Respuesta de clase al reformismo de escuela

( Suplemento Venezuela  N° 17 de «El programa comunista» N° 49 ; Junio de 2012 )

 

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Las citas que reproducimos aquí no pretenden ser nada más que una pequeña selección, ejemplar de la línea dorsal de las posiciones marxistas frente al problema de la cultura, de la educación y de la escuela. Seguirán otras en la próxima y última entrega.

 

El concepto marxista de instrucción : educación física, intelectual y politécnica y trabajo productivo.

 

La cita está sacada de las instrucciones a los delegados del Consejo general provisional (de la Internacional) sobre cuestiones aisladas redactada por Marx para el I Congreso de la AIL (Ginebra 3-8 de septiembre de 1866) En ellas Marx subraya la necesidad de lograr nuevas «leyes generales», impuestas al Estado por la fuera proletaria, para hacer que «a ningún progenitor ni a ningún empleador le sea consentido por la sociedad el permiso de usar el trabajo de los niños o de los adolescentes si no se pacta que ese trabajo productivo se ligue a la instrucción», como unidad de la educación física e intelectual y unidad de esta con el trabajo productivo. El argumento se retoma en el segundo fragmento, tomado del I Libro de El Capital.

Por instrucción, entendemos tres cosas:Primera: Formación intelectual. Segunda: Educación física, que es impartida en las escuelas de gimnasia y a través de los ejercicios militares. Tercera: Instrucción politécnica, que transmite los fundamentos científicos generales de todos los procesos de producción y que contemporáneamente introduzca al niño y al adolescente en el uso práctico y en la capacidad de manejar los instrumentos elementales de todos los oficios.

Con la subdivisión de los niños y de los adolescentes de los 9 a los 17 años en tres clases, se debe unir un problema gradual y progresivo de instrucción intelectual, gimnástica y politécnica […]

La unión de trabajo productivo remunerado, formación espiritual, ejercicio físico y adiestramiento politécnico elevará a la clase proletaria muy por encima de las clases superiores y medias.

Por cuanto en el complejo aparece miseria, la cláusula sobre la educación  del Atto sobre las fábricas proclamaba que la instrucción elemental es una condición obligatoria del trabajo. Su éxito demostró por primera vez la posibilidad de ligar la instrucción y la gimnasia con el trabajo manual y, por tanto, también el trabajo manual con la instrucción y la gimnasia. Rápidamente los inspectores de fábrica descubrieron por las declaraciones de los maestros de escuela que los niños de fábrica, si bien recibían sólo la mitad de las lecciones que los alumnos regulares que las escuelas diurnas, aprendían lo mismo e incluso más. «La cosa es sencilla. Los que están en la escuela sólo media jornada están siempre frescos y casi siempre están dispuestos a recibir las lecciones impartidas. El sistema mitad trabajo y mitad escuela hace que cualquiera de las dos ocupaciones sea reposo  y descanso de la otra y es mucho mejor para el niño que la interrumpida continuación de uno u otro trabajo. Es imposible que un niño que está en la escuela desde primera hora de la mañana, y especialmente en la estación cálida, pueda competir con otro que viene de su trabajo fresco y despierto» […] La jornada escolar unilateral, improductiva y prolongada de los niños pertenecientes a las clases superiores y a las clases medias aumenta inútilmente el trabajo de los enseñantes «mientras derrocha el tiempo, la salud y la energía de los niños no sólo sin fruto sino con grave daño para ellos» Del sistema de la fábrica como se puede seguir en  particular en los escritos de Robert Owen ha nacido el germen de la educación del porvenir que ligará para todos los niños hasta una cierta edad, el trabajo productivo con la instrucción y la gimnasia, no sólo como método para aumentar la producción social, sino también como único método para producir hombres completamente desarrollados.

 

PODER PROLETARIO E INSTRUCCIÓN : EL EJEMPLO DE LA COMUNA.

