Aviso a los lectores, simpatizantes y camaradas

(«El proletario»; N° 22; Enero - Abril de 2021 )

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Dada la imposibilidad práctica de celebrar reuniones públicas, de distribuir nuestra prensa y nuestras posiciones debido a los confinamientos y a las medidas que restringen la libertad de movimiento, nos hemos visto obligados a reducir la voz del partido al medio virtual de nuestro sitio web donde los interesados pueden encontrar nuestras posturas y nuestras publicaciones en los diversos idiomas. Al mismo tiempo, la entrega de los periódicos -que estaban listos entre noviembre y diciembre- ha sufrido y sufre inevitablemente grandes retrasos debido tanto a las restricciones de viaje como a los atascos de tráfico en los centros de clasificación postal. Los lectores y suscriptores tendrán que ser pacientes: el último número del periódico que normalmente reciben llegará mucho más tarde de la fecha de lanzamiento real, pero llegará. Mientras tanto, pueden leerlo en formato PDF descargándolo de nuestra página web.

La Covid-19 sigue cobrándose muchas víctimas; el hecho de que los hospitales están experimentando una vez más grandes dificultades, especialmente en las unidades de cuidados intensivos, y que los propios virólogos más serios predicen que esta pandemia continuará no solo durante todo el próximo año, sino también el siguiente, es una demostración más de que la burguesía dedica al cuidado de la salud humana sólo lo que de alguna manera puede amortiguar la emergencia - como cuando se quema un vertedero - pero su mayor preocupación, con mucho, es que la economía retome su curso lo antes posible en todos los campos, con el objetivo de recuperar los beneficios perdidos en este año de crisis en el que la emergencia sanitaria se ha combinado con una crisis económica ya existente.

Las medidas restrictivas que los gobiernos han impuesto desde el pasado mes de marzo se suavizaron durante el período estival, cuando parecía que la epidemia se había ralentizado considerablemente. Pero no frenó la presión de cada gobierno en el control social, en los lugares de trabajo así como en la vida cotidiana. Como siempre ocurre, una epidemia viral como la del coronavirus se desarrolla por acumulación de contagios, mientras que la cepa viral inicial, que se propaga en diferentes ambientes y en diferentes países, tiende a modificarse y a producir otras cepas con características diferentes, registrando una tendencia general que oscila entre los picos y las disminuciones de velocidad que los medios de comunicación gustan de llamar «olas». Desde el comienzo de la epidemia hasta hoy, la sociedad capitalista no ha mejorado desde el punto de vista de la atención de la salud humana; la emergencia sanitaria se ha presentado, más bien, como una jugosa oportunidad para las grandes empresas, para la industria farmacéutica, y esto es lo que tenemos en este diciembre de 2020: la vacuna contra el Covid, o mejor dicho, las diversas vacunas que Pfizer-BioNtech, Astra-Zeneca, Sanofi, Johnson& Johnson y docenas de otras grandes empresas químico-farmacéuticas se han propuesto producir, están siendo promocionadas como el comienzo de la «verdadera» cura contra el Covid-19. Esta pandemia, por otra parte, ya había sido pronosticada en simulaciones realizadas en 2010 y 2019 -a raíz de la epidemia de Sars-CoV-1 de 2003- por fundaciones privadas multimillonarias como la Fundación Rockefeller y la Fundación Bill&Melinda Gates, que ejercen una gran influencia en la Organización Mundial de la Salud. Pero ningún Estado ha preparado preventivamente las instalaciones de salud pública y al personal sanitario para abordar y cortar de raíz esta epidemia. Se ha permitido que la epidemia recorra el mundo durante meses, mientras que la investigación científica se dirigió a conocer las características fundamentales del nuevo coronavirus para producir lo antes posible la fatídica vacuna. Se registraron más infecciones, más hospitalizaciones, más muertes mes tras mes y con más fuerza se puso en marcha la necesidad de tener, lo antes posible, la vacuna disponible, sin importar si las pruebas realizadas no garantizaban la ausencia de reacciones alérgicas y consecuencias más graves aún, que quizás surjan muchos años después como ya ha ocurrido con muchas vacunas anteriores. Había miles de millones de dosis en juego: todos los Estados han competido para obtener una cantidad necesaria para vacunar a un alto porcentaje de su población. El enorme negocio de las vacunas se inició, y en estos días se está materializando. Los programas de televisión están haciendo su parte filmando el viaje de los camiones que llevan las dosis de vacunas en cada país y sus primeras inoculaciones.

