¡Abajo la intervención imperialista en Malí!

¡Abajo el imperialismo francés!

(«El proletario»; N° 2; Abril de 2012)

 

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Desde el 11 de enero, bajo el pretexto de «salvar» el país de una pretendida amenaza terrorista inminente y en «respuesta» a una demanda de ayuda del «presidente interino» local, el gobierno francés ha desatado una intervención militar en Malí. No es, pues, desde ahora que el gobierno actual de izquierda, en continuidad con el gobierno Sarkozy precedente, multiplica las maniobras diplomáticas, las presiones sobre el gobierno malí y prepara fuerzas militares con miras a un ataque contra los insurgentes del Norte-Malí.

No queriendo aparecer en primer plano, y evitando involucrarse demasiado en el terreno, el presidente Hollande habría tratado de levantar una fuerza militar africana dirigida y asistida logísticamente por su gobierno, en respuesta a la debilidad del ejército malí.

En el plano interno malí, el gobierno francés ha utilizado todo tipo de medios para obtener del presidente interino Dioncouda Traoré (1) un pedido de ayuda oficial. Desbordado por las manifestaciones cotidianas exigiendo su dimisión, no podía menos que ceder a las demandas francesas. Desde el comienzo de la intervención militar francesa, el estado de urgencia fue decretado y con ello la prohibición de manifestar en la calle, mientras que los militares se libraban en Bamako a actos de pillaje y a operaciones nocturnas de intimidación hacia los habitantes venidos del Norte.

En el plano diplomático, la intervención militar francesa provocó la hostilidad más o menos abierta de Argelia y Estados Unidos (2), así como de otros países europeos. El enviado especial de la ONU, el ex primer ministro italiano, Prodi (Italia posee intereses en Malí), esperaba que las operaciones militares no se realizaran antes de un año, siendo partidario más bien de emprender negociaciones. El gobierno argelino se oponía a dichas operaciones, dado que para Argelia, la frontera con Malí no era fácil de controlar, y por ello bajo el temor de que su territorio fuese teatro de los combates; de su parte, los americanos, que antes habían formado una parte de los militares malíes, incluyendo a los Tuaregs, que luego pasaron a engrosar las filas de la rebelión (3), afirmaban públicamente que la intervención francesa no valía de nada, y que era preferible una solución política. En realidad, los americanos no tenían ningún deseo de ir a socorrer a un régimen pro-francés en Bamako; esto es, las declaraciones de unanimidad y solidaridad en «la lucha contra el terrorismo» – léase: lucha contra todo lo que amenace el orden capitalista internacional – no pueden esconder las sórdidas rivalidades ínter-imperialistas!

Los cuervos imperialistas franceses defienden desde hace décadas, sin menoscabo de medios militares, su « jardín da caza » africano (esta era la expresión del ex presidente socialista, Miterrand, para nombrar a las antiguas colonias que, no obstante hoy independientes, siguen bajo la dominación francesa); es de esta manera que las grandes sociedades neo-coloniales francesas obtienen sus beneficios. Pero, el inexorable avance, tanto económico como político, de los imperialismos en competencia, amenazan constantemente las posiciones del imperialismo francés, lo que obliga a éste a recurrir a la fuerza para mantenerse.

Finalmente, la decisión francesa de iniciar la intervención militar de manera «unilateral» recibe el apoyo verbal de todas las potencias imperialistas, incluyendo el apoyo de americanos, rusos y chinos, más los Estados de la región. Argelia acepta, a regañadientes, abrir su espacio aéreo a los bombarderos franceses y cerrar su frontera a los rebeldes, mientras que los Estados africanos de la CEDEAO (4) han comenzado a enviar a Malí las fuerzas militares convenidas.

Sin embargo, nada asegura que esta intervención militar imperialista sea un viaje de vacaciones; el gobierno Hollande afirma que durará «el tiempo que sea necesario», al mismo tiempo que en su curso no cesa de aumentar la cantidad de soldados y pertrechos: se habla de 3000 soldados franceses, venidos tanto de Costa de Marfil, como de otros países africanos donde se encuentran estacionados, así como de la metrópolis. Los «especialistas» militares dicen que la guerra será larga...