 

En La Guerra Civil en Francia (1871) escrito justo después de la caída de la Comuna de París, Marx reseña también los designios del primer poder proletario de la historia en el campo de la educación. «No ha habido tiempo –reconoce- para reorganizar la instrucción pública» pero, pese a las condiciones excepcionales de emergencia dictadas por el estado de necesidad, la Comuna ha mostrado haber desde la base, de manera completamente diferente a las más radicales de las repúblicas burguesas «avanzadas» (¡más de cien años después este juicio no cambia!) el problema de la educación: corte claro con el poder estatal y de los curas, gratuidad efectiva en dirección a la emancipación proletaria en el campo científico-intelectual, posibilidad para la «clase media» intelectual de dar una contribución a la causa de la emancipación transformándose en «auténticos combatientes del pensamiento» ahora que la «república de los trabajadores» (la dictadura del proletariado) ha abierto a la ciencia una «función real». Para una educación auténtica es necesaria una revolución auténtica y no al revés; la Comuna lo ha demostrado. Es cuanto repetirá Lenin, cuanto dirá  la Izquierda, cuanto continuamos defendiendo nosotros contra cualquier educacionismo de vuelta al seno del proletariado (en el tiempo de Marx estaban los volterianos en Italia, en 1912 fue Tasca; hoy son los grupos extra parlamentarios quienes retoman el concepto de «liberación didáctica»)

a) No hubo tiempo, naturalmente, para reorganizar la instrucción pública (la educación); pero la Comuna, excluyendo al elemento religioso y clerical, tomó la iniciativa para la emancipación espiritual del pueblo. Dio a una comisión el encargo de la Organización de la enseñanza (instrucción elemental y profesional) (28 de abril). Esta dispuso que todos los instrumentos didácticos, como libros, mapas, cuadernos, etc. fuesen distribuidos gratuitamente por los enseñantes, que a su vez los recibieron de los órganos administrativos comunales de los que dependían.  Ningún enseñante, bajo ningún pretexto, podía exigir de sus alumnos un pago por este material didáctico.

b) Siendo fugitivos los profesores de la Escuela de Medicina, la Comuna dio a una Comisión el encargo de fundar la Universidad Libre que no perteneciese a los parásitos del Estado; a los estudiantes que se habían examinado se les reconoció el derecho de ejercer la profesión sin título de director (los títulos eran concedidos por la facultad)

c) En las catástrofes que esta guerra provocó en Francia, en la crisis de hundimiento nacional y de ruina financiera, esta clase media siente que la ayuda puede venir no de la clase corrupta que habría querido tener sometida a Francia, sino del viril empeño y de la fuerza hercúlea de  la clase obrera.

Sentían que sólo la clase obrera podía emanciparla del clericalismo, transformar  la ciencia de instrumento de dominio de una clase en una fuerza del pueblo y que ella transformaría a los mismos enseñantes, ahora propagandistas de los prejuicios de clase, parásitos del Estado, cazadores de puestos y aliados del capital, en auténticos combatientes del pensamiento. Sólo en una república de trabajadores la ciencia puede tener una función real.

d) Con la expropiación de todas las iglesias en cuanto corporaciones poseedoras y con la reducción de la enseñanza religiosa, excluida de todas las escuelas públicas [junto con la abolición de las tasas escolares] en el lugar de la vida privada donde debería vivir con las limosnas de los creyentes y con la liberación de todas las instituciones educativas de la tutela y de la servidumbre del Estado, se debía acabar con la fuerza espiritual de la opresión y no sólo hacer accesible la ciencia a todos, sino liberarla de todas las cadenas de la opresión gubernamental y de los prejuicios de clase.

e) Desembarazada del ejército permanente y de la policía, elementos de la fuerza física del viejo gobierno, la Comuna se preocupó de destruir la fuerza de represión espiritual, el «poder de los curas», disolviendo y expropiando todas las iglesias en cuanto entes poseedores. Los sacerdotes fueron restituidos a la vida privada, para vivir de las limosnas de los fieles, a imitación de sus predecesores, los apóstoles. Todos los institutos de instrucción fueron abiertos gratuitamente al pueblo y liberados a la vez los templos de toda injerencia de la iglesia y del Estado. Así no sólo la instrucción fue hecha accesible a todos, sino que la ciencia misma fue liberada de las cadenas que los prejuicios de clase y la fuerza del gobierno la habían impuesto.