La carrera por las vacunas, su producción en miles de millones de dosis, toda la organización de la campaña publicitaria para convencer a la mayoría de la población de que se vacune, apoyada por una constante propagación del miedo contra este «enemigo invisible» y por la amenaza de despido a los trabajadores que se nieguen a vacunarse, dan una idea, aunque parcial, de lo mucho que le importa a la sociedad capitalista la salud de su economía a pesar de la salud de los hombres. El compañero de viaje de la vacuna es el miedo a enfermar y morir; y este miedo tiene una razón material muy específica, porque la mayoría de los que necesitan tratamiento, al no disponer de recursos que les permitan ser tratados en clínicas privadas costosas, saben que la atención de la salud pública es principalmente pesebre para los políticos. Y la crisis sanitaria que hemos presenciado hasta ahora y que seguimos presenciando aún no fue causada por el virus Sars-CoV-2, sino por la absoluta falta de prevención real. Para el capital, la emergencia sanitaria es una oportunidad de ganar dinero, de obtener beneficios rompiendo la mayoría de las limitaciones de control y administrativas y, sobre todo, de hacerse con el dinero público -»legalmente»-, como demuestran los inevitables escándalos de las camas, del equipo de protección personal, de las jeringas para inocular la vacuna y cualquier otro equipo hospitalario necesario en esta emergencia.

Era natural que nuestra prensa internacional que salió este año, así como la mayoría de las tomas de posición publicadas en el sitio, tratara esta crisis de salud y las consecuencias que tiene y tendrá en el proletariado.

Los proletarios deben aprender importantes lecciones de esta crisis, no sólo porque la mayoría de los enfermos y moribundos de Covid-19 o con Covid-19 son proletarios -como en toda crisis social- sino porque todo Estado burgués ha aprovechado esta crisis para organizar un control social más que puntual que no consiste sólo en la represión pura y simple de la policía: hoy el control social por parte del Estado y, por tanto, de la clase burguesa dominante, se realiza a través de medios de propaganda muy avanzados tecnológicamente. En un tiempo la propaganda, además de los canales clásicos de las escuelas y organizaciones religiosas, se confiaba principalmente a los periódicos, revistas, radio, cine y mítines; luego llegó la televisión, y así la propaganda burguesa entró en la casa no sólo con la voz, sino con las películas, como en el cine, pero sin moverse de casa. Luego vino Internet y las redes sociales y la posibilidad, por lo tanto, de que cada uno no sea sólo un oyente o lector pasivo, sino un usuario de Internet, interviniendo activamente en un espacio virtual al que millones de usuarios pueden acceder en tiempo real; con el paso de los PC a la telefonía móvil, la propaganda burguesa ha reforzado su influencia potencial no sólo en las masas, sino también en cada uno de los miembros de las masas a los que se puede llegar en cualquier momento del día o de la noche y en cualquier lugar donde funcione la conexión. De esta manera, la organización comercial de la producción capitalista amplía enormemente su alcance y, al mismo tiempo, hace que el intento de venta sea más rápido y lo dirige a compradores potenciales cuyas características ya conoce. Al mismo tiempo, acelera la tendencia a la concentración y la centralización económica, arruinando a un número considerable de pequeños productores y pequeños comerciantes como, por otra parte, dicta el desarrollo capitalista.

Estos medios, como ya sabemos, son al mismo tiempo herramientas de trabajo y, dadas sus características informáticas, se utilizan tanto como medio de comunicación entre oficinas, entre proveedores y clientes, entre socios comerciales, entre jefes y empleados, como para investigar la vida privada de cada persona, sus contactos, sus preferencias, sus compras. En una sociedad que ha hecho de la intimidad la esfera idealmente intocable del individuo, es precisamente la intimidad la que está siendo destruida, ridiculizando así la pretensión burguesa de proteger una confidencialidad que en realidad no existe, aunque la llamada «alta sociedad», la gran burguesía, los que mueven los hilos de los intereses capitalistas e imperialistas, a pesar de proclamar que actúan en interés del «bien común», de la comunidad «nacional» o incluso «internacional», en realidad actúan en secreto, bajo cuerda, en reuniones confidenciales, haciendo acuerdos secretos.

La historia de la lucha entre clases muestra que los enemigos aprenden unos de otros, usando los medios utilizados por uno u otro bando, copiando y tratando de perfeccionar las formas en que se usan. En el campo industrial, y en el militar en particular, el espionaje es la regla. Así pues, lo mismo ocurre en el ciberespacio, y los piratas informáticos están ahí para demostrar que en una sociedad en la que la competencia comercial es cada vez más despiadada, la confidencialidad absoluta no existe. Así como ayer el policía y el cerrajero aprendieron del ladrón y del asaltante el arte de irrumpir en lugares privados y salir con un botín, y el ladrón y el asaltante aprendieron del policía y el cerrajero sus nuevas técnicas de investigación y fabricación de cerraduras, hoy los expertos en informática están haciendo lo mismo. La gran diferencia entre ayer y hoy, es que ayer el ladrón y el asaltante tuvieron que ir en persona al lugar elegido para el atraco, hoy el hacker puede actuar desde cualquier sótano e irrumpir en cualquier sistema informático, cualquier ordenador, aunque esté situado al otro lado del mundo.

