Nacionalización de Sidor y «control obrero»

(Suplemento N° 8 de «El programa comunista» N° 48 ; Abril de 2009)

Volver sumarios

 

En abril de 2008, todos los grupos de izquierda y extrema-izquierda de Venezuela y de otros países (Argentina, Bolivia, Nicaragua, España, Francia, Italia, etc.) cantaban al unísono: «¡ Triunfo la clase obrera  en Sidor!»; Chávez acababa de anunciar la nacionalización o, mejor dicho, la re-nacionalización de la más grande Aceria de la cuenca del Caribe, la cuarta de América Latina.

 

la situación  antes de la nacionalización

 

La empresa Sidor, fundada sobre todo para suministrar en tubos de acero a la industria petrolera venezolana, había sido privatizada en 1997, pasando al control de un grupo formado por capitales ítalo-argentinos, Ternium-Techint, el cual había comprado 60% de las acciones, pasando a ser el grupo mayoritario dominante de Sidor; anteriormente hubo una primera nacionalización – que data del 1° de enero de 1975 –, esta «nacionalización del hierro» fue proclamada por el expresidente Carlos Andrés Pérez (AD), época del primer shock petrolero mundial.

Techint fue fundada en Argentina por el industrial italiano del acero Agostino Rocca, luego de la segunda guerra mundial. Este industrial había apoyado a Mussolini, razón por la cual se le confió la dirección de las siderúrgicas del Estado italiano, otorgándosele también el puesto de secretario de las Industrias Metalúrgicas de Guerra, en 1933, etc.

Pero, a partir de 1943, la perspectiva de una derrota de Alemania lo llevó, así como a otros burgueses italianos, a tomar distancia con respecto al régimen mussoliniano, y a iniciar contactos con la resistencia pro-americana. Apresado durante la Liberación, esta acción le permitió recobrar rápidamente la libertad; sin embargo, Rocca juzgó prudente establecer sus empresas en Argentina, mientras que el resto de la familia prosperaría en Italia, durante la época de reconstrucción del devastado continente.

Con el tiempo, Techint pasó a ser el grupo industrial más importante de Argentina, monopolizando acero y petróleo. Por su peso e importancia, los dirigentes políticos argentinos no podrían impedirle nada hoy, y así lo testimonian las declaraciones de apoyo de la presidente Cristina Kirchner, a fin de obtener del presidente venezolano Hugo Chávez un «precio justo» por las acciones de Techint.

Ya en mayo del 2007, cuando Chávez amenazaba con nacionalizar la empresa, el expresidente Nestor Kirchner había literalmente volado en socorro de Techint. Chávez reprochaba a Sidor [todavía en manos de Rocca] de querer vender sus productos en el mercado internacional a un precio más elevado, en lugar de venderlos a PDVSA, obligando a esta última a importar sus tubos a precios del mercado internacional.

Un detalle de marca es que, si bien el alza de los precios del petróleo ha generado grandes cantidades de dinero, esto al parecer no impide que PDVSA tenga periódicamente problemas de tesorería, posiblemente a causa de las punciones y sangrías que recibe de todo el mundo, comenzando por sus dirigentes y jefes sindicales...

La privatización de Sidor significó para los trabajadores una fuerte agravación de sus condiciones de vida y de trabajo y una explotación acrecentada; por ejemplo, los trabajadores habían perdido una serie de ventajas que les habían sido acordadas en el pasado, tales como atención médica, guarderías infantiles, bonos vacacionales, etc.

Pero, ante todo, lo más patente era que de 13.500 trabajadores, ahora no llegaban a 4.500 los que tenían empleo fijo en la empresa; los 9 mil restantes permanecían fuera del contrato-madre; eran los llamados «tercerizados», es decir, empleados por otras empresas sub-contratantes y bajo contratos precarios y salarios inferiores. En definitiva, los trabajadores de Sidor habían sufrido un fuerte deterioro de sus condiciones que, comparadas a las del resto de las otras grandes empresas de la zona (Alcasa, Venalum), eran manifiestamente inferiores.

En 2007, en momentos en que se vence el antiguo contrato, el pliego de peticiones introducido por el sindicato Sutiss puso como punto principal un aumento de 300% de los salarios (es decir un aumento de 80 Bs.F / la hora), lo que, dada la gran inflación que ha sufrido el país en esta última década, equivalía a recuperar las pérdidas sufridas por los trabajadores durante el contrato anterior. Además de otras reivindicaciones socio-económicas introducidas en la renovación del contrato colectivo, una de las más importantes y estratégicas, desde el punto de vista de clase, era precisamente la extensión del contrato colectivo a los trabajadores tercerizados.

