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República Checa

Algunas lecciones de la huelga de Nexen Tire

 

 

Ha habido una huelga en la República Checa. Para los trabajadores y compañeros del extranjero esta información puede parecer trivial, porque las huelgas son bastante habituales en otros lugares, pero en la República Checa fue la primera huelga en el pleno sentido de la palabra en ocho años. Por eso, cuando la disputa de cuatro años sobre la conclusión del convenio colectivo en la fábrica Nexen Tire culminó el 31 de enero de 2023 con el anuncio de una huelga, algunos lo describieron como un punto de inflexión.

Cuando la huelga terminó con un acuerdo al cabo de siete días (7 de febrero de 2023), algunos hablaron de la huelga como un detonante que podría haber desencadenado una oleada de otras huelgas y reiniciado años de luchas económicas estancadas. Evidentemente, era demasiado esperar que una huelga como ésta, en un país donde apenas se producen huelgas, cambiara la relación de fuerzas entre el proletariado y las fuerzas de la conservación burguesa.

Pero si observamos lo que precedió a la huelga y cómo se desarrolló, no podemos compartir todo ese entusiasmo. Ciertamente, siete días consecutivos de huelga en una gran fábrica como Nexen Tire no fueron poca cosa, incluso si demostraron, como no podía ser de otra manera dada la situación general en la que se encuentra el proletariado, la fuerza que aún poseen los sindicatos, una fuerza que sólo la colaboración de clases (ver más abajo) puede dar a organizaciones que se presentan como representantes de los intereses de los trabajadores pero que en realidad defienden los intereses de las empresas y del Estado burgués en cualquier situación. Esto constituye un gran obstáculo que los asalariados deben y tendrán que superar si quieren defender incluso sus intereses económicos más básicos. En cualquier caso, lo que el mayor sindicato de la industria, OS KOVO, no consiguió en cuatro años de autodenominadas negociaciones, los trabajadores consiguieron arrancárselo -aunque sólo muy parcialmente en comparación con las reivindicaciones planteadas hace un año- yendo finalmente a la huelga indefinida.  

 

NEXEN TIRE

 

Nexen Tire opera cuatro fábricas, en Asia: dos en Corea, una en China y, en Europa: una en la República Checa, cerca de Žatec, Bohemia, en la llamada Zona Industrial Estratégica Triangular, una ubicación desde la que puede suministrar neumáticos a no menos de 30 fabricantes de automóviles en un radio de 400 kilómetros, y donde emplea a 1.100 personas. Esta última se completó en 2017 tras recibir un generoso incentivo a la inversión del Estado checo (el segundo mayor concedido hasta la fecha) para poner en marcha sus operaciones: 3.600 millones de coronas checas (152.000.000 euros), terrenos al precio simbólico de 1 euro por metro cuadrado, una bonificación fiscal de 2.000 millones de coronas checas (85.000.000 euros) y 200.000 coronas checas (8.500 euros) por cada puesto de trabajo creado.

Sin embargo, los salarios apenas han aumentado desde el inicio de la producción en 2018. En la actualidad, el salario inicial de un trabajador de almacén es de solo 22.700 CZK (es decir, 960 €), apenas por encima del salario mínimo de 17.300 CZK (es decir, 724 €) y muy por debajo del salario medio de la región de 37.300 CZK (es decir, 1.580 €).

 

LA HUELGA COMO "ÚLTIMO RECURSO”

 

La primera observación se refiere al tiempo necesario para convocar la huelga.

El mayor sindicato de la industria metalúrgica, OS KOVO, sólo se declaró en huelga tras cuatro años de negociaciones infructuosas y un año después del preaviso de huelga, con el objetivo de celebrar un nuevo convenio colectivo.

Y a pesar de que se habían recogido suficientes votos para iniciar la huelga en octubre de 2022 (620 trabajadores de un total de 1.100 votaron sí), el sindicato esperó otros cuatro meses, haciendo nuevas maniobras evasivas, manteniendo nuevas negociaciones con la dirección, e incluso proponiendo dar marcha atrás en el aumento salarial del 8,3% que habían exigido, ¡al inclinarse por aceptar una propuesta de compromiso del mediador de sólo un 2,3% de aumento! Todo ello, argumentaron los bonzos sindicales, para no ser acusados de no haber utilizado todas sus opciones y de no haber querido... cumplir la ley.

