Ucrania:

La intoxicación nacionalista no impide a los mineros hacer huelga contra la guerra.

¡Un primer paso en el largo camino de la reanudación clasista!

 

(«El proletario»; N° 5; Octubre de 2014)

 

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La guerra en Ucrania, como hace más de veinte años en la antigua Yugoslavia, es la respuesta burguesa a la crisis económica que extrangula a los países y a los contrastes que ven enfrentarse nuevamente a los imperialismos americano y europeo sobre todo con el imperialismo ruso sobre la amplia zona constituida por los países de Europa del Este.

Los nacionalismos exacerbados con los cuales, en Ucrania, las diversas facciones burguesas se combaten –ucranianos filorusos invocan el “derecho de autodeterminación y ucranianos filooccidentales que llaman a la defensa de la unidad del Estado nacional- son armas ideológicas utilizadas por las clases dominantes para movilizar a las masas populares y, sobre todo proletarias, en defensa exclusivamente de intereses nacionales y regionales que nada tienen que ver con los intereses proletarios, los cuales además de la sistemática explotación que sufren como fuerza de trabajo de la cual extraer plusvalor y por lo tanto beneficio, son transformados en carne de cañón tanto en los frentes de guerra como en las ciudades bombardeadas.

Los intereses burgueses tienen sus raíces en el modo de producción capitalista que se basa en la explotación intensiva de la fuerza de trabajo proletaria; regulado por la propiedad privada y por la apropiación privada de la producción de mercancías, el sistema capitalista no está en condiciones de funcionar si no es através de una competencia que deviene cada vez más feroz y despiadada en la medida en el cual el capitalismo, desarrollándose, acreciente los factores de enfrentamiento y de crisis sea en el interior del propio mercado, sea en el mercado internacional. Este desarrollo no procede de manera gradualmente progresiva sino a golpes cada vez más violentos; golpes que repercuten inevitablemente a nivel político aumentando o disminuyendo la distancia y las fricciones que las empresas y, sobre todo, los grupos económica y financieramente más fuertes se hacen sistemáticamente; fricciones que el capitalismo no tiene ninguna posibilidad de reglamentar y resolver pacíficamente y que, en cualquier nación, la clase dominante burguesa encarga al propio Estado, cuyo poder y cuya fuerza armada son utilizados esencialmente en defensa de los intereses nacionales, es decir burgueses. Las crisis económicass no afectan sólo a la economía y, por lo tanto, a las relaciones de producción entre capitalistas y proletarios, sino que sus consecuencias se difunden sobre todos los planos: político, diplomático, de relaciones nacionales e internacionales, militar. Los socios de ayer se transforman hoy en competidores, los aliados en enemigos, la defensa de los intereses de los grupos económicos más importantes deviene la defensa de los intereses “nacionales”, la “patria” aparece con mayor evidencia como el símbolo ideal de los intereses nacionales que las clases dominantes burguesas siempre pretenden identificar como intereses de todo el pueblo, más allá de cualquier distinción de clase, mientras no son otra cosa que intereses de las clases burguesas dominantes y, en particular, de las fracciones burguesas más fuertes que condicionan  la política de cada Estado, somtiéndola a sus intereses. En la época del imperialismo, por lo tanto de la llamada “globalización”, en el cual al capitalismo le interesa de una manera o de otra cualquier rincón de la tierra, lo que tiene lugar en un país está destinado a no permanecer limitado a este, sobre todo si se trata de un país inserto en las zonas de fuertes contrastes interimperialistas.

Por ello, el enfrentamiento político y después armado que en Ucrania ha explotado en estos últimos años entre facciones burguesas y peqeuño burguesas de origen ruso, cuya población, minoritaria en el país está establecida sobre todo en las regiones del Este, instigadas, alimentadas y armadas por Rusia y el gobierno ucraniano con see en Kiev, con el envío de su propio ejército en “defensa” de la unidad nacional, es un enfrentamiento que reporta directamente a los intereses económicos y políticos que a atraviesan inevitablemente los dos territorios económicos y políticos que pesan sobre Ukrania: Rusia, a la cual estaba federada hasta 1991, y Europa occidental, representada en el último periodo por la UE.