Las negociaciones se prolongarán durante... 17 meses; 17 meses en los cuales el sindicato hizo todo lo posible por obstaculizar el camino de la lucha real de los trabajadores; en su lugar organizó pequeñas huelgas parciales y por poco tiempo, además de «procesiones», etc.; pero, sobre todo, hacía llamados a la intervención del gobierno y al pedido reiterado de nacionalización de Sidor. Entre tanto, Sutiss redujo sus reivindicaciones de 80 a 53 Bs.F; la dirección de la empresa proponía 45, aceptando además el reintegro de 600 tercerizados.

Por su parte, el gobierno envió como emisario al ministro del trabajo, el «trotskista» José Ramón Rivero, el cual fue denunciado por los trabajadores de querer desmembrar el sindicato que los ampara (Sutiss) y discutir el contrato con otro sindicato oficialista fantasma ( Frente Sindical de Trabajadores Bolivarianos – FSTB). Sin embargo en Sidor, ni la demagogia democrática (organización de un referéndum entre los asalariados), ni las amenazas y maniobras de Rivero, ni la utilización de la Guardia Nacional contra los huelguistas lograrán resolver el conflicto, es decir, calmar a los trabajadores, quienes en diversas ocasiones llegaron a desbordar el tope de las consignas de su propio sindicato, lanzándose en movimientos espontáneos de huelga, mientras que los movimientos de solidaridad comenzaban a aparecer aquí y allá.

Es bajo este telón de fondo de grandes tensiones (más el fracaso de las maniobras del ministro del trabajo, depuesto desde entonces) que, en abril, el gobierno se decide repentinamente a anunciar la nacionalización de la empresa.

Orlando Chirino, dirigente de la central sindical UNT y de su corriente C-CURA («Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria, Autónoma»), expresando la opinión de todo el arco político y sindical de izquierda y extrema-izquierda venezolanos, declaraba: “Sin ninguna duda, la nacionalización de Sidor anunciada por el Vicepresidente es el resultado de la lucha y la movilización tenaz que los trabajadores han venido desarrollando desde hace más de año y medio. Este es un triunfo inobjetable de los trabajadores y un ejemplo para toda la clase obrera venezolana. (...) Los derrotados son la empresa multinacional Ternium y el propio gobierno del presidente Chávez que hasta la semana pasada apoyaba a la empresa, a través de la postura del ministro del Trabajo (...) “El cambio de postura del gobierno, y el anuncio de inicio de un proceso de nacionalización aún indefinido, es un categórico triunfo de los paros obreros y de la autonomía sindical” (1).

Es comprensible que, ante todas estas grandes declaraciones, saludando esta nacionalización como una victoria de la clase obrera, los trabajadores mostraran gran alegría...

Para esas fechas, habíamos publicado un comunicado para explicar que, nacionalizada o no, «Sidor seguía en manos de los explotadores», y que los proletarios no podían contabilizarla como el resultado de sus luchas reivindicativas (2). ¡Al contrario, objetivamente, esta nacionalización se realizaba para frenar su descontento!

Decíamos, por ejemplo, que «esta nacionalización sin siquiera expropiación, pagada hasta el último bolívar fuerte, es significativa de la política y de la naturaleza del gobierno actual en Venezuela; nos indica que estamos en presencia de un gobierno burgués clásico que, como tal, tiene horror de atacar a la propiedad privada (...) Que esta nacionalización haya sido total o parcial, en nada cambia la suerte de los trabajadores y su explotación por un patrón (en este caso, el Estado) nacional o extranjero. Su explotación se debe a las leyes de funcionamiento del modo de producción capitalista: asalariado, división del trabajo, competencia, mercado, etc. (...) ¡Para defenderse, no hay otra posibilidad que la lucha unida de los proletarios en contra de los capitalistas y su Estado!»

No pasó mucho tiempo para que la realidad que denunciábamos emergiera de la euforia profusamente difundida por todas las organizaciones y corrientes falsamente «obreras» y «revolucionarias».

Pese a todos sus «bonitos» discursos acerca de la nueva «empresa socialista» en la que, de ahora en adelante, se iba a convertir Sidor, el 6 de mayo, en el palacio presidencial, entre la dirección de Sutiss y la empresa, y en presencia de Chávez, se firma un contrato que a la final estará bien lejos de las reivindicaciones por las cuales los trabajadores se movilizaban desde hace meses: 53 Bs.F/h de aumento salarial, pero sólo 33 a la firma, 10 en noviembre y 10 el año entrante; dada la inflación que azota al país, estos aumentos serán rápidamente desvalorizados; pero ¡esto quiere decir que el sindicato no hizo sino reducir sus pretensiones con respecto a lo que él mismo exigía antes de la nacionalización! Entre las reivindicaciones logradas está la prima al mérito de 10% (esta prima siempre ha sido un arma de doble filo para la clase obrera, ya que con ella se persigue individualizar a los trabajadores, empujándolos a competir entre sí, empujándolos incluso a la delación de sus propios compañeros de trabajo) y la revalorización del pago de las vacaciones (esta prima no ha sido cancelada correctamente a más de 500 trabajadores que deberían gozar de la misma, inmediatamente después de la firma del contrato (c.f.: http://nuevaprensa. com.ve/content/view/3841/2/)