Estos sindicatos quieren que la huelga se perciba "siempre como el último instrumento para hacer valer los derechos de los asalariados", en palabras del presidente del sindicato OS KOVO, Roman Ďurčo, porque, como ellos mismos repiten sin cesar, ¡son los defensores de la paz social!

El hecho de que la huelga sea "el último instrumento" también se ve facilitado por las estrictas leyes adoptadas por la burguesía -contra las que nunca hubo oposición por parte de los sindicatos- que regulan la organización de huelgas. En resumen, en la República Checa sólo se puede convocar una huelga si las partes no consiguen concluir un convenio colectivo. Pero ya no puede convocarse si el empresario no respeta el convenio colectivo o prolonga deliberadamente la negociación.

De hecho, el sindicato debe cumplir varias obligaciones antes de poder convocar una huelga:

 

- Debe intentar resolver la disputa a través de un supuesto mediador.

- Debe convocar una votación sobre la huelga: al menos el 50% de todos los trabajadores deben participar en la votación y al menos dos tercios de los votantes deben votar a favor de la huelga.

- Deben anunciar la huelga con tres días laborables de antelación, incluyendo la lista de centros de trabajo afectados y el número total de trabajadores implicados.

 

El incumplimiento de cualquiera de estas condiciones expone al sindicato, si organiza la huelga, a la responsabilidad por los perjuicios económicos causados a la empresa por la huelga. Por el contrario, el empresario no corre ningún riesgo en caso de sabotear la huelga y prolongar indefinidamente la negociación.

La ley de la República Checa también contempla la "huelga de solidaridad". Pero las normas de su aplicación son tan estrictas que la hacen completamente ineficaz. Sólo puede hacerse en apoyo de otros trabajadores ya en huelga, debe ser aceptada por un número suficiente de trabajadores y sólo debe tener lugar si se demuestra que el empresario puede influir efectivamente en el curso o el resultado de la huelga de los trabajadores en cuyo apoyo se ha convocado la huelga de solidaridad.

 

EL SINDICATO Y SU “CONTUNDENTE” ESTRATEGIA

 

El primer día, el 31 de enero, 191 trabajadores de un total de 1.100 se declararon en huelga. Mientras duró la huelga, se difundió poca información: no se sabía cuántos trabajadores estaban en huelga, si la producción se había detenido y si los huelguistas habían conseguido convencer a otros compañeros para que se unieran a su bando.

La estrategia del sindicato con respecto a la huelga fue la siguiente: en lugar de que todos los que estaban de acuerdo hicieran huelga juntos, en lugar de que todos se manifestaran fuera de la fábrica y comprobaran así la fuerza colectiva y la unidad de los trabajadores, decidió que sólo un turno concreto dejaría de trabajar, en un momento dado, para "paralizar" la producción. Los demás trabajadores, incluso los que apoyaban la huelga, debían ir a trabajar como de costumbre. Así, el sindicato pretendía reducir el número de días de huelga por trabajador, días que, por supuesto, no se pagan. Un sindicato de clase se habría organizado para apoyar económicamente a los trabajadores en huelga, utilizando parte de las cotizaciones recibidas y el "fondo de huelga" que todo sindicato obrero tendría que constituir precisamente en previsión de los necesarios días de lucha en los que los trabajadores perderían salario, con vistas a una huelga lo más larga posible; pero OS KOVO, como cualquier otro sindicato colaboracionista, está equipado no para apoyar la lucha obrera, sino para no hacerla y, en caso de que no se pueda evitar dado el empuje obrero, para aislarla, paralizarla, fragmentarla, en una palabra sabotearla. Por supuesto, las palabras que utiliza el sindicato están todas en sintonía con la preocupación de hacer que el proletariado arriesgue lo menos posible, tanto en términos salariales como jurídicos, pero detrás de las palabras están los hechos, y los hechos demuestran que cada acto o acción del sindicato es a favor de los intereses patronales y en detrimento de los intereses de los trabajadores.

