se cometen por este hecho y que a veces se tornan surrealistas, nada pueden sorprendernos o escandalizarnos. Engels analizaba la situación así:

 «En cuanto a la naturaleza de los delitos, son como en todos los países civilizados, en su gran mayoría, delitos contra la propiedad, teniendo por tanto como causa la falta de una cosa o de otra, porque lo que se posee no se roba». {...) «tengo precisamente ante mí un número del Times  (12 de septiembre de 1844) que sólo reporta los acontecimientos de un día: se trata de un robo, un atentado contra la policía, una sentencia condenando al padre de un hijo ilegítimo a pagar pensión alimenticia; el abandono de un niño por sus padres y el envenenamiento de un hombre por su mujer. Se hallan otros tantos casos en los periódicos ingleses.

En este país, la guerra social ha estallado; cada uno se defiende y lucha para sí mismo contra todos; en cuanto a saber si él hará daño o no a todos los demás, que son sus enemigos declarados, eso depende únicamente de un cálculo egoísta para determinar lo que es más beneficioso para él. A nadie se le ocurre entenderse amigablemente con su prójimo; todas las diferencias se zanjan por las amenazas, recurriendo a los tribunales, a menos que no se haga justicia por sí mismo. En suma cada quien ve en otro a un enemigo que es necesario apartar de su camino, o por lo menos un medio que es necesario explotar para sus propios fines. Y esa guerra, como lo demuestran las estadísticas de criminalidad, deviene de año en año más violenta, más apasionada, más implacable; los enemigos se dividen poco a poco en dos grandes campos, hostiles el uno al otro; aquí la burguesía y allí el proletariado. Esa guerra de todos contra todos y del proletariado contra la burguesía no debe sorprendernos, porque ella no es más que la aplicación consecuente del principio que encierra ya la libre competencia».

Esta competencia, añade Engels, en otro capítulo de su libro «La situación de la clase obrera en Inglaterra», «es la expresión más completa de la guerra de todos contra todos, dominante en la moderna sociedad burguesa. Esta guerra, guerra por la vida, por la existencia, por cada cosa, por lo tanto, en caso de necesidad, una guerra de vida o muerte, no existe solamente entre las clases diversas de la sociedad, sino, además, entre los particulares individuos de estas clases; cada uno estorba al otro y cada cual busca suplantar a todos aquellos que están en su camino y ocupar su lugar. Los trabajadores se hacen competencia entre sí, los burgueses hacen otro tanto». Pero sentencia: «esta competencia entre los trabajadores es el lado más triste de su actual condición, el arma más aguda contra el proletariado, en manos de la burguesía. De ahí los esfuerzos de los trabajadores para suprimir, con las asociaciones, esta competencia; de ahí el furor de la burguesía contra estas asociaciones y su triunfo por cada derrota sufrida por ellas».

En las capas dirigentes del régimen «socialista» de Chávez, la cultura de la ostentación llega a niveles singulares, lo que produce en las masas un aumento de frustración y una impresión más aguda de la propia miseria en que viven. Son raros los dirigentes que no se hayan mudado y trasladado a las zonas opulentas de la capital y de la provincia y comenzado a vivir una vida completamente diferente a la del pasado.

 Y si es por tener la conciencia tranquila, pues, ahí están las «misiones» y otros dispositivos que se asemejan como dos gotas de agua a la filantropía practicada por los burgueses cristianos de la Inglaterra en el nacimiento del capitalismo, gotas que se pierden en un mar de miseria, hoy y ayer:

«La burguesía inglesa practica la caridad por interés, no da nada gratis, considera sus donaciones como un negocio, trata con los pobres un asunto y dice: ‘¡Si yo dedico una suma para fines filantrópicos, compro así el derecho de que no se me importune más, y os comprometéis a cambio a permanecer en vuestros antros oscuros y no irritar mis nervios sensibles por la exhibición pública de vuestra miseria! ¡Podéis perder la esperanza, pero hacedlo en silencio, yo lo estipulo en el contrato, yo me he  comprado ese  derecho al entregar mi contribución de £ 20 para el hospital!’».

 Es decir, si Chávez decreta estas misiones lo hace por cristiandad, a lo más por ser «amigo de los pobres», y no por socialismo revolucionario; y, si no funcionan o a la gente «no le llegan los recursos a tiempo», pues, ya eso no es su culpa.

Por supuesto que las antiguas «oligarquías» que se habían enquistado en el poder durante 40 años, colmados de nostalgia por los tiempos pasados y picados morbosamente por el ansia de volver a las lujosas poltronas de Miraflores, explotan, además de la alta criminalidad, estas ostentaciones del nuevo régimen, con el fin de capitalizarlas en vistas a un regreso tras un futuro golpe de Estado...