Desde la implosión de la URSS en adelante, todas las zonas de frontera entre Rusia y los países de la Europa occidental, entre rusia y los países del Cáucaso y del Asia Central, se han convertido territorio de conquista por parte de los imperialismos más fuertes, comenzando por los Estados Unidos para continuar con Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia: territorio de conquista desde el punto de vista económico, financiero, político y militar; y no se olvide que, más allá de la pérdida de parte de Moscú de los viejos países satélites, Rusia siempre ha mantenido su vieja ambición imperialista de influencia a nivel mundial y no ha dejado en ningún momento de intentar la reconquista  aún sólo parcial de los territorios vecinos. La vieja URSS, vencedora en el segundo enfrentamiento imperialista, constituyó en torno a sí una serie de países satélites que funcionaban de colchón respecto a los imperialismos europeos occidentales y, simultáneamente, de economías plegadas militarmente a las exigencias del capitalismo de Moscú.

Países satélites en los cuales, a consecuencia de la guerra a nivel económico y social, el proletariado podría haber constituido un serio peligro para los poderes burgueses, sobre todo si se hubiese movilizado en las formas para-insurreccionales como en Berlín en 1953. Moscú, de hecho, estaba dedicada a mantener el equilibrio del nuevo orden mundial en condominio con el imperialismo americano, pero, al mismo tiempo, a asegurarse la defensa de sus propios intereses mundiales y de sus propias fronteras tanto en la vertiente euro-occidental como en la asiática hacia el Extremo Oriente. Rusia, después de 1991, constreñida a retirarse a confines bastante más restringidos incluso que la vieja Rusia zarista, no ha perdido sin embargo sus aspiraciones imperialistas; ha estado siempre dispuesta a aprovechar las debilidades de los países que se hicieron independientes entonces y de una coyuntura internacional que vé en los Estados Unidos, en particular, y en los otros imperialismo europeos, en dificultades en muchas zonas del mundo, comenzando por el Próximo y Medio Oriente y por el Norte de África y la zona subsahariana.

Ucrania pasa, desde hace años por grandes dificultades económicas y financieras, endeudada fuertemente tanto con el FMI (por algunas decenas de miles de millones de dólares)  y con Rusia (por el gas, sobretodo), tratando de obtener acuerdos ventajosos con la UE y mediante el acercamiento a una eventual colaboración con la OTAN, se enfrenta a Rusia que no se piensa dos veces el acelerar, si bien indirectamente, el proceso de anexión de Crimea –ya República autónoma en el Estado ucraniano- por la cual, gracias a un tratado de amistad con Ucrania firmado en 1997, se había comprometido a no mantener ninguna pretensión de anexión (enésima demostración de cuánto valen los tratados de amistad entre Estados capitalistas). Inútil decir que los intereses rusos hacia Crimea es sobre todo el interés en salvaguardar su base naval de Sebastopol en el Mar Negro y de tener un control más directo de las fronteras con Turquía (aliada de la OTAN) además de aquellas con la propia Ucrania y por  tener más libertad de movimiento de su propia flota hacia los Dárdanos y, por lo tanto, el Mediterráneo. El apoyo ruso de las milicias ucranianas separatistas y filo rusas en las regiones orientales –la parte más industrializada y minera del país- aparte de cualquier declaración oficial, interesa a Moscú tanto desde el punto de vista económico como desde el militar. Será muy difícil para Ucrania, y para los propios imperialismos europeos y norteamericano, devolver la situación a las fronteras “nacionales” ucranianas precedentes: el enfrentamiento que ha dado origen a la guerra partisana de los separatistas filorusos será difícil de solventar en un periodo breve, dadas las condiciones generales de relaciones interimperialistas actuales, si no es, al principio, con una aceptación al menos parcial de la anexión a Rusia de Crimera acompañada, si no de la anexión, de una amplísima autonomía de la región del Donbass que comprende la República de Donetsk y la otra región industrial y minera, la República de Lugansk, hacia la cual ejerce una influencia determinante.