Nexen Tire, por supuesto, hizo todo lo posible desde el principio para quebrar la más mínima voluntad de lucha por parte de los trabajadores. Intentó impedir la huelga con una solicitud de medida cautelar que, sin embargo, fue rechazada por el tribunal regional (el tribunal burgués también tiene el deber de demostrar que se preocupa por la legalidad, incluso frente a los grandes capitalistas); intentó comprar a los trabajadores pagándoles generosas horas extras; emitió documentos internos informándoles de que la huelga era ilegal; impidió que los trabajadores de los piquetes de huelga entraran en la fábrica para convencer a otros trabajadores de que se unieran a la huelga. En realidad, ni siquiera se molestó tanto en infringir la ley llamando a esquiroles para ocupar los puestos que dejaban vacíos los huelguistas, ofreciéndoles salarios más altos. En palabras de un trabajador que estaba fuera de la fábrica durante la huelga: "Sé que vinieron algunos del turno amarillo, que fueron a hacer trabajo extra. Vi a los propios directivos poner en marcha la cadena de montaje cuando nadie venía a trabajar..." (1). Por supuesto, el sindicato, ante estos incidentes, tuvo que guardar las apariencias: llamó a la policía una vez durante la huelga debido a las acciones de la dirección; pero no hay constancia de ningún proceso legal.

 

LO QUE LA HUELGA (NO) CONSIGUIÓ

 

El sindicato había planteado las siguientes reivindicaciones: una subida salarial del 8,3%, salarios atrasados de todo el año anterior y de los primeros meses de 2023 no cubiertos por la subida, pluses para los turnos de noche y fin de semana, y la firma inmediata de un convenio colectivo retroactivo a 2022.

Tras 7 días de huelga, el sindicato y la dirección han llegado a un acuerdo y han puesto fin a la huelga: el sindicato ha acordado que los salarios aumenten un 8% (una reducción del 0,3% puede ser insignificante, pero es la dirección de la empresa la que ha demostrado que lleva las riendas del convenio incluso con esta trivial reducción porcentual), que los trabajadores reciban una ridícula cantidad a tanto alzado de 20.000 CZK (858 euros) en lugar de ser compensados íntegramente por los salarios perdidos del año pasado. Las demás reivindicaciones se posponen a negociaciones posteriores y formarán parte del codiciado convenio colectivo, ¡que no se espera antes de finales de junio!

Este es el resultado, a pesar de las contundentes palabras del secretario del sindicato, que declaró que no tenía intención de negociar un compromiso y que 'haría huelga hasta que la empresa acepte nuestra propuesta'. Según Ďurčo, "el acuerdo refleja lo que los trabajadores querían conseguir", lo cual es ridículo, entre otras cosas porque sus reivindicaciones iniciales, presentadas hace 12 meses, estaban muy desfasadas: las condiciones de vida de los trabajadores en el espacio de un año se han deteriorado drásticamente, debido sobre todo a una inflación media anual que ha pasado del 3,8% al 15,1%, y sigue subiendo.

Los trabajadores de Nexen Tire fueron a la huelga, aguantaron durante 7 días consecutivos, pero no consiguieron "algo extra", un aumento salarial real. Con su acción simplemente frenaron el descenso de los salarios reales del 13,6% al 6,4% (esta es la comparación de las cifras de enero de 2023 con las de enero de 2019, cuando comenzó la negociación colectiva). Además, los salarios seguirán bajando porque la inflación sigue subiendo, mientras que el Gobierno ha anunciado severos recortes en varias prestaciones sociales y el traslado de muchas partidas del IVA a un nivel superior.

Sin embargo, los sindicatos, junto con representantes de la izquierda burguesa e incluso algunos de extrema izquierda, ovacionaron inmediatamente y felicitaron el resultado de la huelga como una "lucha victoriosa". El propio presidente del sindicato OS KOVO dio las gracias expresamente no a los trabajadores, sino al ministro de Trabajo, Marian Jurečka, y al embajador coreano, Kim Te-chin, de quienes dijo que habían "contribuido significativamente al acuerdo". No han faltado, por ejemplo, en los círculos trotskistas, himnos hacia lo que consideran ya un fuerte giro entre los trabajadores checos; de hecho, consideran que las masas trabajadoras están reviviendo y asustando tanto a los timoneles del gran capital y su gobierno, como a los parásitos de la dirección sindical. Sólo hace falta un susurro de hojas y ya ven... la revolución avanzando...

La guinda imaginaria del pastel es la declaración conjunta emitida por el sindicato OS KOVO y la dirección de Nexen Tire tras el final de la huelga, en la que minimizan la huelga como un mero "malentendido entre las partes". Además, en el texto, el sindicato suscribe "la cooperación mutua para que la empresa, lugar de trabajo de todos los empleados, se convierta en una empresa estable y respetada (... ), con el fin de restablecer el honor y el nombre de la empresa y de sus empleados", subrayando que "el sindicato y la empresa participarán activamente en la segunda fase de expansión en curso y harán todo lo posible para estabilizarla", y que el sindicato "animará a los empleados a cumplir las normas y a trabajar a conciencia sin absentismo" porque, según el texto, "la empresa y sus empleados no son diferentes y comparten el mismo objetivo": ¡¡¡¡construir una empresa de éxito!!!

