Contra los recortes y las medidas anti obreras de la burguesía

Contra la política colaboracionista de los sindicatos amarillos

( Suplemento Venezuela  N° 17 de «El programa comunista» N° 49 ; Junio de 2012 )

 

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La huelga general convocada con anticipación por los sindicatos colaboracionistas y a través de métodos propios de la conciliación entre las clases dirigidos a provocar el menor daño posible a los intereses de la patronal y del capital, tiene en realidad  el objetivo de desfogar la tensión social que se acumula desde hace tiempo a medida que crecen los despidos y el desempleo, haciendo creer a las masas proletarias que la fuerza del capital y de las clases dominantes burguesas es invencible y que la única posibilidad que las masas obreras tienen a su disposición es la de pactar con la patronal una reforma laboral que atenúe un poco los durísimos sacrificios que previsiblemente la clase de los trabajadores deberá soportar en un futuro.

Pero esta huelga, precisamente por que tiene la impronta de la colaboración interclasista, no tendrá ningún efecto positivo; se demostrará como un completo fracaso porque no hará dar ningún paso atrás a la burguesía. La clase dominante burguesa intenta salvar sus beneficios recuperando también aquellos que ha perdido en la crisis de su sistema económico, a expensas del proletariado y no tendrá ningún escrúpulo en la lucha contra el proletariado, como ya ha demostrado ampliamente en Grecia y como está mostrando ahora en Portugal, Italia o Gran Bretaña. La clase dominante burguesa sabe por experiencia que con los métodos democráticos, de la conciliación social y de la colaboración interclasista, puede obtener resultados mucho más duraderos reforzando su propio dominio sobre toda la sociedad, y por eso tiene necesidad de los partidos obreros oportunistas y de los sindicatos obreros colaboracionistas, para que usen su influencia para controlar al proletariado manteniéndolo en la más estricta sumisión a las exigencias del beneficio capitalista. La clase dominante burguesa, por otro lado, en caso de que los métodos de la concertación democrática no fuesen suficientemente veloces y fiables para sus intereses, se encuentra en situación de usar los métodos de la represión más cruda y ciega, como ha demostrado en muchas ocasiones hasta ahora.

Los proletarios deben abrir los ojos y entender finalmente que para defenderse de la batería de medidas anti obreras que se quieren hacer pasar como Reforma Laboral, deben cambiar completamente de medios y métodos de lucha: estos deben responder exclusivamente a los intereses inmediatos de los proletarios; los proletarios deben organizar su propia lucha sobre el terreno abierto e inconciliable de la lucha de clase. La Reforma Laboral que pretende el gobierno, la patronal, los partidos oportunistas y los sindicatos colaboracionistas, aunque se produzcan algunos retoques marginales a causa de la negociación, es una ley burguesa que defiende los intereses burgueses contra los intereses obreros.

Los últimos años han supuesto, para la economía de los principales países capitalistas, un golpe terrible. Desde 2008, el año en que empezó la crisis, la caída generalizada de la tasa de beneficio ha sumido a la burguesía de todo el mundo en una debacle económica sin precedentes, echando por tierra todas las proclamas y todas las buenas intenciones que auguraban que se habría encontrado la clave para lograr el crecimiento económico ininterrumpido y que, éste, además, atenuaría de manera definitiva el antagonismo entre unas clases sociales a las que suponían en proceso de disolución. De la misma manera que se afirmó que el enfrentamiento entre los grandes imperialismos desaparecería en virtud de un acercamiento recíproco auspiciado por los poderes milagrosos del comercio.

Pero las leyes de funcionamiento del modo de producción capitalista son inexorables. Tras una década larga de crecimiento económico la crisis reapareció con una fuerza y una virulencia multiplicada por el hecho de que había sido contenida durante largo tiempo con medidas de contención que únicamente lograron agravarla. Y hoy en todas partes es posible ver las consecuencias. En Portugal, en Inglaterra, en Italia y hoy también en España, las burguesías de todos los países afectados ponen en marcha  baterías de medidas brutales encaminadas a restablecer la ganancia capitalista. Dado que ésta depende exclusivamente de la plusvalía que es extorsionada al proletariado dichas medidas únicamente pueden consistir en el aumento de la explotación que el trabajador sufre. Aumento de los ritmos de trabajo, descenso del salario, abaratamiento y liberalización absoluta del despido… pero también la reducción de todas las garantías sociales que el Estado surgido del desarrollo económico de las décadas de los sesenta y los setenta otorgaba para mantener las condiciones de existencia del proletariado en unos niveles mínimos que permitieran continuar la explotación brutal que, siempre, en tiempos de crisis pero también de prosperidad, sufre el proletariado.