En cuanto a los tercerizados, sólo 400 de entre ellos fueron incorporados a la empresa – a penas 200 más de los que ya habían sido aceptados por Ternium. ¡Pero, qué casualidad que más tarde se constatará que estos 800 asalariados habían sido integrados en calidad de vigilantes, es decir, contratados para hacer labores de policía contra sus propios compañeros...!

La noticia de la conclusión de este acuerdo provocó estupor en los «tercerizados». Estos decidirán el 7 de mayo ocupar los locales sindicales para tratar de obtener alguna respuesta de por qué el sindicato había abandonado toda una serie de reivindicaciones; de cómo serían seleccionados los trabajadores que iban a reintegrarse. En otras palabras, qué suerte les iba a tocar a los que seguían como tercerizados... La ocupación se reanudó al día siguiente, pero, ante el clima de incertidumbre y confusión reinantes, los dirigentes sindicales lograrán desmovilizarlos, diciendo que las negociaciones iban a restablecerse y que todos los problemas no podían resolverse de un solo golpe - tal como Chávez dirá más tarde....

El 12 de mayo, luego de una ceremonia por la firma de la ley sobre la nacionalización de Sidor y firma del nuevo contrato, Chávez retomó el mismo discurso, alternando amenazas y promesas. Chávez decía que ahora los trabajadores tienen que tener «un nuevo comportamiento», donde el conflicto debe dar paso a «una relación de afecto y colaboración, donde las fraternales diferencias deben llegar a entendimientos, como hermanos y compañeros, porque todos debemos cuidar los intereses de la Patria, de la Revolución, porque construiremos el socialismo en Sidor».

Con respecto a los tercerizados cuya suerte le «preocupa», el presidente venezolano declaraba: «no se desesperen, no vengan a pedirme en un día lo que no se logró en diez años» [el colmo de la mala fe, puesto que es el Estado mismo antes que la empresa y los sindicatos quien, a través de la inflación (léase: plancha de billetes a flujo tendido), reduce el valor real del salario, y cuya recuperación persiguen los trabajadores mediante un contrato que disminuya el impacto de la misma] (...) «que no salgan manipuladores de entre ustedes, porque yo mismo los denunciaré, yo mismo los señalaré con mi dedo, porque no acepto manipulaciones ni chantajes de ningún tipo». (...) «así que a los líderes obreros, cuidado, no se dejen llevar por el sindicalerismo». [Es evidente que el mensaje que quería hacer llegar el mandatario a los sindicatos era: «mucho cuidado con defender obstinadamente los intereses obreros» porque, ante todo, se trata de dar paso a «una relación de afecto y colaboración», es decir, de «amor» obrero-patronal...] Esto es lo que se llama un desarrollo económico altamente burgués, dentro de un espíritu cívico y municipal y revolucionario del socialismo «a la venezolana».

Agregó que: «(...) el que sin ton ni son venga a pedir que yo firme la incorporación de 5.000 o 10.000 trabajadores es un insensato y así se lo digo», suscitando, según la prensa, los aplausos de la asistencia; el pedido de reincorporación de todos los trabajadores son, según el presidente de Venezuela, «actitudes contrarrevolucionarias» que persisten en Sidor.

Por último el presidente llama a «la unión de la clase obrera, de la Fuerza Armada Nacional, de los campesinos, de los estudiantes, de todos los venezolanos para que, a pesar de las diferencias, se tenga la madurez de colocar por encima de los enfoques particulares, el interés general que es la Revolución Bolivariana» (4).

Además del clásico llamado a la unión de proletarios y burgueses para que cada uno deponga sus intereses particulares – e inevitablemente antagónicos – en aras del interés general, que jamás ha sido otra cosa que el interés del capitalismo, vemos que Chávez, aparte de proclamarse «obrerista», utiliza la vieja demagogia reformista según la cual nacionalización significa socialismo, sobre todo, con el fin de exigir a los trabajadores que abandonen sus reivindicaciones y luchas, amenazándolos, si no obedecen, con llamar a que sean combatidos por manipuladores y contrarrevolucionarios... ¡Está claro que la nacionalización de Sidor es sobre todo un arma contra los propios trabajadores!