 

EL MOVIMIENTO OBRERO CHECO

 

De hecho, más que la fuerza de los trabajadores locales, la huelga de Nexen Tire puso de manifiesto los numerosos obstáculos que tienen que superar en el camino hacia la reanudación de la lucha de clases.

El movimiento obrero checo carece de tradición histórica; no hay experiencia directa de lucha de clases real. Esta es una experiencia que los trabajadores checos, de hecho, tienen que construir desde cero... Los sindicatos mencionados son, en realidad, herederos de los sindicatos del régimen anterior a noviembre de 1989, un régimen que se presentaba como "socialista", pero que no se diferenciaba en nada de los regímenes capitalistas de Occidente. Los sindicatos no hicieron más que asumir plenamente el papel de gestores de la mano de obra, garantes de la paz social y defensores de la colaboración interclasista. Hoy no existe ni una sola organización sindical que pueda calificarse ni remotamente de combativa, que utilice los métodos y medios de la lucha de clases, es decir, la lucha que apoya exclusivamente los intereses económicos e inmediatos de los trabajadores.

Otro aspecto que caracteriza al movimiento obrero checo es una especie de derrotismo hacia la lucha obrera en general; las raíces de este derrotismo hay que buscarlas en la larga serie de derrotas y protestas infructuosas en  las cuales los trabajadores fueron dirigidos por la dirección de los sindicatos colaboracionistas. La huelga no es vista, por tanto, como un arma de la lucha obrera, sino sólo como la última herramienta a utilizar y a utilizar según las reglas impuestas desde arriba.

 

CONCLUSIÓN: LA HUELGA ES EL ARMA QUE LOS TRABAJADORES DEBEN DESCUBRIR

 

Vivimos en un periodo de deterioro general en todo el espectro de las condiciones de los trabajadores: las condiciones de vida de los trabajadores se están deteriorando independientemente de su sexo, edad, ocupación, nacionalidad... Todo esto está teniendo lugar a raíz de la crisis de la economía capitalista, en medio de una creciente reacción ideológica y golpes de represión contra los posibles "disidentes" que se oponen a la clase burguesa dominante y al desmantelamiento de las redes de seguridad social anteriores que exige la crisis, o que se oponen a la participación bélica de la República Checa en el conflicto entre EE.UU., la OTAN y Rusia en el territorio de Ucrania, y la perspectiva general de rearme en vista del próximo conflicto bélico que se avecina en el horizonte.

Tal situación podría ser objetivamente favorable a la unificación de las reivindicaciones obreras sobre una base unitaria inmediata (defensa de las condiciones de vida y de trabajo) contra un enemigo único (la clase capitalista y su Estado). Pero los trabajadores entran en este período lamentablemente mal preparados, desorganizados, inexpertos y sin los gérmenes -aunque sólo sea en la esfera económica- de una combatividad obrera microscópicamente organizada. Además, están completamente desvinculados de la tradición histórica de la lucha de clases proletaria y de su dirección política revolucionaria, que en los años veinte había sido un formidable polo de atracción tras la revolución de octubre. Si para el proletariado alemán o ruso se puede hacer referencia al pasado y a su formidable tradición de lucha clasista y revolucionaria, no se puede decir lo mismo del proletariado checo, como del de tantos otros países, en particular de Europa del Este, al que, por otra parte, no se puede culpar. La contrarrevolución estalinista, con su teorización del socialismo en un solo país, y con su represión muy concreta de toda tendencia revolucionaria superviviente en favor de la victoria contrarrevolucionaria burguesa a escala mundial, ha contribuido sustancialmente a hacer retroceder cien años no sólo la lucha revolucionaria proletaria, sino también la lucha elemental inmediata de defensa de los trabajadores. Lo que la contrarrevolución burguesa de entonces ha legado a la burguesía de hoy es, en particular, la política de colaboración interclasista, a todos los niveles: económico, político, sindical, cultural y, por supuesto, militar. La fuerza de los sindicatos actuales -que llamamos colaboracionistas por las razones que ellos mismos suscriben y cuyo objetivo es inculcar al proletariado que ellos y las empresas tienen el mismo objetivo, atando a los trabajadores a la prosperidad de "su" empresa en la lucha competitiva en el mercado-, se pone en práctica imponiendo todo convenio con la máxima sumisión de los trabajadores a las exigencias de la empresa, racionalizando las tareas laborales (simulacro de trabajo), desviando incluso la más mínima actividad de protesta y reacción de los trabajadores hacia la negociación y el compromiso a través de los laberintos de los órganos estatales, los abogados, y dejando así a los trabajadores completamente indefensos y derrotados desde el principio.