Malí, más de dos veces la superficie de Francia, con una población de más de 15 millones de habitantes, es un país esencialmente agrícola (más del 70% de su población vive en el campo). Antigua colonia francesa, el país está integrado por poblaciones con lenguas, costumbres e historias diversas, avatares que junto a la debilidad del desarrollo económico y social impiden su unificación (de nuevo el mito de Babel!, NdR), tal como lo certifican las permanentes insurrecciones de los tuaregs del norte. La crisis económica internacional, que debía inexorablemente golpear a la región (tal es el caso de la vecina Costa de Marfil) agravan todavía más las contradicciones internas del país que ahora, con el cacareado «modelo democrático malí», las clases dirigentes ocultan sus relaciones con el imperialismo, cuyo fin no es otro que el de saquear sus recursos, sin preocuparse por el destino de las poblaciones; lo demuestran las huelgas que han estallado en las diversas empresas, incluyendo en las minas de oro, mientras que el paro y el alza de precios agravan el descontento general.

En marzo del año pasado, pocas semanas antes de las elecciones, como consecuencia de una rebelión de soldados que habían sufrido un revés frente a los rebeldes, una junta militar toma el poder después de derrocar al presidente Amadú Tumani Turé, de quien se sospecha buscaba negociar con los independentistas tuaregs. Pero bajo la presión de los Estados africanos y del imperialismo francés, la junta se vio obligada a ceder el puesto a un «gobierno de transición»; sin embargo, por ser impuesto desde el exterior, un gobierno semejante no puede gozar de legitimidad alguna a ojos de la población, más atenta a lo que dicen los militares golpistas que denuncian la corrupción de los politicos. Entre tanto, en el Norte, el poder había sido tomado por los rebeldes tuaregs, para luego pasar a manos de organizaciones islamistas que se habían cargado con los armas de la guerra en Libia: la caída del régimen de Kadafi bajo los bombardeos de la OTAN tuvo la indeseable virtud de hacer desaparecer a uno de los pilares del orden imperialista en la región...

Unas 60 empresas francesas se encuentran presentes en Malí. Luego de la liberación de los años 90', las grandes sociedades de Estado (banca, telecomunicaciones, textil, etc.) fueron privatizadas a favor notablemente de las grandes empresas Bouygues, Vinci, Vivendi, etc. Anteriormente, las exportaciones tradicionales eran algodón y ganado, y el oro que es la principal fuente (70% de sus exportaciones) de ingresos de ese país, sin embargo, sus minas, altamente rentables, se encuentran en poder de grandes sociedades británicas y sudafricanas asociadas al Estado malí, la producción de una de ellas es asegurada por una de las filiales de Bouygues, la gigante francesa (5). La falta de capitales ha impedido hasta ahora la explotación de otras riquezas presentes en el suelo malí: el norte, probablemente encierra yacimientos de petroleo (en la región prospectan el gigante petrolero italiano ENI, la argelina Sonatrach, junto a otras empresas menos importantes) y de uranio. A pesar de que para los capitalistas Malí tiene una gran importancia, no obstante es su posición estratégica lo que aquí cuenta. Es cierto que combatiendo a los rebeldes malíes, los militares franceses protegen los yacimientos de uranio que explota Areva en el Níger vecino (Areva ya se había disputado con los tuaregs). Empero, se trata de un plano más amplio donde lo que está en juego son las posiciones dominantes francesas en la región; «En Malí, la Francia se juega también el futuro de su presencia en África», explica de esta manera a sus lectores el editorialista del cotidiano patronal francés, «Les Echos» (6).

Y no es sólo en Malí que el imperialismo galo ha entrado en acción en estas últimas semanas. El mismo día en que sus aviones comenzaban a atacar a los rebeldes malíes, un fuerte choque militar se desarrollaba en Somalia para tratar de recuperar a un agente de los servicios secretos, rehén de los islamistas locales; los militares franceses no se preocuparon sobremanera de la reacción del gobierno somalí a esta acción sobre su territorio: el gobierno Hollande, que se vanagloria del respeto por la «legalidad burguesa» con respecto a Malí, ha demostrado así, una vez más, que esta legalidad no es más que un pedazo de papel que los gánsteres imperialistas invocan sólo cuando les conviene...