Desde entonces, las negociaciones se prosiguen con Techint. En realidad, la nacionalización de Sidor no ha sido más que un acto de compraventa de una cantidad suficiente de acciones, hasta que el Estado venezolano obtenga la mayoría absoluta, y así tener poder de decisión; con esto se sobreentiende que el gobierno no busca sino enajenarse la participación minoritaria de los accionistas argentinos, dándoles incluso un puesto en la dirección de la empresa, y así asegurarse que sus actividades permanezcan en el país. Techint pide un precio no inferior a 2.400 millones de dólares por la transacción del 50% de sus acciones. El 15 de julio, Chávez, quien decía querer negociar amistosamente, declaraba que se había logrado llegar a un acuerdo de base con respecto al precio; según la prensa venezolana, este estaría por el orden de los 2.000 millones de dólares, a los cuales se le agregan entregas gratuitas de productos. Las negociaciones continúan (5), siempre bajo un clima «amistoso». En todo caso, Chávez no desea que Techint no se vaya definitivamente de Venezuela, pero, al negociar su participación en la industria metalúrgica venezolana, eso dará una importante ventaja a la familia Rocca .

Eso prueba la realidad de estas nacionalizaciones de Chávez: estas no son nacionalizaciones en el pleno sentido burgués del término (mucho menos expropiación sin indemnización, tal como piensan algunos afiebrados izquierdistas), sino un control mayoritario por parte del Estado venezolano (es Cemex la única empresa que rechaza este control) en la industria nacional. Y esto expresa bastante bien el significado «socialista» de Sidor. Y del gobierno Chávez. Bajo ningún aspecto, hay que suponer que si la siderúrgica Sidor estuviese 100% en manos del Estado se pudiese hablar de «empresa socialista» o socializada. El Estado no es garantía de «socialización» más que de concentración estatal de capitales. Ya decir «empresa socialista» es un desaguisado que no soporta ninguna lógica ni examen, y que oculta la verdadera naturaleza de las medidas tomadas por Chávez: decir que Sidor es «empresa» es aceptar en los hechos que existe el accionariado, la ley del valor, de la oferta y la demanda, salario y plusvalía, y que prueban que hay explotación del hombre por el hombre, como efectivamente la hay; todas estas categorías de índole capitalista no han dejado de existir en Sidor, por lo tanto, sería una absurda manipulación llamársele «empresa socialista», puesto que ambos términos se repelen mutuamente. Las medidas que los bolcheviques tomaron, «luego de haber tomado el poder», luego de haber destruido la maquinaria del Estado burgués estaban dirigidas a poner las bases «nacionales» hacia el futuro socialismo internacional. Pero, que sepamos, el Estado, en Venezuela, sigue siendo burgués y no ha sido – ni en sueños – volado y suplantado por un Estado en vías de «extinción» (Engels), y, mediante una toma violenta del poder: Al contrario, con Chávez en el gobierno, este Estado se ha recuperado y fortalecido; y se militariza con una participación cada vez más visible de generales y coroneles del alto mando militar – burgués – en el Poder Ejecutivo.

Entre tanto, el 11 de juniode 2008, Chávez y sus principales ministros se reunían en un lujoso hotel de Caracas con los 500 patrones de las empresas más importantes del país. A la salida de esta reunión llamada de «Reimpulso Productivo», se establecieron una serie de medidas tendientes a favorecer a los empresarios. Una partida de mil millones de dólares fue endosada para el éxito de este nuevo proyecto, cuyo objetivo sería el de convertir a Venezuela en una «mediana potencia» dentro de una gran «Alianza Estratégica Nacional» motorizada por capitales nacionales.

¡Mientras que el gobierno lanza sonrisas y ofertas contantes y sonantes en favor de las empresas nacionales, los trabajadores, como siempre, continúan siendo explotados sin misericordia – por los mismos capitalistas nacionales e internacionales y sus compadres!

Esperando todavía que una comisión se avoque al estudio para su incorporación en Sidor, dentro de la pretendida empresa «socialista» (que continúa siendo dirigida por la misma dirección anterior, y, a la cual se agregará mediante el «control obrero» una banda de burócratas sindicales), más de 8 mil trabajadores siguen trabajando en las mismas bestiales condiciones del pasado...

Top

      *   *   *

 

En la primera parte de este artículo, publicado en la primavera de 2008, habíamos constatado que todos los grupos de izquierda, así como los chavistas, habían saludado unánimemente como una gran victoria obrera la decisión gubernamental de renacionalizar la empresa siderúrgica Sidor (6).

Pero todos los obreros no estuvieron convencidos, sobre todo los 8000 tercerizados, quienes habían sufrido una baja de salarios, así como la pérdida de toda una serie de beneficios sociales, además de perder su estatus de empleados de la empresa cuando esta fue privatizada.