 

EL PROGRAMA COMUNISTA: ¿EDUCACIÓN DEL PROLETARIADO POR PARTE DEL ESTADO O EDUCACIÓN DEL ESTADO POR  PARTE DEL PROLETARIADO?

 

En la «Crítica del Programa de Gotha (Notas marginales al programa del partido obrero alemán)» de 1875, Marx critica, entre otras cosas, el programa educativo del POT, comprometido, a la vez que el resto, irremediablemente con el oportunismo: las esperanzas puestas en el Estado, aún envueltas en fraseología revolucionaria, revelan la «fe democrática en los milagros» o la «fe servil en el Estado» ambos casos están a miles de kilómetros de distancia del socialismo. Hoy que se pretende, con un regurgito de lassallismo retardado, proponer el viejo mejunje: ¿no proclama el PDUP, por ejemplo, la «libertad de la ciencia» y de la «conciencia» del estigmatizado programa de Gotha, como una conquista «en el Estado» por parte del proletariado? Hoy, como ayer, por parte del oportunismo, «se prefiere no andar en otro nivel que el burgués» Los comunistas –escribe Marx- arrancan la educación de la influencia de la clase dominante: este es, no puede ser de otra manera, el programa revolucionario, la revolución para una educación real.

Es absolutamente rechazable una «educación del pueblo por obra del Estado» Fijar con una ley general los medios de la escuela popular, la cualificación del personal enseñante, las ramas de la enseñanza, etc. y, como ocurre en los Estados Unidos, vigilar por medio de inspectores del Estado el cumplimiento de estas prescripciones legales, es  en absoluto diferente de nombrar al Estado educador del pueblo. Más bien  se debe excluir por igual al gobierno y a la iglesia de cualquier influencia sobre la escuela. En el Reich prusiano-alemán (y que no se recurra a la vana escapatoria de decir que se habla de un «estado futuro»; hemos visto cómo están las cosas a este respecto) es el Estado, al contrario, el que tiene necesidad de una considerablemente ruda educación por parte del pueblo.

Pero el programa entero, no obstante toda la charanga democrática, está continuamente dominado por el espíritu de fe servil en el Estado propio de la secta lasallana o, lo que no es mejor, de la fe democrática en los milagros. O resulta más bien un compromiso entre estas dos especies de fe en los milagros. Ambas igualmente lejanas del socialismo.

«Libertad de consciencia» Si en este periodo de «Kulturkampf» se quisiese recordar al liberalismo y sus viejas consignas, esto sería posible sólo de esta manera: cada uno debe poder satisfacer tanto sus necesidades materiales sin que la policía se entrometa. Pero el partido obrero debería quizá en esta ocasión manifestar su convicción de que la «libertad de consciencia» burguesa no es otra cosa que la tolerancia de cualquier especie de libertad de consciencia religiosa y que el partido obrero se esfuerza, en vez de ello, en liberar la consciencia del espectro religioso de la religión. Pero se prefiere andar por el camino «burgués».

 

UTOPISMO PEDAGÓGICO COMO ADAPTACIÓN AL SISTEMA SOCIAL PRESENTE

 