En República Centroafricana, el gobierno Hollande había jurado delante de todo el mundo que no era cuestión de enviar soldados franceses a salvar el régimen que, frente a la repentina rebelión, pedía ayuda a Paris (¡en realidad, las tropas francesas ya se encontraban presentes desde la operación «Boali» por la «consolidación de la paz»!). Después que arriba al poder a través de un golpe de Estado militar, aprobado (¿o provocado?) por París, el presidente Bozizé termina por cansar a los imperialistas quienes tratan al régimen de «autista» por el hecho de negarse a seguir sus «consejos». A finales de diciembre, cientos de soldados (hoy serían alrededor de 600) habían sido enviados, hecho negado por Hollande, a Bangui, la capital; al parecer, sólo para «proteger» a los residentes franceses. En realidad, estos soldados junto a militares chadianos ya presentes en el país, tenían por misión rechazar el avance de los rebeldes hacia Bangui y, al mismo tiempo, hacer presión sobre el régimen. El «mensaje» enviado por los imperialistas franceses aparentemente ha sido bien captado: Bozizé ha aceptado formar un gobierno de coalición con políticos de la oposición, prometiendo abandonar «próximamente» el poder. Es de esta manera como el gobierno PS-Verdes concibe la no-injerencia en los asuntos internos de los países africanos...

Las intervenciones militares y las guerras que lleva a cabo desde hace décadas el imperialismo francés en África (las más recientes datan de Libia y Costa de Marfil), no están motivadas por sentimientos «humanitarios» o «democráticos» como lo pretende la propaganda oficial francesa; las mismas se explican únicamente por la defensa de los intereses de las empresas que continúan sometiendo a su orden a las antiguas colonias y acrecentando sus negocios en otros lugares.

Pese a estar constreñido, por causa de la crisis del euro, a cortar en los gastos militares, incluso a «redimensionar» su aparato militar, el imperialismo francés ha hecho un esfuerzo constante en mantener una red de bases militares que hoy cuadrilla una parte de África; y tiene todo interés en seguirlo haciendo, puesto que es precisamente por su rol de gendarme de la región que logra obtener ventajas contantes y sonantes!

El imperialismo francés representa, por lo tanto, una amenaza directa contra las futuras luchas de emancipación de los proletarios y poblaciones oprimidas y explotadas en estos países. Y, de manera más general, una amenaza que pesa sobre el destino de poblaciones civiles que son las que siempre sirven de escudo a los enfrentamientos entre fuerzas y Estados burgueses.

Ahora, los burgueses franceses y sus testaferros políticos van a hacer reposar los costos de sus guerras en los proletarios de Francia; primero, agravando la presión policial hacia los trabajadores inmigrantes, sobre todo los que vienen de estas regiones (el dispositivo «Vigipirate» ha sido reforzado y, según la prensa, los servicios policiales tratan de aumentar la vigilancia de los proletarios venidos de Malí y que se cuentan por decenas de miles en Francia), y segundo, agravando la explotación capitalista.

Si en el momento en que se desata la guerra de Malí, en París se firmaba un histórico acuerdo entre el patronato y los sindicatos más colaboracionistas, con el fin de obligar a los trabajadores a someterse más a las exigencias capitalistas, mientras que Renault anunciaba la supresión de miles de empleos, todo ello releva del azar del calendario.

En el fondo la guerra imperialista al exterior y la guerra social al interior, no son sino dos aspectos de un mismo ataque del capitalismo que busca restaurar sus niveles de beneficios, acrecentando la explotación, miseria y opresión. Y no es por azar que este ataque capitalista en Francia, que recibe una larga aprobación por parte de todos los partido políticos, del PCF al Frente Nacional, lo lleva a cabo un gobierno de izquierda: nunca un gobierno de derecha hubiese propinado semejante golpe sin producir reacciones. Como siempre, los sirvientes reformistas de la burguesía – los grandes aparatos políticos y sindicales (y sus seguidistas de extrema-izquierda) – son los únicos capaces de paralizar a la clase obrera cuando esta es golpeada por la clase enemiga.