Exigiendo su reintegración, estos trabajadores mantuvieron durante meses la movilización; a finales de octubre, luego de la venida del ministro Sanz (quien luego se convertirá en gerente honorario de la empresa) este es recibido por un bloqueo de una de las entradas de la empresa, cortes en la ruta principal de la región, incendio de camisas con la efigie de Chávez, etc.

Las negociaciones con el Estado-empresario no llegarán a nada. El 11 de noviembre, la organización que representa a los trabajadores no le queda más remedio entonces que llamar a la huelga; la respuesta de los trabajadores fue masiva, al punto de lograr una notable disminución de la producción, lo que obliga a la empresa, 2 días después, a firmar un acuerdo bajo la supervisión del ministro. Se acuerda entonces el pago de una prima de 10 mil BsF (a entregar en varias partes), además de mejoras en las condiciones de trabajo (entre ellas la inseguridad laboral que ocasiona un muerto promedio por semana en la empresa); es preciso recordar que, meses antes, los representantes sindicales habían aceptado ser «pacientes» con respecto a la reintegración de los tercerizados, tal como lo exigía Chávez: en los hechos significaba abandonar esta reivindicación.

Sin embargo, desde noviembre, cerca de 2000 trabajadores no han logrado todavía obtener un solo bolívar de la prima prometida, entretanto los otros esperan la realización de las otras reivindicaciones. Frente a la exasperación de los obreros, el sindicato se ve empujado a dar por lo menos la impresión de actuar: organiza el envío de varios delegados hacia los ministerios en Caracas, haciendo también llamados a Chávez. Mientras que la dirección de Sidor reaccionaba tratando a los trabajadores más militantes de «delincuentes», el ministro-gerente los acusaba de dejarse manipular y de dejarse envolver en «acciones políticas».

El viernes 27 de febrero de 2009, los responsables sindicales de los tercerizados lanzaban un terrible ultimátum: «si este lunes no hemos recibido respuesta podrían retomarse escenarios que no hemos querido retomar, pero serán los trabajadores quienes decidan qué hacer». Lo que a ellos no les gustaría tomar es el camino de la lucha; pero además, los mismos confiaban a los periodistas que el gobierno no se ha dado cuenta que, habiendo incumplido tantas promesas, se ha creado una «bomba de tiempo». Según ellos, esto ha podido ser evitado cuando en lugar de prometer dicha prima ¡el gobierno hubiese llegado a un acuerdo sobre un tabulador lineal de pago para los tercerizados (7)! A pesar de no recibir ninguna respuesta estos no llamarán a la huelga, como era de esperarse: el único «escenario» que conocen estas organizaciones sindicales es el de la colaboración de clases…

 

OPCIÓN REFORMISTA

 Top

 

Los elementos y corrientes que, así como presentan falsamente la nacionalización de Sidor como una gran victoria de los trabajadores, han tratado de distinguirse colocándose un poco más a la izquierda, llamando a la «nacionalización bajo control obrero». Detrás de esta consigna de origen trotskista no hay más que maniobra y camuflaje del apoyo a la política gubernamental.

Ahora, vamos a examinar en tal sentido al grupo trotskista «Opción Obrera», ligado al Partido Obrero argentino (8), el cual pareciera distinguirse de las otras formaciones de extrema-izquierda, casi todas pro-chavistas. O.O. tiene en efecto el mérito de calificar de «trampa» a la «nacionalización capitalista» [¿y qué podría significar una nacionalización no-capitalista?] de Sidor, explicando no sin razón que la misma iba a servir sólo para ahogar la lucha de los obreros. Pero, la naturaleza fundamentalmente seguidista y maniobrera del trotskismo termina siempre recuperando sus medallas.

En el documento de O.O. sobre Sidor, encontramos en particular las críticas al sindicato Sutiss, ya que el mismo rechaza llamar a la huelga indefinida; sin embargo se lee allí también un análisis según el cual la apuesta principal del conflicto de Sidor es el derecho de los sindicatos a hacer huelga: «Un sindicato que no puede ir a la huelga no es un sindicato; una oficina del Estado. El conflicto de Sidor es una batalla en la guerra que viene librando el gobierno chavista para estatizar los sindicatos, someterlos a la tutela directa del gobierno e instalar a su cabeza una burocracia adicta; es decir, para liquidarlos como organizaciones de la clase obrera por la defensa de sus condiciones de trabajo. Si la dirección sindical cede a las presiones del gobierno y acepta el arbitraje, se convertirá en una correa de transmisión del Estado ‘bolivariano’ contra los trabajadores» (9).