 

¿Es culpa entonces de los colombianos?

 

Eso parece querer decir el artículo de Maurice Lemoine que en las notas reseñamos y criticamos brevemente. Y también es parte de la opinión chavista en los barrios inducida por los dirigentes, incluso han llegado a hablar de un complot de la CIA (!). La opinión velada o abierta de que los extranjeros  son los culpables de todos los males por los que pasa una sociedad no es nada nuevo, y en los últimos años ha habido una utilización constante y sistemática de un chivo expiatorio llamado inmigrante, es el caso recientemente del Estado de Arizona en USA que ha seguido el ejemplo que la Francia ha dado prácticamente al mundo entero desde hace veinte años: estigmatizar y hacerle la vida imposible a los trabajadores inmigrantes quienes aportan una riqueza equivalente al 15% del PIB de los mejores años de crecimiento económico europeo.

En realidad es poco lo que resta de cierto en este tipo de prejuicios; y, si es en el caso de los trabajadores colombianos en Venezuela, que conforman un sector importante de la masa laboral que pasa ya de 4 millones de personas, adultos en su mayoría, estos prejuicios rayan en lo ridículo y grotesco. Estos prejuicios y procesos de intención contra un sector determinado de la población, sobre todo si es extranjera vienen desde el mismo comienzo del capitalismo, y lo difunde conscientemente el capitalista para dividir a los proletarios, entre autóctonos y extranjeros, y en épocas de crisis estas divisiones son fundamentales para el capitalismo, ya que dividiendo a sus adversarios debilita la lucha de clase y facilita su derrota.

La masa trabajadora colombiana sirve sin querer para presionar hacia abajo los salarios mínimos de los obreros venezolanos, esto es una verdad a medias, porque también sirve para aumentar la riqueza general que evidentemente para exclusivamente en los bolsillos de los capitalistas, pero los capitalistas disimulan esta verdad y se hacen eco de la supuesta influencia perniciosa de los proletarios colombianos que poco a poco han hecho cambiar desde las artes culinarias de los proletarios venezolanos(¡el plato de caraotas ya no se come con arroz sino con espaguetis!) hasta las telenovelas que ahora vienen de Colombia y que han desbancado el gusto popular por las telenovelas nacionales, brasileñas o mexicanas, en fin, las culturas se mezclan, los gustos cambian, para bien o para mal, pero lo mismo ocurre en otras latitudes, como los antiguos chicanos en Estados Unidos, o los magrebinos en España y Francia que han permeado y mezclado sus culturas con la cultura dominante americana o europea.

Lo mismo ocurría con el obrero irlandés que paulatinamente fue cambiando la fisonomía social y cultural inglesa. Como quiera que sea los trabajadores colombianos en Venezuela llegaron para quedarse y establecerse, pues desde un comienzo eso era lo que buscaban: sosiego y mejores condiciones de vida y trabajo. Y no es casual que sea ahora cuando se les toma como blanco del odio xenofobo, igual que en otros países como España por ejemplo los inmigrantes comienzan «a oler mal», ya que el desempleo ha aumentado producto de la crisis que hoy golpea tanto a Venezuela como a España.

Aunque sea verdad que donde vive el proletario, vive la prostituta, el delincuente y el criminal, sea nacional o extranjero (hasta ahora, las estadísticas no revelan ni registran crímenes perpetrados en su mayoría por población extranjera), los inmigrantes que en general son proletarios no tienen por qué poseer el monopolio de la maldad o el crimen, estas pasiones se distribuyen equitativamente en todo el planeta capitalista. Y si fuera así, la razón de esta epidemia de asesinatos semanales reside en la propia putrefacción de la sociedad capitalista y en las condiciones miserables en que viven los proletarios. Es el capitalismo el criminal y el asesino, no los proletarios como quieren hacer ver los periodistas chavistas y los burgueses.

 

Carta reciente

 

Una carta  recientemente recibida confirma el estado de excepción y terrorismo que constituye la parte sumergida de esta violencia o guerra social, y que está dirigido principalmente a reprimir y paralizar la defensa económica de los trabajadores contra los ataques del capitalismo del gobierno Chávez:

«En Venezuela los acontecimientos y el color que está tomando el nuevo resurgir de los trabajadores, en diferentes protestas y movilizaciones ha llevado al Estado a ejercer todo tipo de presión  sobre estos y sus dirigentes sindicales (como el caso de Cruz Hernández, dirigente sindical en SIDOR quien esta bajo presentación judicial por defender a sus compañeros laborales y de Rubén González dirigente sindical de la Ferrominera de Guayana, quien se encuentra detenido en una comandancia de Ciudad Guayana), o de dirigentes indígenas como el Cacique Sabino, perseguido por reclamar unos terrenos en posesión de terratenientes de la Guajira, Estado Zulia, estos como propietarios originarios que el mismo Estado Burgués confirma pero que en la praxis es lo contrario. Aparte de estos hechos están los juicio penales, a un gran número de personas por participar en diferentes protestas y donde hablaron que pasan de dos mil (3), esto según una reunión de los trotskistas realizada el 16-4-10; también está el reciente caso del reportero gráfico, Simón Clemente, detenido el 23-5-2010, cuando cubría una protesta de la organización Voluntad Popular en los alrededores de La Casona, pidiendo acceso a la piscina de la residencia oficial del presidente Chávez, [poco utilizada por el mandatario, NdR] exclusiva para los hijos de los altos representantes del Estado, pero que las masas pobres no tienen derecho [entonces es pura demagogia lo que se exhibe en el programa «Aló, Presidente»..., Ndr]. Las otras detenciones se realizaron el dia 25-5-10,  a la dirigente Laura Vahamonte del sindicato de enfermeras de la Mater-nidad Concepción Palacio, más dos de sus compañeras, por reclamar beneficios laborales, siendo retenidas por 48 horas, además de atropellos por parte de la policía a otras trabajadoras. Igual los trabajadores del Metro de Caracas, que realizaron una protesta acompañada del cierre de la av Libertador; aquí ningún medio informó nada... Tenemos a los trabajadores de petrocasa en Valencia que se fueron al paro la primera semana del mes de Mayo...  Todo lo que se reseña en estas breves líneas hacen referencia a los trabajadores del Estado o de empresas supuestamente nacionalizadas y socializadas, lo que demuestra que los trabajadores bajo el engaño del socialimos siglo XXI no están bien en el socialismo.  Sin embargo, existe la contra partida como el caso de los médicos del hospital Maria Pineda de Barquisimeto el 4-5-10, esta protesta la cubrió el canal del Estado VTV y otras fuentes como pase de factura al Gobernador por ser de una corriente chavista diferente a la del gobierno, estos casos si los reseña la prensa oficialista con facilidad...» Como podemos observar, el ataque no es a los burgueses que muchas veces, cuando raramente suceden, ocupan todos los espacios televisuales y páginas de la prensa; es a los proletarios y a la masa laboral en general el blanco preferido de los ataques y presiones del Estado burgués, y que generalmente no son cubiertos por la gran prensa, mucho menos todavía por los cientos de órganos de prensa, radio, televisión e Internet que posee el gobierno.

 

Terror contra el movimiento obrero...

 

De manera que esta violencia busca paralizar sobre todo al movimiento de los trabajadores y ya la misma ha tomado la forma de encarcelamiento colectivo; de la galera del trabajo, a la prisión del barrio. Un dejar hacer casi general de la parte del Estado no puede tener existencia, sin que por voluntad o por omisión no se haya erigido esta violencia como una política de terrorismo de Estado contra los proletarios. Y aun con todo esto es la policía la que se encarga de reprimir a los trabajadores directamente, o el aparato judicial para firmar sentencias contra dirigentes cuyo delito ha sido el de realizar huelgas o movilizaciones obreras. En resumen un Estado que no está dirigido ni en sueños por los proletarios revolucionarios, y que hasta ahora sólo obedece - y obedecerá - a los amos del Valle, a Cisneros y consortes, al capitalismo en suma, no puede dejar de desarrollar una política derrotista destinada a crear desorganización y parálisis del movimiento organizado del proletariado en Venezuela.

 

...Y «autocrítica» chavista

 

«Esta misma lucha por defender el proceso podía y tenía que haber sido utilizada por los dirigentes primero de la FBT (el extinto Frente Bolivariano de los Trabajadores, Ndr.] y después de la UNT (Unión Nacional de Trabajadores, Ndr.] para fortalecer la organización y conciencia de la clase obrera misma. (...) Al mismo tiempo esa lucha en defensa del proceso revolucionario debía estar vinculada en todo momento a la lucha por la defensa de los derechos de los trabajadores. Incluso se decidió lanzar varias campañas de denuncia contra gobernadores que supuestamente apoyan el proceso pero atacan los derechos de los trabajadores como los de Aragua o Vargas. (...)  Pero nada de esto se hizo. Si la dirección nacional de la UNT hubiese convocando movilizaciones independientes de la clase obrera como tal en respuesta a todos los ataques de la oposición el movimiento obrero habría podido empezar a jugar el papel histórico que le corresponde.

