Drizdo Losovsky

Naturaleza del reformismo

( Suplemento Venezuela  N° 18 de «El programa comunista» N° 50 ; Marzo de 2014 )

 

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Lo que publicamos bajo este título son extractos del discurso pronunciado por Losovsky, militante bolchevique, dirigente de la Internacional Sindical Roja, en el Congreso de fundación de la CGTU en Saint Etienne, Francia, 1922. La CGTU (CGT «unitaria») reunía las secciones donde los revolucionarios eran mayoría, razón por la cual habían sido expulsadas del sindicato CGT (Confederación General del Trabajo) por los reformistas que lo dirigían.

El interés del discurso reside en la lucidez de Losovsky quien rechaza la explicación banal que se limita a explicarlo todo con la traición de los jefes reformistas. No son solamente los jefes, sino toda una parte de la clase obrera que, sumisa a la burguesía, es hostil a la revolución: confiando en las promesas de mejoramientos graduales de su situación, prefiere la seguridad del presente a las incertidumbres de la lucha revolucionaria. ¡Y sin embargo sólo habían pasado a penas tres años desde que se acabó la primera carnicería internacional, con lo cual se demostró lo que valían las promesas burguesas! No queremos ni pensar lo que estas valdrán mañana...

 

El reformismo consiste esencialmente en negar la revolución. Una transformación lenta, gradual, de la organización del organismo social y gubernamental, debe elevar sin sacudidas a la sociedad hacia el más alto grado de cultura y de bienestar. Según esta doctrina, la revolución sería en tal caso un trastocamiento del proceso de producción, un desperdicio de fuerzas en la guerra civil y un debilitamiento del organismo nacional delante de los enemigos externos. El problema sería entonces de cómo encontrar y demarcar los intereses comunes al capital y al trabajo, y de realizar una transformación pacífica sobre la base de intereses comunes a todas las clases de la población. Esta es la teoría del refomismo.

(...) Si seguimos atentamente la historia de las luchas de clase de estos tres o cuatro últimos años, observaremos que las más importantes manifestaciones obreras se han venido abajo por culpa de los mismos obreros que representaban a los sindicatos y partidos reformistas.

¿Cómo explicar este hecho realmente monstruoso desde el punto de vista de nuestra clase? ¿Cómo explicar esta traición del obrero hacia el obrero, y esta alianza de una parte de la clase obrera con la burguesía contra otra parte de la clase obrera? ¿Basta con decir que hemos sido traicionados por los jefes? Si así fuese estaríamos acordando un valor demasiado importante a estos jefes, pensando que los resultados de las luchas de clases de estos últimos años no han dependido sino de ellos. No, los jefes reformistas no hacen otra cosa que reflejar y determinar en sus formas al poder que ejerce la burguesía sobre el proletariado. El proletariado no es sólo la clase del porvenir, sino también una clase esencial del presente capitalista. Es sobre sus huesos, es con su sangre que se ha construido el grandioso edificio de la industria capitalista. Único creador de riquezas, el proletariado ve la encarnación de su trabajo en el crecimiento de la industria nacional. El desarrollo y el crecimiento de la industria darán la posibilidad de aumentar los salarios y mejorar las condiciones de trabajo.

En el espíritu de las amplias masas, la prosperidad y el florecimiento de la industria están relacionados íntimamente con los intereses del trabajo. La escuela, la literatura y la prensa burguesa contribuyen a fomar estos sentimientos; es por ello que se llega a preferir patrióticamente a los capitalistas del país que aquellos que son extranjeros; la lucha por el mercado internacional toma el carácter de una lucha por la civilización y la cultura... Los intereses de hoy priman sobre los de mañana. De allí viene viene también la desconfianza, de allí todas las sospechas respecto a las bruscas transformaciones, a las revoluciones.

El obrero promedio, educado por la prensa burguesa, completamente penetrado de prejuicios burgueses, teme la revolución por que molestará la normalidad de su vida. La revolución: algo desconocido, incierto. La victoria no es garantía de avance y corremos el riesgo de perder nuestra tranquilidad. Los cerebros de millones de obreros se encuentra completamente sometido a las ideas burguesas. Si se le da una forma concreta a toda esta cantidad de aprensiones, si se busca el fundamento teórico que permite preferir los intereses de hoy a cualquier otro, si se busca la fórmula de esta conexión histórica y temporal de la clase obrera con el capitalismo, llegamos a las teorías y a las prácticas del reformismo que, pese a las diferencias bastante marcadas entre cada país, ha tenido siempre y en todas partes un carácter común: prefiere la reacción social a la revolución social.

El reformismo es la filosofía del conservatismo obrero y es perfectamente normal que el reformismo nacional haya declarado una guerra inmisericorde a la revolución social... En la lucha contra el movimiento revolucionario y en la conservación de las bases de la sociedad contemporánea, el rol de los jefes reformistas ha sido reconocido como uno de los más efectivos por los más altos voceros de la burguesía internacional.

 

 

Partido comunista internacional

www.pcint.org

 

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