En los hechos la burocracia sindical de Sutiss no esperó las presiones gubernamentales para impedir toda lucha real, ¡al punto que Chávez llegó a recordarle que la misma había aceptado la degradación de las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, además de la tercerización de miles de ellos, luego de la privatización precedente de la empresa!

Estos sindicatos colaboracionistas tienen por función primera la de resguardar la paz social y no la de defender los intereses proletarios. Cuando entran en conflicto con el gobierno, como hizo la CTV en el sector petrolero, no es porque la misma fuese una «organización de la clase obrera», sino porque está ligada a sectores burgueses de oposición. O.O. quiere «democratizar» estos sindicatos, sosteniendo algunas corrientes dentro de su burocracia que se autocalifican como «clasistas» por el hecho de que algunas veces se les ocurre criticar al gobierno… ¡en nombre de la «revolución bolivariana»! En realidad, desde el punto de vista de clase no hay nada qué defender de estos aparatos sindicales; al contrario, es yendo contra ellos y su práctica de colaboración de clases, contra sus vínculos con los patronos y el Estado, que los proletarios podrán organizarse sobre bases verdaderamente clasistas para luchar contra los patronos, privados o estatales.

En la introducción de su documento, O.O. escribe justamente que la nacionalización de Sidor no es una victoria de los obreros y que no lo será sino en la medida en que estos últimos logren «conquistar» sus reivindicaciones, poniendo en primer lugar sus intereses antes que los de los burócratas del gobierno y del sindicato. Sin embargo, al lado de la reivindicación de reintegración de los trabajadores externalizados en la empresa, O.O. cierra esta introducción con reivindicaciones más que dudosas: renuncia  del ministro del trabajo (como si el cambio de un ministro pudiese cambiar la política pro-capitalista del gobierno) y «control obrero sobre la producción y supervisores elegidos democráticamente»

Pero, es en su número del mes de mayo de 2008, el que sigue luego de la nacionalización, que Opción Obrera deja caer su disfraz «radical». En el editorial intitulado: «¿Cuál es el papel que deben jugar los trabajadores con la nacionalización de TERNIUM-SIDOR?», allí la denuncia de la nacionalización como una trampa antiobrera desaparece. ¡O.O. fija ahora a los obreros la tarea de actuar de manera que haya una verdadera nacionalización y que la multinacional Ternium no saque ningún beneficio de ella! «¿Fue realmente nacionalizada Sidor?» [Seguido de un análisis de las proposiciones gubernamentales en la negociación de la compra de partes a Ternium]. Con SIDOR, ahora con mayor razón, únicamente son sus trabajadores los que en última instancia pueden decidir cuando proceder a cerrar cualquier negociación [con Ternium]. (...) La oportunidad que se les presenta a los trabajadores sidoristas es de oro. Las manifiestas acciones de control obrero sobre la producción con sus comités de empresa los coloca en una posición franca de poder frente al menudeo burdo desde el gobierno por tratar de alcanzar un acuerdo honorable con el pulpo (...). Pero para que esto pueda tener condiciones de realidad, los trabajadores de SIDOR deben asumir ellos la decisión final del cierre de la negociación, y no pueden permitir de ningún modo que una decisión de este tipo se tome a sus espaldas».

El papel de los trabajadores se limitaría así a la negociación de acuerdos con la empresa – rol especifico de los burócratas sindicales. «Los trabajadores de SIDOR han colocado en el tapete su rol en la lucha de clases en nuestro país. Claramente se manifiestan por ser ellos los que desean imponerse sobre quienes los explotan, y no precisamente para dejarse avasallar por un nuevo patrono, esta vez, de carácter nacional. El papel político del proletariado venezolano ha dejado de ser irrelevante ante la actitud que han asumido los trabajadores de SIDOR.. Ese es el accionar que hay que replicar en cada fábrica o empresa de forma que sus acciones colectivas estén signados por su autonomía frente a las imposiciones desde el gobierno, y de independencia de clase frente a quienes los explotan.»

En los hechos, hasta el presente, los trabajadores de Sidor no han podido obtener satisfacción de sus reivindicaciones inmediatas; su larga lucha fue interrumpida por la decisión de nacionalizar las empresas, por otro lado el sindicato logra convencerlos de tener «paciencia» y esperar que el gobierno les dé por fin satisfacción. O.O. se ve obligado a falsificar la realidad para hacer pasar lo que es en realidad un alineamiento sobre ciertos sectores de la burocracia sindical reformista y patriota, como vemos en lo que sigue del editorial:

«Para que este papel político tenga éxito, los trabajadores deben (¿Qué? ¿Constituirse en partido de clase? No, pero cuando leemos lo que sigue ¿a qué serviría?)… convocar un congreso obrero que levante claramente en su programa de luchas los objetivos y métodos de la política de industrialización y administración del país, movilizando a la población desocupada y a las mayorías oprimidas del país. Ese es el socialismo que debe ser.