Si, paralelamente, se hubiese movilizado a los trabajadores en defensa de sus derechos contra cualquier organismo o institución pública que los atacase, incluso si esta estaba dirigida por alguien que se dijese bolivariano, se hubiese avanzado en la organización y conciencia de la clase, y en el liderazgo de esta sobre los sectores populares. (...) Uno de los ejemplos más dramáticos de esto fue la lucha de las empresas tomadas por los trabajadores [ejemplo: Mitsubishi, ndr]. Durante varios meses trabajadores de cinco empresas tuvieron estas tomadas...»(4).

Es evidente que esta «autocrítica» de la página web luchadeclases.org,  está inundada de demagogia, sufre de ambivalencia, creyendo que el gobierno Chávez es un gobierno revolucionario. Sin embargo, por encima de todas las panaceas reaccionarias de nacionalización y control obrero (sin toma del poder central, eso jamás) que esta página propagandea, sus redactores están claros y aceptan que es poco lo que el gobierno defiende a los trabajadores (¡menos aún si no son chavistas directos!) cuando estos son atropellados o atacados por las empresas, sean estatales o sean transnacionales como la Mitsubishi... Cabe deducir que muchos proletarios siguen votando por Chávez hasta que la cuerda aguante. ¡Por lo visto, cuando la hora llegue la estampida será grande!

 

¿Confianza en el Estado burgués?

 

Los proletarios no deben tener ninguna confianza en el gobierno Chávez, en el Estado «bolivariano», quienes solamente defienden los intereses de la burguesía dominante. Para frenar a los sicarios y evitar tanta mortandad en los barrios la única salida es la movilización obrera independiente de manera que pueda poner en tres y dos a la «justicia» burguesa y presionar de esta manera para que actúen. Y esto por ahora, hasta que los proletarios tengan la fuerza por sí mismos de crear sus propias fuerzas de defensa, independientes del chavismo y de la llamada «oposición» quien sólo se burla y se coloca objetivamente de parte del chavismo, cuando los proletarios sufren esta violencia.

 Es la única manera de que el proletariado aprenderá que sólo la violencia es el único instrumento eficaz para replicar a la violencia burguesa, y es la demostración insoslayable de que es necesaria la violencia, primero para responder a la violencia del Estado burgués y, mañana, más que necesaria para tomar el poder, un verdadero poder proletario de dictadura de clase.

 

 


 

(1) A raíz de un artículo del periodista Maurice Lemoine de Le Monde Diplomatique Caracas brûle-t-elle?», pp.12-13, Agosto 2010),  lleno de medias-verdades, mezclando alegremente cronologías diversas y siempre a la defensiva, se ha desatado toda una polémica, no en torno a la violencia y sus causas profundas, sino a las cifras que arroja esa violencia cada semana: «¿Serán menos, serán más? Creemos que la oposición exagera. En todo caso, el gobierno Chávez no tiene la culpa puesto que eso ya venía de antes de su gobierno» o si los chavistas lanzan la hipótesis grotesca de que la criminalidad en Caracas puede ser un Caballo de Troya del gobierno colombiano (ya el artículo lleva la impronta del prejuicio hacia los colombianos...), el periodista corre a apoyar el absurdo con los 16 para-militares colombianos que supuestamente iban a matar a Chávez... en 2004: ¡16 magnicidas que hoy andan libres!  ¡A esto se resume el artículo del periodista francés!

(2) De acuerdo a las cifras del INE (Instituto Nacional de Estadísticas) publicada en todos los medias nacionales e internacionales, de los 19133 homicidios registrados en 2009, 15.191 fueron cometidos con armas de fuego, 44% de las víctimas oscilaban entre 25 y 44 años de edad; el 36,61 % entre 15 y 24.

(3) «En Venezuela, hay una creciente utilización del sistema judicial para criminalizar la protesta pacífica», denuncia Liliana Ortega, miembro fundador de COFAVIC, organización no gubernamental para la protección y promoción de los derechos humanos. Ortega cita este caso emblemático, que no solo afecta a una persona sino que ha hecho sufrir enormemente a una familia, pero actualmente en Venezuela unas 3.000 personas son sometidas a juicio por participar en alguna protesta social. Sindicalistas, luchadores sociales, defensores de derechos afrontan un proceso por reclamar mejoras en la salud, en los servicios básicos o por el desabastecimiento. Muchos están en libertad, pero con condiciones: no pueden salir del país, no pueden hablar de sus casos. Se les acusa de obstrucción de vías públicas o alteración del orden público.

(4) C.f.. http://www.l uchadeclases.org.ve / venezuela-leftmenu-161 / 955-el-papel-del-movimiento-obrero-en-la-revolucienezolana

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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