Las noticias que llegan sobre los acontecimientos y los conflictos en curso en Ucrania, a través de los medios de comunicación europeos, son noticias claramente tendenciosas: demonizando al “zar” Putin y escondiendo una buena parte de la realidad. Por ejemplo, que, sobre todo por parte “filorusa”, se utilizan mercenarios porque en las regiones del Este la población no apoya en absoluto la guerra pro-anexión a Rusia; mientras el gobierno de Kiev, por su parte, debe amotinamientos1 y manifestaciones de las madres de los soldados que continúnan oponiéndose a la guerra2. Lo que desde el punto de vista proletario es sobre todo interesante es el hecho de que los mineros del Donbass, pese a no poder contar con sus sindicatos de clase, y menos con un partido proletario de clase, han hecho huelga en mayo y en junio contra la guerra y por el aumento de sus salarios, como en Donetsk, Krivoy Rog y en muchas otras minerías del Donbas(3).

Al margen de las motivaciones del todo confusas, impregnadas de un nacionalismo aguado por las cuales los soldados se han amotinado y se han negado a partir “al frente”, y al margen también de la falta de perspectiva de clase incluso en la misma lucha de los mineros, está el hecho de que de parte proletaria se expresa una cierta ruptura de la solidaridad nacional y de la colaboración interclasista. De por sí esta ruptura una ha generado ni generará automáticaente una movimiento de clase del proletariado ucraniano –no importa si de origen ruso, ucraniano, tártaro...- esto lo sabemos bien, pero es una señal que vale para los proletarios en general: es posible oponerse a la guerra burguesa y no se debe tener miedo de luchar por los propios intereses inmediatos y, al mismo tiempo, contra la guerra; esta solidaridad entre proletarios tiene su fuerza y puede pesar, al menos en lo inmediato, en las decisiones que los Estados enfrentados deben tomar. Es, por otra parte, una señal también para las clases burguesas de que no pueden usar como les plazca a las masas proletrias y es por esto –aunque ciertamente no sólo por esto- que Rusia, por un lado, y el gobierno de Kiev por el otro han decidido atenuar la recíproca presión militar alcanzando recientemente una forma de “alto el fuego” que permita “discutir” las respectiva razones.

Las huelgas y los motines no son tales de impedir la continuación del enfrentamiento armado en las regiones del Este de Ucrania, no se puede esperar tanto de un proletariado decaptiado durante decenios tanto en las organizaciones sindicales clasistas como en el partido político de clase. Pero lo que no sucedió en la guerra de la antigua Yugoslavia ha tenido lugar en Ucrania. Una diferencia de clima social que no se puede ignorar.

Queda el hecho de que la gran mayoría de los proletarios están aún profundamente intoxicados por el democratismo y por el nacionalismo. La llamada “revolución naranja” que en Ucrania debía haber llevado a una de las más importantes repúblicas ex soviéticas el viento de la democracia, de la libre y pacífica expresión de los intereses de cualquiera y, sobre todo, una acelerada privaticación de las empresas y de la circulación de capitales, al respeto de la llamada plena soberanía nacional, no ha sido sino la última de las ilusiones burguesas: en época imperialista la soberanía nacional se reduce a una forma ideológica, pretexto para pasar como “agredidos” por parte de competidores más fuertes y para pedir ayuda a los “aliados” del momento para defenderse mientras en los hechos económicos y financieros de fondo –los que determinan el poder de los gobiernos- esta funciona como mampara y “oficina de representación” de los grandes poderes, nacionales y extranacionales.