Viva el control obrero sobre la producción en Sidor. Ni un céntimo a Ternium-Techint, menos que mantenga participación en la Sidor nacionalizada (…). Por un Congreso obrero que concreta el programa de luchas por el socialismo y el desarrollo del país en función de los intereses nacionales. Por un gobierno obrero, campesino y popular».

Este socialismo, el cual tiene como objetivo no el de abatir al capitalismo, sino de industrializar un país y que define su programa en función de los intereses nacionales, no tiene por su puesto nada de socialismo: ¡es tan burgués como el «socialismo bolivariano» de Chávez! El verdadero rol político del proletariado comienza por su organización en clase, es decir, en partido, tal como lo especifica el Manifiesto Comunista. Si el objetivo de cada proletariado es ante todo el de tomar el poder y abatir al capitalismo en su propio país, no obstante, sus finalidades no son nacionales, sino internacionales; si a este le es imposible instaurar el socialismo en un solo país, ¡mucho menos será el de industrializar y desarrollar cada país sin antes hacer la revolución y destruir el capitalismo! No es sino después del derrocamiento de la burguesía y la instauración de su dictadura, que el proletariado tendrá la posibilidad de comenzar a transformar económica y socialmente al país, y no es sino tras la victoria internacional de la revolución comunista que podrá ser elaborado un plan único mundial para resolver los problemas relativos a la desigualdad de desarrollo social y económico a escala del planeta (¡incluyendo los excesos de desarrollo de ciertas regiones devastadas por la industrialización!).

Pero, así como fijan al proletariado la tarea burguesa de industrializar y desarrollar a Venezuela, es decir, desarrollar el capitalismo, los trotskistas de O.O. no esgrimen la dictadura del proletariado, sino un «gobierno obrero, campesino y popular», esto es, un gobierno multiclasista con un Estado burgués. Nadie debe entonces sorprenderse que, cuando les da por pensar en la necesidad del partido, en general escogen la formula confusa de «estructuración de la clase obrera»: cuando se capitula delante del reformismo antiobrero, es imposible luchar por la constitución del partido de clase, con táctica y política bien definidas y con el programa sólidamente anclado en el marxismo auténtico…

 

CONTROL OBRERO Y LUCHA REVOLUCIONARIA

 Top

 

Esta consigna del «control obrero» apareció sobre todo luego de la revolución en Rusia, en una situación de «doble poder», mientras que los obreros habían creado los «Soviets», los cuales constituían un embrión de poder proletario opuesto al poder burgués.

Lenin, en abril de 1917 avanza el objetivo inmediato de «el pase al control obrero de la producción social y a la repartición de productos por parte de los soviets de diputados obreros», ligado indisolublemente a la reivindicación del pasaje de todo el poder a los Soviets. A finales de mayo, en una resolución para la Conferencia de los comités de fábrica de Petrogrado, este avanza entre varias otras reivindicaciones la de un «verdadero control obrero de la producción y distribución». Pero, Lenin tiene mucho cuidado al escribir que la aplicación de todas las medidas de esta resolución «no es posible sino cuando el poder pase enteramente a manos de los proletarios y semiproletarios». Tal como él había declarado en mayo en la Conferencia del partido, en batalla contra las tendencias conciliadoras en Moscú que soñaban con controlar a los capitalistas: «el control sin el poder, no hay frase más vacua» (10). En buena táctica bolchevique, el control obrero es inseparable de la toma del poder.

Desgraciadamente esta frase será utilizada luego hasta la náusea por todos aquellos «trotskistas» u otros, que tratarán de esquivar este espinoso problema de la toma central del poder, prefiriendo sustituirlo por un imposible o inofensivo control de… la empresa. ¿Cómo podrían los trabajadores controlar la producción de su empresa, «asegurar que las prioridades [de esta producción de acero] favorezcan al pueblo», como lo escribe O.O? ¡No es a nivel de empresa que pueden decidirse las prioridades de la producción, sino a nivel central, a nivel del poder político del Estado! Poco importa que el Estado se atribuya 20% o 100% de partes del capital, poco importa que la dirección sea elegida por los trabajadores o impuesta desde arriba; mientras que el poder del Estado burgués no haya sido derribado y que el modo de producción capitalista no haya sido extirpado, la empresa no puede más que obedecer a las leyes económicas del capital, cualesquiera sean su estatus jurídico y su propietario.

No nos encontramos, pues, como en la primavera del 17 en Rusia, en vísperas del desencadenamiento de una lucha revolucionaria; no existe en Venezuela una situación de «doble poder», ni de Soviets obreros.