En un capítulo del Antidhuring (el derribo de la ciencia por el señor Eugenio Dühring) de1878, contra el utopismo pedagógico, Engles muestra cómo tal género de utopismo, recubierto por una apariencia de crítica radical a la educación presente, equivale a la más llana adaptación al orden social capitalista, del cual, en ese caso, quiere acentuar, batiendo el bombo proletario, el carácter anti humano de desmembración del ser social en distintas «especializaciones», únicamente funcionales al mecanismo productivo burgués. La destrucción de la herencia burguesa se resuelve, por la vía del utopismo a la Duhring, en depauperización del mismo potencial cultural proletario. Es lo mismo que confirma Lenin, ligando el término revolución proletaria-reelaboración y asimilación de la cultura del pasado, en polémica con el extremismo del Prolekult «el marxismo ha conquista dosu importancia histórica mundial como ideología del proletariado revolucionario, porque el marxismo no ha renunciado a las más preciosas conquistas de la edad burguesa, sino que al contrario ha asimilado y reelaborado todo aquello que era preciado en el desarrollo, durante más de dos milenios, en el pensamiento y la cultura humana. Sólo el trabajo ulterior sobre esta base y en la misma dirección, inspirado por la experiencia práctica de la dictadura del proletariado, en cuanto lucha final contra cualquier explotación, puede ser asumido como desarrollo de una cultura efectivamente proletaria (8 de octubre de 1920, en polémica con la línea expresada en el I Congreso panruso del Prolekult, y en particular con Lunacharskii). Los pasajes de Engels, Lenin y Trotsky muestran ad abundantiam como el marxismo se ha negado siempre a identificar la revolución en el campo educativo con la iconoclastia anti pasado del radicalismo pequeño burgués (hoy en boga bajo el manto de la neo didáctica, de la cultura alternativa, etc.)

El adolescente de la ciudad del porvenir no estará atormentado con la filología. «Las lenguas muertas estarán completamente suprimida[…] mientras las lenguas extranjeras vivas serán[…] algo secundario» Sólo donde los  cambios entre los pueblos se extiendan al movimiento de las mismas masas populares esto debe ser hecho accesible fácilmente a cada uno según las necesidades. «La instrucción lingüística verdaderamente educativa» se encontrará en una especie de gramática general y especialmente en la «materia y en la forma de la propia lengua» La limitación nacional de los hombres de hoy es aún muy cosmopolita para el señor Dhuring. Él  quiere abolir las dos palancas que en el mundo actual ofrecen al menos la oportunidad de elevarse por encima del limitado punto de vista nacional: el conocimiento de las lenguas antiguas, que abre, al menos a los hombres de cultura humanística un amplio horizonte común y el conocimiento de las lenguas modernas, único medio con el cual los hombres de las distintas naciones pueden entenderse entre ellos y familiarizarse con lo que sucede fuera de sus propias fronteras. En su lugar debe ser inculcado a fondo el estudio de la gramática de la lengua nacional. Pero «materia y forma de la lengua propia» son inteligibles sólo si se sigue el nacimiento y el desarrollo gradual y esto no es posible sin tener en cuenta en primer lugar sus formas muertas y, en segundo lugar, las lenguas vivas y muertas de la misma familia. Pero si con esto el Sr. Dühring cancela de su plan escolástico toda la gramática histórica, para la enseñanza lingüística no deja otra que la gramática técnica de viejo cuño, reforzada completamente con el estilo de la vieja filología clásica, con toda su casuística y su arbitrariedad, fundada sobre la falta de una base histórica. El odio hacia la filología clásica lo lleva a elevar el producto deteriorado de la vieja filología a «fulcro de una instrucción lingüística verdaderamente educativa»

 

 NECESIDAD DE LA POLÉMICA POLÍTICA EN EL MOVIMIENTO DE LOS ESTUDIANTES.

 

En el Proyecto de resolución presentado por Lenin al II Congreso del POSDR entre junio y julio de 1903, se toma partido claramente contra los exaltadores del «unitarismo» a cualquier precio del movimiento político «general» de los estudiantes. Frente a objeciones salidas del mismo seno del POSDR al respecto de los «falsos amigos», Lenin interviene el 23 de agosto para remachar la necesidad para los estudiantes de orientarse entre las varias tendencias, afirmando explícitamente: «nosotros ponemos como fin principal la elaboración de  una concepción del mundo orgánica y revolucionaria» Y, en el artículo del párrafo siguiente, afirmará: «una cierta parte de los estudiantes quiere formarse una concepción socialista, determinada y coherente, del mundo. La finalidad de este trabajo preparatorio debe ser –para los estudiantes que quieren participar en el movimiento revolucionario- sobre todo una elección consciente e irrevocable de una de las dos tendencias que se han formado hoy en el ambiente revolucionario. Aquel que protesta contra tal elección en nombre de la unión ideológica de los estudiantes, en nombre de su formación revolucionaria en general, etc. nubla la consciencia socialista, en realidad predica únicamente la ausencia de ideas».

