Una aclaración necesaria

 

(«El proletario»; N° 7; Julio-Septiembre de 2015)

 

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Desde hace algún tiempo se han distribuido, en España, textos en castellano firmados como «Partido comunista internazionale» (il comunista).

Aquel o aquellos que los han distribuido no forman parte de nuestra organización, por lo tanto estos textos no pueden ser considerados como provenientes de nuestro partido.

«Il Comunista» es uno de los órganos, en lengua italiana, del Partido Comunista Internacional (www.pcint.org) que publica, para España y los países de lengua española, el periódico El Proletario y la revista teórica El Programa Comunista.

Como saben los lectores de nuestra prensa y los proletarios que siguen nuestra actividad, que se prolonga ya a lo largo de décadas, las cabeceras con las cuales el partido es conocido en los diversos países, además de las que ahora recordamos, son: en francés Le Prolétaire y Programme Comuniste; en  inglés Proletarian y Communist Program; en alemán Proletarier y Kommunistisches Programm; en italiano Il Proletario además de Il Comunista, ya citado.

Nuestro partido está presente en España con su sección, que es la única responsable de toda la actividad de prensa, propaganda e intervención pública en las manifestaciones y en las luchas obreras.  Todos aquellos que quieran tomar contacto con el partido deben utilizar sólo estas direcciones presentes en nuestro sitio: elprogramacomunista@pcint.org, o el apartado de Correos 27023-28080 de Madrid.

Todo el material de partido inherente a la actividad en España reporta constantemente la firma del partido y la referencia a nuestras cabeceras El Proletario o El Programa Comunista. Materiales, textos, opúsculos, tomas de posición, volantes, comunicados difundidos en España que lleven otras indicaciones –aún el nombre de otras cabeceras del partido- son ajenos a nuestro partido: acciones de este tipo son actos de confusión deliberadamente llevados a cabo para confundir las correctas posiciones del partido, y aquellos que las llevan a cabo lo hacen con el simple fin de hacerse pasar por simpatizantes o militantes de nuestro partido, cosa que no se corresponde con la realidad. Además, entenderse con grupos o grupúsculos nacidos del eclecticismo con el único fin de confundir a los proletarios más combativos para desviar la reacción de clase por los meandros del juego de las opiniones personales y de las sedicientes tácticas más eficaces gracias a su inmediatismo, tratando de vincular al partido, bien mediante aquellos que se hacen pasar por miembros del partido o bien mediante aquellas posiciones que se pasan de contrabando como posiciones del partido, es una acción aún más estúpida y vil.

El uso de estos expedientes mezquinos no puede sino generar inevitablemente confusión y denota la actitud, del todo pequeño burguesa e intelectualoide, de aquellos que siempre están dispuestos a comerciar con productos «sofisticados» y «variados» haciéndolos pasar por buenos y originales, además de demostrar que son individuos políticamente sin capacidad, imposibilitados para actuar si no es mimetizándose bajo formas que consideran «prestigiosas» para satisfacer su ansia de emerger de la masa.

No es la primera vez y no será la última que el partido es objeto de acciones de este tipo; en nuestra larga experiencia hemos visto cosas de todo tipo y sabemos que las acciones de falsificación de las posiciones marxistas y de la actividad concreta del partido de clase, son parte de la lucha que las fuerzas de la conservación social y del oportunismo conducen contra el movimiento de clase del proletariado y, por lo tanto, contra el partido de clase, utilizando cualquier elemento, consciente o inconscientemente qué más da, mejor si proviene de las filas proletarias o de la actividad política llevada a cabo por algún tiempo en las filas del partido. La experiencia del viejo estalinismo enseña mucho a este respecto.

Las posiciones que nuestro partido asume no son el resultado de consultas de opinión ni mucho menos del resultado de votaciones sobre tesis contrapuestas; son posiciones marxistas, revolucionarias, materialmente objetivas y sedimentadas por más de un siglo y medio de lucha contra la sociedad burguesa, su dominio y su ideología, y pueden ser hechas suyas por cualquiera, proletario o no proletario sin que se sienta obligado a someterse a la disciplina organizativa del partido. La fuerza de las posiciones marxistas es precisamente esta: no son posiciones personales, no son propiedad privada depositada con copyright en los tribunales burgueses; estas representan los intereses sociales de la clase proletaria que es la única clase de esta sociedad que tiene una finalidad histórica revolucionaria que prevee la desaparición definitiva de cualquier relación de producción y de propiedad burguesa. Pero los intereses históricos, e inmediatos, del proletariado como clase de esta sociedad y, al mismo tiempo, como única clase proletaria existente en el capitalismo, son representados y defendidos, en los flujos y en los reflujos de la lucha proletaria contra la burguesía, en el tiempo y en el espacio, con intransigencia e invariancia, sólo por el partido de clase.Hay quien comparte estos intereses de clase pero no forma parte del partido de clase: los sostiene, los asume, los defiende en la lucha contra la sociedad burguesa y contra todos sus aspectos ideológicos, de propaganda y de actuación concreta del dominio de la clase burguesa en la vida cotidiana; hay quien, en vez de esto, los combate –actualmente la mayoría-, los trastoca, los falsifica para quitarles la fuerza de convicción que poseen y quitárlsela de paso también al partido que los propaga. Esta lucha anti proletaria y anti partido de clase,  desde hace decenios responde a la actividad principal de todas las fuerzas de conservación y anti proletarias que existen, no importa bajo qué ropajes se enmascare esta actividad.  El hecho de mimetizarse bajo los despojos del militante o del simpatizante se une, conscientemente o no, a la actividad anti partido de todos aquellos, de los burgueses declarados a los anarquistas, de los estalinistas o post-estalinistas a toda aquella pléyade de «extremistas» y «revolucionarios de opereta» que se hacen fuertes, en la práctica, por las debilidades reales en que se encuentra la clase proletaria desde hace muchísimos años y que, por lo tanto, permite engañar con gran facilidad.

Una cosa son las posiciones expresadas por el partido comunista internacional, propagadas y defendidas por sus militantes y simpatizantes, a través de la prensa del partido; otra cosa son las posiciones individuales y parciales que también cada proletario, en un momento dado de su lucha puede hacer suyas, propagándolas y defendiéndolas aún sólo en una determinada situación para después abandonarlas después de ser atraído, y desviado, por otras posiciones. ¡Pero otra cosa muy diferente y perversa es hacerse pasar por lo que no se es!

El partido, obviamente, defiende y defenderá sus posiciones auténticas contra cualquier acto que genere confusión, falsedad o eclecticismo de cualquier tipo. Y los proletarios que nos conocen y que nos siguen son perfectamente capaces de reconocer el original de la falsificación; los otros proletarios, antes o después, se darán cuenta durante la lucha contra el enemigo principal, que es la clase de los patrones y de los capitalistas, que en sus filas se insinúan constantemente posiciones falsamente de clase como un  veneno inoculado deliberadamente para debilitar la reacción clasista y ofuscar la lucidez en la acción de defensa, acción absolutamente basilar para poder erigir sobre ella, mañana, las sucesivas acción de lucha política y revolucionaria.

 

7 de junio de 2015

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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