En la medida en que la crisis económica golpee al país, haciendo por ejemplo que se vayan agotando las reservas producto del ingreso petrolero, serán los ataques contra los proletarios los que se irán perfilando en el horizonte; se trata para estos últimos no de prepararse para el asalto al poder, sino de prepararse para la defensa de sus intereses inmediatos. En enero, el asesinato por parte de la policía de 2 trabajadores que ocupaban la empresa Mitsubishi, en protesta contra el despido de 135 obreros, o las amenazas de Chávez de militarizar las instalaciones del Metro en caso de huelga por parte de sus trabajadores, muestran concretamente lo que significa la represión anti-obrera (11): estas son advertencias para el futuro.

Hoy, la necesidad vital de los trabajadores de Sidor y otras empresas, nacionalizadas o no, no es el control obrero sobre la producción, sino el control de sus propias luchas. Este «control» comienza por la ruptura no solamente con las corrientes abiertamente chavistas, sino también con las falsas oposiciones revolucionarias, condición indispensable para poder trabajar por la organización de clase independiente, desde los comités de huelga hasta el sindicato y el partido de clase.

¡Esta si es la verdadera opción proletaria, la única perspectiva segura para los proletarios de vanguardia y los verdaderos revolucionarios!

20/3/2009

 


 

(1) c.f. www.aporrea.org/trabajadores/a54788.html

(2) «La nacionalización de Sidor, ¿un triunfo de los obreros?» El programa comunista, 18 de abril de 2008, ( http:// colombia.indymedia.org /news/ 2008 / 04 / 85153.php )

(3) c.f. http: // www.soitu.es/soitu / 2008/05 / 12/info / 1210629092_ 485226 .html

(4) c.f.. http://www.aporrea.org/endogeno/n113987.html

(5) Según eluniversal.com (21/8/2008) «El Estado ya posee un 20 por ciento de Sidor, mientras que el otro 20 por ciento está en manos de trabajadores y ex trabajadores. ‘Entiendo que estamos a punto de llegar al acuerdo final, que es lo que nosotros queremos’, explicó el gobernante izquierdista en una reunión con ministros y nueva directiva estatal de Sidor, transmitida por la televisión estatal y reseñada por Reuters».

(6) Esta nacionalización no es una expropiación; el Estado se asegura el control de la empresa comprando 50% de las partes de SIDOR a la multinacional argentina Techint quien deberá conservar el 10%. Hasta el momento en que escribimos este artículo, las negociaciones sobre el pago de estas acciones no se han concluido todavía; aun cuando, en enero, el ministro de Industrias Mineras indicaba una vez más que un acuerdo estaba cercano. La caída de los precios del acero desde hace 6 meses ha sido probablemente una de las causas de las dificultades que retrasan la negociación.

(7) «El Universal», 27/2/2009. Luego de la nacionalización, el sindicato abandonó la reivindicación de reintegración de los trabajadores externalizados y la ha remplazado por la definición de una tabla (llamada «tabulador») para el cálculo de los porcentajes de salarios según la antigüedad de cada trabajador e igual para todos.

(8) El P.O. impulsa un reagrupamiento internacional, la «Coordinación por la Refundación de la IV° Internacional»

(9) Articulo de P.O., publicado el 6 de marzo de 2008.

(10) Ver en el volumen 24 de las Obras Completas de Lenin, el artículo «Las tareas del proletariado en nuestra revolución», así como su «Informe a la VII° Conferencia del partido». Sobre la cuestión del «control obrero», el lector puede remitirse a un estudio detallado publicado en los n° 198, 199, 200 y 201 de «Le Prolétaire».

(11) En un discurso, el 30 de enero pasado, Chávez acusó de esa muerte a las «mafias» que existen en la policía. Sin embargo, rápidamente agregó: «Hay que llamar a los trabajadores a la razón. Esto mismo ocurrió hace tiempo cuando habían ocupado una fábrica en Guayana. Eso duró un buen tiempo, y ellos tenían armas de fuego. ¿Por qué los trabajadores tienen armas de fuego cuando van a protestar, manifestar y amenazar de secuestrar a un ministro? (…) No estoy diciendo que eso fue lo que pasó en el caso de Anzoátegui [zona donde se encuentra la fabrica Mitsubishi], no. Hubo disparos y todavía no se sabe de dónde partieron». En pocas palabras, la culpa la tienen los obreros…

Esta muerte se agrega a la larga cadena de hechos similares que culminan con el asesinato, luego de una huelga en el Estado Aragua en noviembre pasado, de 3 responsables sindicales. A finales de marzo de 2009, las huelgas continuaban en Mitsubishi y Toyota; por el contrario, el sindicato del Metro de Caracas renunció a sus amenazas de huelga.

 

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

Volver sumarios

Volver catálogo de las publicaciones

Top