Luchas en Correos

( Suplemento N° 11 de «El programa comunista» N° 48 ; Septiembre de 2010 )

 

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Durante el mes de mayo los trabajadores de Correos fueron llamados por los sindicatos a una serie de movilizaciones en todo el país que culminaron con una huelga en junio con el objetivo declarado de que el Estado garantice la viabilidad económica de la Empresa vía inversiones y dotación en los Presupuestos Generales del Estado y con el trasunto real de una creciente tensión laboral que llevaba manifestándose durante meses en forma de pequeñas huelgas parciales, paros y protestas por el endurecimiento de las condiciones de trabajo, el aumento de la carga de trabajo, etc. Exactamente igual que se ha visto en el conjunto del sector público con la bajada salarial a los trabajadores o en el sector privado con un sinfín de reducciones de sueldo, EREs, etc. esta situación en Correos viene dada por la necesidad que tiene la burguesía de lograr extraer más a cambio de menos. Más rendimiento a cambio de menos sueldo, más horas y carga de trabajo con peores condiciones laborales. En definitiva, extraer más plusvalía del trabajador. Los argumentos empleados por la Empresa para justificar esta situación son los habituales en todas las empresas del mundo capitalista: la crisis pone en un aprieto la misma supervivencia del negocio, los beneficios bajan y eso afecta a todos, trabajadores y patrones, y todos deben colaborar para lograr salvar la mala situación. Lo que colaborar, en este sentido, significa para los proletarios está claro: aceptar cada vez más presión laboral, menos salario, despidos, en definitiva, aceptar un empeoramiento drástico de sus condiciones de trabajo y de vida para que la empresa mantenga su beneficio.

El sindicalismo colaboracionista, en Correos como en todos los sectores, juega el papel de contener a los trabajadores en los cauces de la sumisión a las exigencias empresariales. Si bien no pueden evitar la convocatoria de movilizaciones e incluso de huelgas hacen todo la posible para sabotearlas, para dirigirlas a un dique seco en el que el sometimiento, el miedo y la resignación sean la constante para los trabajadores. De esta manera las mismas reivindicaciones de la convocatoria, es decir, la garantía por parte del Estado de la viabilidad de Correos, plantea a los trabajadores la necesidad de unirse con sus patrones para reivindicar la supervivencia de la empresa, para defender por tanto a la empresa, para cargar sobre sus hombros los problemas que los capitalistas tienen en época de crisis.

Mientras los proletarios no retornen al camino de la lucha de clase, mientras no se rompa con la fuerza del reformismo amarillo e interclasista, permanecerán atados a su enemigo de la misma manera que el ahorcado se encuentra atado al verdugo por la soga. Para la clase obrera resulta imprescindible romper con la tradición de unión entre clases impuesta durante decenios por la burguesía y sus lacayos sindicales. Es imprescindible por lo tanto romper con las reivindicaciones anti obreras que ligan el futuro de los trabajadores al del beneficio empresarial, dejar de asumir los problemas de la burguesía como propios entendiendo que la clase proletaria tiene unos intereses radicalmente opuestos a aquellos que tiene la clase de los patrones: la defensa intransigente de sus condiciones de existencia, la defensa del salario contra toda tentativa de rebaja, la lucha contra los despidos y las sanciones represivas, la resistencia contra los aumentos, cada vez más salvajes, de la carga de trabajo. La unidad de los proletarios en torno a esta plataforma mínima de lucha contra los agravios patronales, frente al derrotismo propiciado por los sindicatos amarillos y vendidos que pretenden colocarlos atados de pies y manos ante el altar para inmolarles al buen curso de la economía, es el punto básico sobre el cual, necesariamente, los trabajadores deben lanzarse a la lucha, dotándose para ello de sus propias organizaciones independientes de todo colaboracionismo, de toda contemporización con los intereses de la patronal. Estas organizaciones, que deberán aparecer en el transcurso de la lucha, deben tener como único objetivo la defensa sin titubeos de los intereses proletarios dándoles un punto de apoyo que supere el aislamiento al que la clase burguesa quiere someter a cada obrero. La huelga sin preaviso y sin servicios mínimos, los piquetes para impedir el esquirolaje, la resistencia cotidiana al despotismo empresarial… son los medios que deberán emplearse para no someterse a las normas del juego que impone el enemigo. Sólo por esta vía los continuos ataques que la clase obrera sufre y que la llevarán a una miseria cada vez mayor, podrán ser combatidos.

 

 

 

Trabajadores de Correos

 

 

En los últimos meses la mayoría de los sindicatos ha convocado una serie de jornadas reivindicativas con paros y movilizaciones por todo el país, reivindicando el aumento de la dotación presupuestaria para Correos en los Presupuestos Generales del Estado de 2010 y que se garantice la viabilidad de esta empresa como parte del Sector Público. Después de años de apatía y práctica ausencia en los centros de trabajo y en la calle por su parte ¿qué ha cambiado para que ahora juzguen oportuno comenzar esta lucha?

Durante todo este tiempo las condiciones de vida y de trabajo de los empleados de Correos han empeorado exactamente igual que ha sucedido en el resto de empresas: el salario ha caído respecto al coste de la vida, sobre todo si se tiene en cuenta que más de un diez por ciento del sueldo se ha ligado en el último convenio a la productividad y la asistencia en forma de complementos variables; los ritmos y la carga de trabajo han aumentado bestialmente porque si bien la empresa afirma que el volumen total de correo se ha reducido a causa de la mala situación económica, realmente se ha reducido mucho más la contratación asumiendo ahora un solo trabajador lo que antes tocaba a dos e incluso a tres. Las necesidades más básicas de los trabajadores no son satisfechas: no hay uniformes suficientes, no hay material de trabajo adecuado, desaparecen las medidas de seguridad mínimas. Esto sin contar con otros cientos de agravios que sufrimos los trabajadores diariamente, como por ejemplo el hecho de que la mutua se niegue a certificar los accidentes laborales en una gran parte de los casos.

