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El potente terremoto de Haití provoca una catástrofe de la cual el capitalismo es responsable!

 

 

Haití, un país en el cual la gran mayoría de la población, un 95% de ella es negra, es mantenida en condiciones de miseria impresionantes, un país en manos de un puñado de riquísimos capitalistas que estrangulan a la población desde hace decenios, un país dominado por la peor explotación de la mano de obra a bajísimo costo, un gran exportador de azúcar, café y mango que tiene una renta per cápita de 1300 dólares y una esperanza de vida de 50 años.

Haití, desde siempre en manos de pocas familias burguesas que democráticamente han obtenido gigantescos beneficios del sudor de nueve millones de proletarios y desheredados, ha sufrido en los últimos años una deforestación salvaje para dejar lugar a los campos de cultivo y a las construcciones residenciales. Haití, desde siempre el centro por el cual pasan los huracanes y los terremotos…

 ¡PERO NUNCASE HA HECHO NADA PARA PREVENIR LAS CONSECUENCIAS DE LOS HURACANES! ¡NUNCA SE HA HECHO NADA PARA PREVENIR LAS CONSECUENCIAS DE LOS TERREMOTOS!

Ha hecho falta el terremoto del doce de enero, de una magnitud de 7,3, así como las treinta réplicas de entre 4 y 6 grados en la escala Ritcher, para dar a conocer a todo el mundo la situación de miseria e indigencia de toda la población.  Puerto Príncipe, la capital, que cuenta con más de dos millones y medio de habitantes, cuyo centro residencial es de la alta burguesía y se encuentra rodeado de una vasta periferia, ya no existe. Todo ha sido destruido: los palacios, los hospitales, los supermercados, las viviendas, los albergues turísticos, el parlamento, el palacio de la ONU…Ni siquiera los edificios de la alta burguesía estaban construidos con técnicas antisísmicas: ¡la especulación no ha respetado a nadie!

La ONU, que tenía la tarea de administrar el país desde que el último presidente huyó al exterior para evitar la muerte, tenía en sus manos desde hace años planes detallados, que costaron millones de dólares, sobre los riesgos sísmicos en la isla; los riesgos mayores se centraban justamente sobre la salvaje urbanización de la capital. El mundo, representado por la ONU, no consideró nunca necesario tomar medidas preventivas contra las consecuencias devastadoras derivadas de los huracanes y de los posibles terremotos. El mundo capitalista no tiene interés si no es en la acumulación de beneficios, en la defensa de los intereses privados de las familias y de la sociedad que controlan los países y que son quienes realmente dirigen las masacres de los años pasados y de la actual masacre provocada por el terremoto.

La impresionante extensión de los escombros de Puerto Príncipe y de otras de las más importantes ciudades de Haití ha revelado no sólo una salvaje especulación constructora sino también la absoluta falta de cualquier estructura y mecanismo de socorro, en la intervención con agua, medicinas y máquinas para apartar las ruinas. Las noticias que dan los medias internacionales hablan de 50000 muertos seguros pero se prevé que la cifra total no se sabrá nunca y se barajan cifras que van de las 100000 a las 500000 víctimas. Se escava con las manos para tratar de sacar fuera de los escombros a los supervivientes y muchos, cuando se les saca heridos, mueren entre los brazos de los equipos de socorro.

¿De qué sirve la inmensa técnica moderna, los mastodónticos medios de intervención que cualquier guerra moderna muestra? Frente a tragedias como la de Haití no sirven de nada, como si no existieran. ¡Son muy eficientes para la guerra pero no para la vida! Cuando se trata de salvar vidas humanas, no sólo sucede que la sociedad del capital hace todo menos prevenir las causas de la muerte y de la devastación sino que aparece como paralizada e incapaz de actuar nada más ocurrir la tragedia. Y no sólo esta vez: es una situación que se repite todas las veces.

Y cuando la población que se ha salvado de la tragedia se encuentra necesitada de alimentos y agua se precipita algunos quilómetros al Este, hacia la República Dominicana ¿qué se encuentra? ¿Acogida, solidaridad y refugio? ¡De ninguna manera! ¡Encuentra las fronteras cerradas y al ejército dominicano que rechaza a esta masa desesperada! Pese a los bellos discursos que el Papa se congratula en lanzar desde su bien protegida ventana de la Plaza de San Pedro….

Mientras que los muertos en un país así de pobre, y poco interesante para los grandes centros imperialistas, se cuentan por centenares, evidentemente no tenemos noticia de ello ni se sabe nada. Pero cuando la tragedia toma dimensiones apocalípticas, como en este caso, todo el mundo capitalista alza el grito al cielo y se duele por las víctimas, todos los medias del mundo crean corresponsalías y envían reporteros ) que quizá llegan antes que los mismos equipos de socorro) y se lanzan llamamientos… ¡para que los “ciudadanos” realicen una llamada de teléfono y hagan su contribución económica para las ayudas! ¡La banca, por enésima vez, da las gracias por las transferencias de dinero y por la próxima reconstrucción!