Para los proletarios, el desencadenamiento de la guerra en Malí, que ha provocado de contra-golpe el sangriento ataque islamista al yacimiento gasífero de In Amenas en Argelia, debe ser entendido como una ilustración de lo que les reserva el capitalismo en crisis: no un futuro de mejoras graduales de sus condiciones, después de un momento difícil, sino un futuro de sangre y lágrimas, del que no será posible escapar sino a través de la lucha. El sistema capitalista que ensangrienta al planeta, no puede vivir sin la explotación de los proletarios, a quienes por esta razón se les brinda la posibilidad de aniquilarlo; para ello, es necesario combatir sin vacilar todos los ataques burgueses, en la perspectiva de reanudar la lucha de clase revolucionaria, que ya en el pasado les ha permitido lanzarse al asalto del capitalismo: los proletarios no tienen nada que perder más que sus cadenas, por el contrario ¡tienen un mundo que ganar!

 

¡Abajo la intervención imperialista en Malí!

¡No a la union sacrée en apoyo a la guerra imperialista!

¡Abajo el imperialismo francés!

¡Viva la unión internacional del proletariado!

¡Viva el renacimiento de la lucha de clase contra el capitalismo mundial!

 

20/01/2013.

 


 

(1) Después de haber sido herido por manifestantes y trasladado a un hospital de París, el presidente malí no tenía muchas ganas de regresar a Bamako.

(2) En el primer comunicado habíamos escrito « preparación », ya que la hostilidad americana y argelina nos hizo considerar que, si bien la intervención se había iniciado, su realización era frenada por esta hostilidad, teniendo por ello que realizar esta operación sin el respaldo de los países otrora aliados en otras aventuras y guerras por el planeta. La rapidez fue otro elemento que duplicó las posibilidades de éxito de la operación argelina en el campo gacífero.

(3) Ver la encuesta del New York Times del 14/1/2013, detallando los gastos americanos para formar a los militares en Malí, en el cuadro de la política anti-terrorista de Estados Unidos en África. Según el cotidiano, 1600 militares formados por los americanos (de 8000 con que cuenta el ejército malí) se han ido con armas y pertrechos a casa de los insurgentes! Cf http:// www. nytimes. com/2013/01/14/ world/ africa/ french-jets-strike-deep-inside-islamist-held-mali.html?pagewanted=1

«la rebelión islamista utiliza los soldados y oficiales formados por los americanos y que han desertado el ejército regular malí el último año, llevando consigo su formación de la lucha contra el terrorismo, sus competencias en torno al combate de vanguardia, así como sus conocimientos de los métodos de inteligencia occidentales. Francia se encuentra frente a un enemigo que los Estados Unidos han ayudado involuntariamente!»!»

Cf http://www.breitbart.com/Big-Peace/2013/01/14/Leading-From-Behind-Part-II-France-Intervenes-in-Mali-After-US-Strategy-Collapses

(4) La CEDEAO (o ECOWAS, siglas en inglés) es la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste. Basada en Lagos, Nigeria, esta comunidad regional posee un parlamento, una corte de justicia y un banco de inversiones para el desarrollo regional. Tratándose de paises casi todos acuñando el CFA como moneda común, Francia no puede dejar de tener gran influencia en su política.

(5) Las minas de oro malíes son particularmente rentables. Según un informe de la FIDH (Federación Internacional de los Derechos Humanos) de septiembre de 2007, en 2005 la producción de una orza de oro costaba allí 95$ mientras que la misma se vendía a 245$ en el mercado. El curso de la onza de oro continúa estando por encima de los 1600$, mientras que el costo de su producción no ha aumentado prácticamente en nada. Nada es menos sorprendente cuando la empresa sudafricana Randgold anunciaba el año pasado beneficios récords en su mina malí de Morila! Randgold y Anglogold subcontrata la producción a una filial de Bouygues, Somadex. En 2005, Somadex despedía a 530 obreros huelguistas. Cf http:// www. peuples-solidaires.org /2 93-mali-sombres-mines-d%E2 %80%99or/

(6) Cf. Les Echos, 18-19/1/13

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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