El II Congreso del POSDR saluda la reanudación de la actividad revolucionaria entre los estudiantes, invita a todas las organizaciones del partido a ayudar por todos los medios a estos jóvenes que aspiran a organizarse y recomienda a todos los grupos y círculos de estudiantes ante todo poner en primer plano, en su actividad, la elaboración entre sus miembros de una concepción socialista orgánica y consecuente, el estudio serio, por una parte del marxismo y por otra del populismo ruso y del oportunismo de la Europa occidental, que son las tendencias principales entre las modernas corrientes avanzadas en lucha entre ellas; en segundo lugar, guardarse de aquellos falsos amigos de la juventud que, con una fraseología revolucionaria o idealista o con jeremiadas filisteas sobre el daño y sobre la utilidad de una áspera polémica entre las corrientes revolucionarias y de oposición, apartan a los jóvenes del trabajo que puede darles una seria educación revolucionaria porque, estos falsos amigos en realidad no hacen sino difundir la falta de principios y un modo poco serio de considerar el trabajo revolucionario; en tercer lugar, tratar, cuando se pasa de una actividad práctica, de establecer anticipadamente contactos con las organizaciones socialdemócratas para utilizar sus consejos y evitar, en la medida de lo posible, graves errores al principio mismo del trabajo.

 

TEORÍA Y PARTIDO NECESARIOS PARA LA JUVENTUD ESTUDIANTE PARA LLEVAR ACABO UNA TAREA REVOLUCIONARIA.

 

En el periodo de abril-septiembre de 1903 aparece en la revista «Student» el largo artículo de Lenin Sobre las tareas de la juventud revolucionaria que, coherentemente con la línea expresada en el Proyecto para el II Congreso del POSDR, ataca duramente las posiciones de los «falsos amigos de la juventud» contrarios a resquebrajar con la lucha política la unidad del movimiento estudiantil. Las posiciones de los «falsos amigos» estaban representadas en Rusia particularmente por el órgano de los social revolucionarios «Revoljucionaja Rossija» autores del apartidismo del movimiento («Qué es –protestaba el periódico SR- esta táctica miope de una organización revolucionaria que quiere a cualquier precio ver en otra organización autónoma no subordinada a ella una competidora que debe ser eliminada, en cuyas filas hay que introducir a toda costa la división, la escisión, la desorganización?) «Si la división política de los estudiantes –afirma Lenin- corresponde a la división política de la sociedad, ¿esto no significa tal vez por sí mismo que por unión ideológica de los estudiantes se deba entender necesariamente una de las dos cosas: o atraer el mayor número de estudiantes a un determinado círculo de ideas sociales y políticas o acercar  mayormente a los estudiantes de un grupo político determinado a aquellos representantes del mismo grupo que se encuentran fuera del ambiente estudiantil?» ¿No resulta obvio que se puede hablar de transformación revolucionaria de los estudiantes sobre todo con ideas absolutamente precisas sobre la esencia y sobre los aspectos de esta transformación revolucionaria? Para un socialdemócrata esto significa ante todo difundir las ideas socialdemócratas entre los estudiantes y luchar contra las opiniones que no tienen nada en común con el socialismo revolucionario aunque se llamen democrático-revolucionarias» (¡cuántos gritos de horror y acusaciones de sectarismo se llevaría hoy Lenin –cuyas palabras son más significativas, en cuanto en la Rusia pre burguesa los estudiantes tenían un papel específico en el movimiento revolucionario- por parte de los falsos amigos súper revolucionarios de los grupúsculos!)