Haití ocupa la parte occidental de la isla caribeña “La Española”, aquella sobre la cual Cristóbal Colón puso el primer pie europeo en América el 5 de diciembre de 1492. Y desde la cual se inició la colonización europea y las desgracias para la población nativa. Los negros no eran nativos, los trajeron por millones los negreros europeos con las naves después de haberlos atrapado en sus pueblos africanos. La otra parte de la isla está ocupada por la República Dominicana, nacida cuarenta años después de la República Haitiana, con población de mayoría mulata, de lengua española, que ha conocido un mayor desarrollo económico que Haití visto que el PIB por habitante es alrededor de 7 veces más que el de sus vecinos. Pero Haití tiene una historia de gloriosas rebeliones antiesclavistas y puede vanagloriarse de haber sido la primera República, en 1804, de América Latina. El destino de su población, sin embargo, no ha cambiado mucho de entonces ahora, porque la esclavitud negrera de los siglos pasados se ha trocado por la esclavitud salarial y capitalista de la república burguesa. El capitalismo, en Haití, no ha traído progreso y bienestar si no es para una  ínfima minoría de de capitalistas vampíricos.

La proletarización forzada de los haitianos constituye, históricamente, un hecho positivo porque para estos proletarios, como para sus hermanos de clase de otros países, podrá llegar un día la hora de la revancha. Hoy la palabra lucha de clases, organizaciones clasistas de defensa proletaria, revolución proletaria y comunismo pueden aparecer viejas o sepultadas bajo los acontecimientos que han tenido lugar en la historia de los falsamente llamados países comunistas. Pero la propaganda burguesa no podrá sofocar los terribles impulsos que llevan hacia la revuelta anticapitalista que el mismo desarrollo del capitalismo genera dialécticamente. Y esta revuelta Y esta revuelta, si quiere dirigirse hacia objetivos históricamente resolutivos, no podrá sino insertarse en la lucha de clases que el proletariado, aunque sólo sea para sobrevivir, debe inevitablemente desarrollar contra el dominio burgués y capitalista sobre la vida de la gran mayoría de la población de todos los países. Ahora, la derrota que el ejército de Napoleón sufrió en el lejano 1804 de parte del movimiento independentista haitiano empalidecerá frente a la derrota que el proletariado armado, guiado por el partido comunista mundial, infligirá a los ejércitos de las potencias imperialistas. ¿Ilusiones? ¡También la independencia de Haití, justo después de la independencia de los estados Unidos  en el continente americano, parecía en la época una ilusión!

 

¿Qué enseña esta nueva tragedia echa pasar, por enésima vez, como “catástrofe natural”?

 

Enseña que el capitalismo, todas las veces que el capitalismo intenta dominar una pequeñísima parte de la naturaleza con su propia técnica y sus medios “científicos”, lo ha hecho, lo hace y lo hará única y exclusivamente en función del beneficio capitalista y no sólo contra el verdadero conocimiento científico de la naturaleza y de sus fuerzas sino, inexorablemente, contra toda exigencia de vida de la especie humana.

El conocimiento debe, como primera cosa, llevar a la prevención, pero toda catástrofe considerada “natural” demuestra que el capitalismo está a kilómetros de interesarse por “prevenir” ¡porque los beneficios que obtiene de la emergencia, de las desgracias, de las calamidades, de las catástrofes no son comparables a aquellos que vienen con la actividad legal en periodos de producción y comercio normales! ¡El capitalismo confirma a cada vez que es la economía de la desgracia!

La esclavitud en que el capitalismo constriñe a la gran mayoría de la población del mundo es en realidad más dura que la de la época romana. La obligación, so pena de muerte por hambre o a causa de los infortunios en el trabajo o a causa de la guerra, de someterse a la ley del valor, del intercambio, del beneficio es sistemáticamente mistificada con la libertad “personal”, la “libre elección”. La “actividad libre” de cada unió en un mundo falsamente igualitario y fraterno. ¡Los proletarios son los modernos esclavos, tratados con mayor brutalidad si son de piel negra!

Tomar distancia respecto a la distancia de la campaña de hipócrita solidaridad lanzada desde los mismos gobiernos que masacran, bombardean, hambrean, intoxican el mundo es lo menos que todo proletario debe hacer. Pero no basta con eso, porque la verdadera venganza proletaria comenzará con le efectiva ruptura de la colaboración interclasista que tiene por efecto el máximo beneficio para los capitalistas y las mayores pérdidas para los proletarios, La lucha de clases comienza con la ruptura social entre proletariado y burguesía, sobre todo en los países industrializados y más ricos, porque otro terremoto sacude la sociedad del capital ¡el terremoto social que pondrá en el orden del día la lucha del proletariado en cada país para revolucionar de arriba abajo una sociedad que no produce otra cosa que miseria, hambre y muerte!

 

 

Partido Comunista Internacional

16 de enero de 2010

www.pcint.org

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