¿Todo esto detendrá o facilitará la reanudación de la lucha de clases por parte del proletariado? El proletariado, dada la disponibilidad de estos nuevos medios de comunicación, ¿podrá organizarse más fácilmente en el terreno de la lucha de clases, tendrá más o menos posibilidades de establecer relaciones de clase fiables de una ciudad a otra, de un país a otro, de una generación a otra?

Como siempre, el problema no viene dado por el instrumento, sino por el uso que se hace de él y para qué objetivo se utiliza. Mientras esté en manos de la clase dominante y ésta consiga utilizarlo para doblegar al proletariado a sus necesidades de dominación, es un instrumento de la contrarrevolución. Cuando la lucha de clase proletaria reanude su camino, es decir, cuando una parte no infinitesimal de proletarios luche sobre el terreno de la clase, utilizando métodos de lucha clasistas (que corresponden exclusivamente a la defensa de los intereses de clase del proletariado) y se organice como clase independiente de cualquier otra clase social y de cualquier aparato de la burguesía o dirigido por la burguesía, entonces el proletariado podrá o deberá elegir para sus objetivos de clase y revolucionarios ciertos medios o instrumentos de lucha utilizados por el enemigo de clase. Todo dependerá de las relaciones de fuerza entre la clase proletaria y la clase burguesa, y de la maduración de los factores favorables a la lucha clasista y revolucionaria. Inútil y contraproducente para la propia reanudación de la lucha de clases es el empleo de métodos y medios de lucha, por ejemplo, del tipo utilizado por las formaciones terroristas como las Brigadas Rojas, o, por el contrario, el empleo del método parlamentario y de la conciliación interclasista en ausencia de una situación favorable para el ataque revolucionario al poder.

El partido de clase, que, incluso en su trabajo cotidiano, debe dar ejemplo de continuidad revolucionaria, no sólo en el plano teórico, sino también en el práctico y de comportamiento, nunca cederá a los halagos con que la burguesía trata de atraer en su propio campo -y por tanto, sustancialmente, a la defensa de su sistema social- aprovechando la dificultad real del proletariado para reconocerse como clase distinta y en antagonismo irreconciliable con la burguesía, y deberá necesariamente hacer uso de los instrumentos de comunicación y de propaganda, seleccionando entre todos los existentes los que más correspondan a la necesidad de alcanzar, dadas las diferentes situaciones, el mayor número de proletarios y de defender de la manera más sólida su continuidad teórica, ideológica y organizativa.

Por esta razón hemos abierto un sitio web absolutamente independiente de cualquier otro grupo político o económico, pero no un foro de discusión donde prevalezcan las opiniones personales o un perfil en las redes sociales (Facebook, YouTube, Twitter, WhatsApp, Instagram u otros) con el objetivo, que otros grupos tienen, de aumentar numéricamente el número de sus militantes o simpatizantes utilizando la palanca de los halagos personales y proponiendo las posiciones del partido empaquetándolas como si fueran productos comerciales. Así como nunca hemos aceptado, desde la fundación del partido después de la Segunda Guerra Mundial, la publicidad comercial en nuestra prensa (no por ninguna pureza ideológica mal entendida, sino para no ser económicamente esclavos de las empresas que anuncian sus productos y, precisamente, para no empaquetar las posiciones del partido como si se tratara de productos para vender), para no desviarnos de lo que siempre ha sido, no por elección, sino por condiciones materiales e históricas objetivas, el arduo camino de la militancia revolucionaria y sus actitudes coherentes que se niegan a ser confundidas con caminos que parecen más simples, menos cansados, más «al alcance» de las masas, pero en realidad oportunistas. La historia del oportunismo, de los desvíos del rumbo revolucionario que comienzan con pequeñas y ligeras cesiones en los criterios organizativos más que en las tácticas, para luego convertirse en peligrosos deslices y, finalmente, acaban en posiciones contrarrevolucionarias, está desgraciadamente llena de episodios y, de esta historia, los marxistas debemos sacar lecciones vitales como nuestro partido lo hizo ayer, bajo la dirección de Amadeo Bordiga.

 

1/01/2021

Texto completo en ILCOMUNISTA.

 

 

Partido comunista internacional

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