Notad cuánta confusión existe en este razonamiento. La competencia es posible [e inevitable] sólo entre una organización política y la otra, entre una corriente política y la otra. Entre una sociedad de socorro mutuo y un círculo revolucionario la competencia es imposible […] pero si en aquella misma sociedad de socorro mutuo aparece una cierta tendencia política[…] la competencia y la lucha directa son ahora un deber para cualquier «político» honesto. Si los círculos están constreñidos a los intereses angostamente universitarios […] la competencia entre éste y quien predica no ya la constricción en un ámbito más restringido sino la ampliación de los intereses es especialmente un deber necesario.

Para él [el autor del artículo SR criticado, NdelT] cuenta más un movimiento político general, es decir, un movimiento democrático general que debe ser único. Esta unidad no debe ser rota por «círculos puramente revolucionarios» los cuales deben organizarse «paralelamente a las organizaciones de los estudiantes» Desde el punto de vista de los intereses de este movimiento democrático amplio y único resulta naturalmente criminoso «imponer» etiquetas de partido. Así razonaba la democracia burguesa en 1848 cuando los intentos de relegar las contradicciones entre los intereses de clase de la burguesía y aquellos del proletariado sufrían una condena «general» contra los «fanáticos de la discordia y de la escisión» Precisamente así razona también la más reciente variedad de la democracia burguesa, los oportunistas y los revisionistas, los cuales sueñan con un gran partido democrático único que deberá seguir pacíficamente la vía de las reformas, de la colaboración entre clases. Todos estos siempre serán, y deben serlo, enemigos de las discordias «entre las fracciones» y autores de un movimiento «político general»

 

REIVINDICACIONES COMUNISTAS PARA LA ESCUELA

 

Reproducimos de los Materiales para la revisión del programa del Partido (mayo de 1917) inmediatamente sucesivo a las Tesis de Abril, cuanto Lenin fija para la escuela como reivindicaciones del Partido. Téngase en cuenta que no se trata ahora del programa revolucionario comunista pleno sino de reivindicaciones inmediatas del partido en el ámbito de una revolución de carácter burgués avanzado. Se podrá constatar como de tal plano reivindicativo se ha retractado hoy (o peor: se ha olvidado) el oportunismo, considerándolo como una utopía para futuros imposibles; ¡en una situación de capitalismo súper maduro! Por otro lado, ya la acción de la Comuna en el terreno de la escuela había demostrado, de una vez para todas, que el más avanzado de los radicalismos burgueses se queda bien atrás de las reivindicaciones mínimas del movimiento proletario de clase.

La Constitución de la República democrática rusa debe asegurar […]

13) La separación de la iglesia del Estado y de la escuela de la iglesia, la completa laicidad de la escuela.

14) La instrucción gratuita y obligatoria, general, politécnica [que haga conocer en teoría y en la práctica todas las ramas principales de la producción] para todos los niños de ambos sexos hasta los 16 años; una relación estrecha de la enseñanza con el trabajo social productivo de los niños.

15) La provisión a todos los alumnos de la comida, del vestuario y del material didáctico a cuenta del Estado.

16) La transferencia del sistema de enseñanza pública a las manos de los órganos democráticos de la administración local; la exclusión del poder central de cualquier intromisión en la determinación de los programas y en la selección del personal docente; la elección de los enseñantes directamente por la misma población y el derecho de la población a despedir a los enseñantes indeseables.

En interés de la salvaguarda de la clase obrera de la degeneración física y moral, como en interés de su capacidad de lucha por la emancipación, el partido exige […]

5) La prohibición a los empleadores de utilizar a niños en edad escolar (hasta los 16 años) la limitación del horario de trabajo de los jóvenes (16-20 años) a cuatro horas y la prohibición a hacerles trabajar de noche en las industrias insalubres y en la minería.