Esperar que estos sindicatos desempeñen, aunque sea mínimamente, un papel positivo -por ejemplo, conseguir mejoras en la lucha económica que no supongan también un mayor pelotazo para los propios trabajadores en el futuro, como la declaración conjunta antes mencionada o el mantenimiento o aumento general de las primas por rendimiento y asistencia- es una gran ilusión que, por otra parte, los trabajadores pagan directamente con su propia piel.

No es posible una defensa eficaz de las condiciones de vida y de trabajo de la clase obrera sin acabar con el interés por preservar la actual sociedad capitalista basada en la explotación de los trabajadores, es decir, por preservar la colaboración interclasista representada por el sindicalismo. La defensa efectiva y duradera de los intereses proletarios, incluso en el terreno inmediato, se basa en el reconocimiento de la incompatibilidad de intereses entre proletarios y capitalistas y en la movilización de las fuerzas proletarias hacia objetivos exclusivamente proletarios, lo que significa luchar con medios y métodos clasistas (huelgas indefinidas en apoyo de reivindicaciones económicas e inmediatas, negociaciones con la lucha en pie, piquetes contra los esquiroles, manifestaciones de solidaridad de los trabajadores de otras fábricas, huelgas salvajes, etc.) medios y métodos que sólo las organizaciones de clase, por tanto no colaboracionistas, pueden aplicar en la preparación de la lucha, su conducción y su conclusión. Organizaciones de clase que, fortalecidas por la propia lucha, tienen como tarea primordial defender su independencia porque es esta independencia de toda institución burguesa la que les permite representar los intereses proletarios no sólo en esa lucha concreta, no sólo en ese momento concreto o en ese sector concreto, sino tendencialmente en todo el amplio marco en el que se ha dividido a la clase proletaria enfrentando a los trabajadores entre sí. A la independencia de cualquier institución burguesa, la organización de clase, para asegurar la continuidad organizativa y en los objetivos parciales o más generales de la lucha obrera, debe unir una lucha sin cuartel contra la competencia entre trabajadores. La competencia obrera es una de las armas más insidiosas y eficaces que la burguesía ha utilizado desde que surgió históricamente para controlar y doblegar a sus necesidades a la masa del proletariado. Y no es casualidad que los sindicatos colaboracionistas (y con ellos los llamados partidos de izquierda, pero en realidad también colaboracionistas) sean los campeones en el uso de la competencia entre trabajadores para mantenerlos supeditados a las exigencias "superiores" de la economía empresarial y de la economía nacional

En palabras del clásico: "Cuanto más fuerte sea la influencia de los reformistas sobre los obreros, cuanto más impotentes sean éstos, cuanto más dependientes sean de la burguesía, más fácil le resultará a ésta reducir las reformas a la nada, mediante diversos subterfugios. Cuanto más autónomo, más profundo, más amplio de miras sea el movimiento obrero, cuanto más libre esté de la estrechez del reformismo, mejor podrán los obreros consolidar y utilizar las mejoras individuales." (2). 

Un movimiento de clase fuerte no podrá surgir sólo sobre la base de la espontaneidad obrera, sino que necesita y necesitará el trabajo constante e intransigente de los auténticos comunistas revolucionarios, tanto como portadores de la conciencia de clase organizada en el partido, como defensores del futuro del movimiento de clase y revolucionario. También necesitará el trabajo constante e intransigente de los proletarios más combativos y sensibles a la causa de su clase, que tendrán que asumir la tarea de crear la columna vertebral de la nueva red organizativa proletaria independiente.

 


 

(1) https://www.e15.cz/byznys/ rumysl-a-energetika /stavka-v-nexenu-po-tydnu-konci-odborum-se-podarilo-vyjednat-zvyseni-mezd-1396466

(2) Véase Lenin, Marxismo y reformismo, Obras completas, vol. 24, Editorial Progreso, 1981.

 

14 de abril de 2023

 

 

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