La Reforma Laboral que ha puesto en marcha el gobierno del Partido Popular con la total aquiescencia del nacionalismo catalán, del vasco y la indiferencia del resto de formaciones parlamentarias que únicamente han elevado inútiles protestas formales contra tal o cual aspecto de forma o detalle, es una más en la lista de las medidas anti proletarias que desde hace dos años viene adoptando la burguesía española.  El objetivo de esta Reforma, como el de todas las anteriores, es precisamente conformar el marco jurídico-legal que permita a la burguesía gestionar la mano de obra que utiliza para producir de la manera que le resulta más beneficiosa, anulando los derechos que aún subsistían, empeorando las condiciones laborales de prácticamente todos los proletarios, incluyendo nuevas medidas que permitan explotar aún más incluso a los proletarios que se quedan en paro… exigiendo, en definitiva, a los proletarios unos esfuerzos cada vez mayores para contribuir a remontar la mala situación, cargando con el peso de la recuperación económica sobre sus espaldas en nombre del interés común.

Pero al igual que las leyes que rigen el capitalismo son inflexibles en lo que se refiere a la incapacidad de éste para garantizar el bienestar general, las leyes que rigen el desarrollo histórico, es decir, las leyes que determinan el enfrentamiento entre clases sociales, no descansan.  A medida que las reformas encaminadas a hacer recaer las consecuencias de la crisis sobre el proletariado progresaban e incluso golpeaban con fuerza a las clases sociales intermedias, la tensión social ha ido aumentando sin parar. La sucesión de movilizaciones masivas desde el 15 de mayo del año pasado hasta las últimas de los estudiantes en Valencia o Barcelona pasando por las concurridas manifestaciones sindicales de los últimos meses  ha sido la consecuencia de un malestar social percibido difusamente primero por estratos sociales no proletarios (estudiantes, profesionales en paro…) y posteriormente ya por los elementos más dispuestos de la clase trabajadora. El ambiente aparece hoy mucho más caldeado que hace un año y ése es el motivo por el que las principales centrales sindicales han convocado la huelga general del 29 de marzo. No se trata de que estas organizaciones se hayan decidido a plantar cara al continuo empeoramiento de las  condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera, sino que la presión natural de ésta ante la situación que vive ha forzado a estos sindicatos amarillos a convocar la huelga con el doble objetivo, de ponerse al frente de una movilización que sirva de válvula de escape de la tensión social acumulada durante los últimos tiempos y de recuperar la influencia sobre las masas proletarias para mantenerlas sometidas a las más duras exigencias del capitalismo en crisis.

De hecho para las direcciones interclasistas de las organizaciones sindicales se trata de orientar el malestar generalizado hacia un dique seco en el que la huelga convocada con más de un 30% de servicios mínimos, con un mes de preaviso, sin buscar dañar a la producción… sirva únicamente para desgastar a los proletarios que comienzan a sentir la necesidad de lanzarse a la lucha. Se trata de hacer una huelga para demostrar que la fuerza obrera debe ser utilizada sólo en los márgenes de la compatibilidad económica del capital y de la conciliación democrática.  Y desde luego que nunca servirá de nada mientras permanezca encorsetada en los límites democráticos del respeto a la economía nacional, de defensa de los supuestos intereses comunes entre patrones y trabajadores, mientras no sea un arma de lucha proletaria y se quede en un supuesto referéndum acerca de si conviene o no la Reforma Laboral.

Ni la burguesía va a cejar en su intención de machacar a los proletarios con sus exigencias ni las organizaciones sindicales amarillas que únicamente buscan la conciliación con los patrones van a defenderlos. A estos se les plantea la necesidad de elegir entre continuar aceptando ser cargados con más y más obligaciones o defender los intereses inmediatos que tienen como clase. Tendrán que elegir, en pocas palabras, entre luchar por su clase o defender a su país. Y para luchar deberán desconfiar de todas las vías que llaman a la conciliación entre clases, a mirar por las necesidades que supuestamente son conjuntas a burgueses y proletarios. Deberán remprender el camino del enfrentamiento clasista, aquél que se libra con medios y métodos de clase, a través de organizaciones proletarias  que surjan para extender y profundizar los conflictos inmediatos en los que los distintos grupos de trabajadores se irán viendo envueltos… Sólo de esta manera, siguiendo el camino del enfrentamiento abierto, en los puestos de trabajo y en los barrios obreros, en defensa incondicional de las condiciones de vida elementales de su clase, los proletarios podrán aspirar a remontar la dura situación actual. Sólo por esa vía podrán prepararse para los futuros conflictos sociales, los más que próximos enfrentamientos entre clase que tendrán que afrontar para resistir a la fuerza devastadora del capitalismo.

24 marzo 2012 

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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