 

SOCIALISMO Y CULTURA

 

No es por amor al terruño que reclamamos la polémica de 1912 en el Congreso Juvenil del PSI de Bolonia, donde se enfrentaron dos concepciones opuestas: la una, educacionista, representada por Tasca, maestro del ordinovismo; la otra, por Bordiga, en el camino de la izquierda histórica. La primera afirmaba la necesidad de tener «militantes conscientes y seguros» estableciendo que a tal fin era necesario culturizar la actividad del movimiento transformando, entre otras cosas, «La Vanguardia» «en órgano prevalentemente de cultura», dejando la redacción a los compañeros jóvenes y adultos de «más competencia» Su tesis era «que el movimiento socialista debe tender a tener jóvenes proletarios no sólo instruidos en el sentido genérico, sino también en aquél del perfeccionamiento profesional para hacer buenos productores» La moción de izquierda se opone decididamente a este concepto gradualista, defendiendo la posición fundamental que fue de Lenin (en cuanto siempre lo es del marxismo) de que la verdadera educación del proletariado es aquella que le indica la vía de la revolución.

El segundo texto, del cual citamos parte, se titula El problema de la cultura y aparece en el «Avanti» del 5-4-1913, casi como coda polémica del enfrentamiento del ´12.  Reacciona a la idea de que «Hasta  los sindicatos económicos sean reducidos a escuela de cultura general y a escuela de prácticas profesionales para las nuevas levas de explotados. Es resaltado el concepto de que la plena educación cultural no puede ser tarea de una sociedad dividida en clases, sino que sólo se logrará tras la revolución. Sobre todo se indica el deforme error de poder hacer una obra cultural paralela a aquella de otros partidos y por tanto de otras clase, que sería una posición puramente contra revolucionaria»

Dedicamos estos dos textos finales de esta breve reseña, sacados del volumen I de la Historia de la Izquierda  a los enamorados disfrazados de revolucionarios de un «nuevo saber» y de «experimentos galileanos» a partir de esta «perfeccionable» sociedad que, finalmente, depurada de verdadera cultura podrá tranquilamente «llegar al socialismo» Los agarraderos teóricos que estos buscaban en Marx, Engels y Lenin (¡no hablamos más de la aborrecida izquierda!) pueden encontrarlos en otro lugar: en el reformismo idiota de ayer y de siempre.

El Congreso, considerando que en el régimen capitalista la escuela representa un arma potente de conservación en manos de la clase dominante, la cual tiende a darle a los jóvenes una educación que los haga serviles y resignados al régimen actual y les impida descubrir sus contradicciones esenciales, poniendo de relieve pues el carácter artificioso de la cultura actual y de las enseñanzas oficiales en todas sus fases sucesivas, y considerando que no hay que atribuir ninguna confianza a una reforma de la escuela en el sentido laico o democrático;

Considerando que es un objetivo de nuestro movimiento oponerse a los sistemas de educación de la burguesía, creando jóvenes intelectualmente libres de cualquier forma de prejuicio, decididos a trabajar en la transformación de las bases económicas de la sociedad, dispuestos a sacrificar en la acción revolucionaria todo interés individual;

Considerando que esta educación socialista, oponiéndose a las diferentes formas de individualismo en las que se pierde la juventud moderna, partiendo de un conjunto de cogniciones teóricas estrechamente científicas y positivas llega a formar un espíritu y un sentimiento de sacrificio;

Reconoce la gran dificultad práctica de darle a la masa de los adherentes a nuestro movimiento una base tan vasta de nociones teóricas que exigiría la formación de verdaderas instituciones de cultura y medios financieros desproporcionados para nuestras fuerzas; y aunque empeñándose en dar el apoyo más entusiasta al trabajo que pretende hacer en este campo la Dirección del P.S. considera que la atención de los jóvenes socialistas deba más bien estar dirigida a la formación del carácter y del sentimiento socialistas;