Referirse a la soberanía nacional, al derecho internacional, a los tratados de amistad y de alianza es en fin un modo para enturbiar las aguas y pescar según intereses no abiertamente declarados pero impuestos con la fuerza. Los movimientos populares que llaman a la paz, a la democracia, a las negociaciones en las cuales los contendientes lleguen a acuerdos que satisfagan los intereses mutuos, a la lucha contra la corrupción y la ilegalidad y que imitando a los “indignados” franceses, españoles, griegos o italianos, se llaman Euromaidan o similares, son en realidad corazas ideológicas y políticas lanzadas contra el eventual despertar de clase del proletariado. Los proletarios ucranianos, frente a la exasperación de la competencia capitalista que se transforma en un enfrentamiento armado entre estados o fracciones burguesas en durísimo enfrentamiento entre ellos, en la huelga de los mineros de Donbass han demostrado materialmente que los intereses proletarios y los intereses burgueses son opuestos entre sí, son inexorablemente antagónicos. Sobre esta vía los proletarios pueden encontrar la dirección de clase con la cual reconocerse clase capaz de imponer con su propia fuerza, su propio movimiento, sus propias organizaciones, un enfrentamiento sobre un terreno completamente diverso, el del enfrentamiento abierto contra la guerra burguesa, contra la guerra entre Estados, la guerra de clase.

Pero la guerra entre clases no nace en una noche. Los proletarios deben habituarse a sentirse clase opuesta todas las otras clases de la sociedad, con intereses opuestos (y con miras mucho más amplias) a los intereses burgueses; los proletarios deben reconquistar la fé en sus propias fuerzas no sólo a nivel episódico, sino con continuidad en el tiempo y en el espacio y para obtener este resultado deben reorganizarse sobre el terreno de clase, a nivel inmediato para comenzar y a nivel político para utilizar sus mejores fuerzas. Porque es en el partido político de clase, el partido comunista revolucionario, que podrá encontrar y reconocer su única y verdadera guía histórica para su emancipación del capitalismo.

Combatir contra la borrachera nacionalista, de un lado y del otro, para los proletarios no será una “elección” ideológica, sino el resultado de una lucha que comienza inevitablemente sobre el terreno de la supervivencia, sobre el terreno de la defensa exclusiva de los intereses inmediatos proletarios y de su organización. Y sobre este terreno nace la solidaridad de clase, por lo tanto la unión de los proletarios en una única lucha contra las fuerzas de la conservación burguesa, de la conservación capitalista. No es volviendo la economía llamada “planificada” o acelerando la economía “de mercado”, como los proletarios podrán encontrar una solución aceptable o compatible con sus propias condiciones materiales de vida o de trabajo. Como en la vieja URSS, así en la nueva democracia o en la nueva república popular, la economía fue y es capitalista, el poder es de la clase burguesa dominante y, por lo tanto, el enemigo fundamental no ha cambiado, es el mismo: la burguesía dominante que representa al capital con sus empresas, sus bancos, sus trusts, su Estado su ejército y su policía.

Al proletariado, en realidad, bajo cualquier cielo, en Ucrania o en Siria, en Europa o en China, en Rusia o en América, la vía a tomar no presenta alternativa histórica: es la vía de la lucha en todos los horizontes contra las fuerzas de conservación social, burgueas o pequeño burguesas, defiendan estas la democracia o la sharia, el cristianismo o el laicismo. En la lucha por la supervivencia de la clase explotada por el capital, el proletariado encontrará, como encontró en el glorioso pasado de las revoluciones de 1848 en adelante, su vía de clase. La historia no tiene prisa, aunque durante muchas decenas de años los proletarios de todo el mundo sufran indecibles tragedias con el único fin de ser inmolados al dios Capital.

 

14 de septiembre de 2014

 


 

(1) http: //ndilo. com.ua/ news/ u-viyisku-rozpochavsja-bunt.html, e http: // ukraineantifascistsolidarity. wordpress.com/ 2014/ 05/ 30/ beginning-of-rebellion- in-the- ukrainian- army/

(2) http: // ukraineantifascistsolidarity. wordpress.com/ 2014/ 06 /02/ soldiers-relatives-protests- spreading-in- ukraine/  e anche http: // www. aitrus. info / node/ 3875/ attraverso http:// libcom.org/ forums/news/protest-ukraine-02122013? page=11# comment-541714  

(3) http: // liva.com.ua/miner-war.html, attraverso http: // ukraineantifascistsolidarity. wordpress.com/ 2014/ 05/ 30/ donetsk- miners-strike-against- war-eyewitness- account/, oltre a http: // www.marxist.com/ donetsk-miner-strike.html

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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