Y esta situación es normal: la empresa, cualquier empresa ya sea pública o privada, busca aumentar su beneficio por dos vías: por un lado intensificando los ritmos de trabajo, aumentando la cantidad de trabajo a realizar en el mismo tiempo y por el mismo sueldo. Si un cartero repartía una sección y ahora reparte una y media (el farol) por el mismo precio la empresa obtiene un cincuenta por ciento más de beneficio. Por el otro se busca disminuir el coste de los trabajadores, rebajando el salario o condicionándolo a hechos inevitables como enfermar. Es inevitable, el beneficio y las ganancias empresariales aumentan cuanto más aumenta la explotación del trabajador. Y en los últimos años este aumento se ha realizado a ritmo acelerado. Pero también es inevitable que ante esta situación, que cada vez más se acompaña del despotismo empresarial con el que los expedientes, pliegos de preguntas y sanciones que aumentan continuamente, aparezca la inquietud de los trabajadores y comiéncen a surgir conflictos con la empresa.

La función de los sindicatos amarillos, todos los que están pagados por la empresa y subvencionados por el Estado, es decir, todos los representativos en Correos, es la de canalizar este descontento y evitar que se rompa la tan cacareada paz social. Por eso durante todos estos últimos años sus direcciones han llamado continuamente al diálogo y la tranquilidad mientras nuestra situación empeoraba drásticamente. Si algún sindicato se ha apartado de esta línea ha sido porque en su seno aún quedaban trabajadores que han luchado por defender activamente sus intereses a través de él.

Es por esto que ahora CCOO y los demás llaman a la movilización: porque a las puertas de un convenio que a todas luces va a ser intolerable para los trabajadores y con una situación cada vez más insostenible tienen que cumplir el papel acordado por la empresa: igual que ésta es dueña del capital, los sindicatos se presentan como dueños de los trabajadores y, ambos conjuntamente, ponen sus propiedades al servicio de un objetivo común: el beneficio, unos haciendo funcionar las máquinas y las carterías, otros intentando controlar la tensión social.

¿Pero por qué objetivos llaman a movilizarse? ¿Qué significa la defensa de la empresa pública? Significa, precisamente, defender a la empresa. Cuando corrían buenos tiempos las ganancias eran para la empresa y el esfuerzo y los accidentes para los trabajadores. Cuando la crisis reduce el beneficio en función de la creciente competencia toca a los trabajadores salir a defender a sus patrones para que el negocio no se les vaya de las manos. ¡¡Pero los trabajadores tienen intereses propios!! Y esos intereses se encuentran, irremediablemente, enfrentados a los de la empresa, porque si los trabajadores cobramos más o menos sueldo a fin de mes o tenemos mejores o peores condiciones de trabajo no es porque la empresa vaya mejor o peor sino por la fuerza con la que imponen sus exigencias.

 

¡Proletarios!

 

La crisis capitalista ha hecho que la prosperidad empresarial se tambalee. La competencia ha aumentado brutalmente y ya ningún patrón se siente seguro. En su ayuda ha acudido el Estado, por un lado desembolsándoles miles de millones de euros para que salgan del bache (euros que cobrarán religiosamente del bolsillo de la población, en su mayoría proletaria) y por otro poniendo en marcha una serie de medidas anti obreras encaminadas a aumentar la explotación que sufre la clase trabajadora a la que, a su vez, todos han llamado a arrimar el hombro y colaborar, es decir, a poner ella misma la cabeza en el nudo de la horca. Para combatir esta situación los proletarios, la clase de los que sólo tienen su fuerza de trabajo y están obligados a venderla para sobrevivir, no pueden esperar nada de la colaboración con su enemigo de clase, con la burguesía dominante. Para combatir esta situación los proletarios deben

-defender intransigentemente sus intereses de clase, opuestos siempre a los de los empresarios y su Estado. Luchar por el mantenimiento de sus condiciones de vida y de trabajo, atajando la competencia entre trabajadores en la que les sumerge el mercado capitalista para aumentar la explotación.

-retomar sus armas de lucha, la huelga sin preaviso e indefinida, con piquetes que impidan el trabajo y sin servicios mínimos. La huelga es un derecho conquistado con la lucha de la clase proletaria y sólo puede ser ejercido con la fuerza de los proletarios que se organizan y luchan con objetivos, medios y métodos de clase, por la defensa exclusiva de sus intereses inmediatos y contra todos aquellos que viven de la explotación del trabajo asalariado.

-hacer surgir los organismos de lucha, independientes del colaboracionismo amarillo que gobierna los sindicatos de hoy, con los cuales puedan unir sus fuerzas y mantenerlas dispuestas en el tiempo.

 

Trabajadores de Correos:

 

¡AUMENTO DE 300 EUROS EN EL SALARIO! ¡TODOS LOS COMPLEMENTOS AL SUELDO BASE!

¡TODOS LOS TEMPORALES A FIJOS! ¡CONTRA EL AUMENTO DE LOS RITMOS Y DE LA CARGA DE TRABAJO!

 ¡POR LA REANUDACIÓN DE LA LUCHA DE CLASE!

 

(Volante del partido, Mayo de 2010)

 

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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