Considerando que tal educación sólo puede ser dada por el ambiente proletario cuando éste viva de la lucha de clase entendida como preparación para las máximas conquistas del proletariado, rechazando la definición escolástica de nuestro movimiento y toda discusión sobre su llamada función técnica, cree que, para el desarrollo de su conciencia revolucionaria, así las organizaciones obreras podrán recibir de la activa colaboración de sus elementos más jóvenes y ardientes esa fe socialista que es la única que puede y debe salvarlas de las degeneraciones utilitarias y corporativas;

Afirma en conclusión que la educación de los jóvenes se hace más en la acción que en el estudio regulado por sistemas y normas casi burocráticas y, en consecuencia, exhorta a todos los adherentes al movimiento juvenil socialista:

a) a reunirse más a menudo de lo que prescriben los estatutos para discutir entre ellos sobre los problemas de la acción socialista, comunicándose los resultados de las observaciones y de las lecturas personales y habituándose cada vez más a la solidaridad moral del ambiente socialista;

b) a tomar parte activa en la vida de las organizaciones de oficios, haciendo la más activa propaganda socialista entre los compañeros organizados, especialmente difundiendo la conciencia de que el Sindicato no tiene como único fin las mejoras económicas inmediatas, sino que es en cambio uno de los medios para la emancipación completa del proletariado, al lado de las otras organizaciones revolucionarias.

Nadie […] aceptaría el epíteto de «enemigo de la cultura» en su sentido absoluto y nadie considera deseable para el futuro del socialismo el estado de ignorancia del proletariado. Nosotros sólo queremos indagar hasta qué punto y con cuáles valores puede entrar de nuevo en la acción subversiva del socialismo la preparación cultural de las masas, porque consideramos que, aun reconociendo sus innegables ventajas, algunas formas de dicha preparación, especialmente en cuanto se intente darles a las mismas una importancia fundamental, acaban excediéndose demasiado de las líneas características del programa revolucionario del socialismo [...]El Partido socialista tiene la misión de cuidar el desarrollo intelectual del proletariado además de sus intereses económicos pero […] el desarrollo intelectual del obrero es la consecuencia directa de su estado económico. Y en este sentido el socialismo quiere interesarse por la emancipación intelectual del obrero al mismo tiempo que por la económica, considerando siempre que la primera es una consecuencia de la segunda, y que si se está interesado en el progreso y la cultura de la masa, no se debe despreciar, sino aceptar en su máximo valor el programa de su redención «material»[…] El Partido Socialista indica al proletariado en qué sentido debe dirigir las fuerzas resultantes de su necesidad económica para alcanzar más pronto la finalidad de clase, o sea la abolición del salariado. Así pues el partido puede y debe guiar la educación y la «cultura» obrera […] Pero el «reformismo» y la «democracia» ven el problema de la cultura desde un punto de vista bien distinto, es decir, exactamente invertido. En la cultura obrera ellos vislumbran, en vez de la consecuencia paralela de la emancipación económica, el medio principal y la «condición» necesaria de dicha emancipación […] Nosotros no podemos «esperar» a que la clase obrera sea «educada» para creer posible la revolución, porque admitiremos al mismo tiempo que la revolución no llegará nunca. Esta pretendida preparación cultural educativa del proletariado no es realizable en el ámbito de la sociedad actual. Es más, la acción de la clase burguesa […] «educa» a las masas en sentido precisamente anti revolucionario […] Para la democracia el problema económico es el subsuelo que hay que explorar con la luz de la «cultura» que desciende el empíreo de los filósofos, de los maestros y de los pensadores. Pero el socialismo marxista invierte en teoría y en política el equívoco democrático. Muestra que el subsuelo social está en fermento y encontrará en sí mismo el modo de liberar las fuerzas latentes que lo agitan. El pensamiento, la ideología obrera, se determinan fuera de la filosofía guiada por la clase que tiene el monopolio de los medios de producción y el monopolio de la «cultura». La acción del P.S. consigue llevar a cabo un trabajo de síntesis de aquellas fuerzas latentes, consigue darle al proletariado  la conciencia de todo lo que es y el coraje de no buscar fuera de sí mismo los medios de su ascensión.

 

 

Partido comunista internacional

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