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Huelga de trabajadores de los servicios de limpieza urbana en Madrid

La huelga indefinida, los piquetes, la lucha contra los servicios mínimos… son medios y métodos de lucha que toda la clase proletaria debe recuperar

 

 

Durante la última semana la huelga de los trabajadores de limpieza viaria y de parques y jardines ha cubierto Madrid de basura, especialmente en los barrios obreros, donde el turismo y la buena imagen de la ciudad no tienen peso y donde el Ayuntamiento y las empresas concesionarias no tienen interés en mantener condiciones mínimas de salubridad, con o sin huelga. Por su parte la patronal, el Ayuntamiento y los medios de comunicación claman contra el vandalismo que ejercen los trabajadores en huelga al no respetar los servicios mínimos, destruir los contenedores de basura o atacar el material de transporte de la empresa. De hecho, patronal y Ayuntamiento, claman contra la misma huelga y contra los trabajadores que la llevan a cabo.

Las empresas concesionarias de la limpieza, que han concursado en subasta por hacerse cargo de este servicio, han planteado un ERE que traerá el despido para más de 1.000 trabajadores. Otra opción que plantean es una rebaja de aproximadamente el 40% del salario que cobran los trabajadores, que de por sí no suele superar los 1.000 euros. Ante la perspectiva de los despidos o de la drástica reducción del salario la huelga es una respuesta que busca dañar económicamente a las empresas hasta el punto de hacerlas retroceder en sus planes. Pero la huelga queda completamente inutilizada desde el momento en el cual el Ayuntamiento fija unos servicios mínimos de obligado cumplimento de un 40% de los efectivos habituales, es decir, prácticamente la mitad de la plantilla. Esta es la realidad de la huelga regulada por ley y aceptada como derecho por la patronal y el Estado: una huelga ineficaz, reducida a simple testimonio y que en ningún momento afecte a los beneficios empresariales. De hecho la patronal ya ha afirmado que, en caso de respetarse los servicios mínimos, Madrid podría pasar varios meses sin notar los efectos de la huelga.

Ante esta situación que condena  a los trabajadores de la limpieza a la impotencia y a tener que asumir los despidos y las bajadas de salario sin otra opción que la resignación, los métodos con los que se está conduciendo la lucha muestran que los proletarios reaccionan a la impotencia, a la cual han sido constreñidos durante años, con los medios de lucha que, en lo inmediato, les dan la sensación de haber tomado la lucha en sus propias manos y utilizando las vías que dañan en alguna medida a la empresa tratando de debilitar su prepotencia.  

A los ataques de la empresa a las condiciones de vida de los trabajadores y a su supervivencia cotidiana  se acompaña el sabotaje sistemático por parte de los sindicatos colaboracionistas de la lucha proletaria de defensa inmediata, con la intención de reducir la respuesta de los trabajadores  a una petición lastimera de piedad, volviendo así del todo impotente cualquier acción de huelga que estos sindicatos, vendidos a los intereses del capital, se encuentran objetivamente obligados a proclamar para no perder su influencia al menos sobre una parte de los proletarios implicados. Contra este sabotaje sistemático, los trabajadores pueden reconquistar su fuerza sólo organizándose en defensa exclusiva de sus propios intereses y también impidiendo las acciones de equirolaje con las cuales la empresa y los sindicalistas vendidos al patrón intentan romper la huelga. ¡Los servicios mínimos son ellos mismos un esquirolaje preventivo e impuesto por los acuerdos de la burguesía con los sindicatos colaboracionistas! Los piquetes de huelga y cualquier otra acción que los trabajadores en lucha se encuentran en condiciones de realizar para enfrentarse a la presión, al chantaje y el esquirolaje con el cual la empresa intenta destruir la lucha proletaria,  no son otra cosa que los medios de lucha con los cuales los huelguistas responden al ataque concéntrico de la burguesía, de las fuerzas oportunistas, del Estado, de los medios de comunicación y de los propagandistas de la paz social. Son medios de lucha con los cuales los proletarios en lucha no sólo se defienden de los ataques de la burguesía, sino que, al mismo tiempo, utilizan para llamar a la solidaridad a sus hermanos de clase de otros sectores y empresas, demostrando que no aceptan pasivamente los dictados capitalistas.

Los sabotajes contra los contenedores de basura, los vehículos y otras propiedades de la empresa han procurado cierta solidaridad en otros estratos de la clase trabajadora (al margen del discurso televisivo acerca de lo sucia que está la ciudad y el daño que hace esto al comercio y al turismo), solidaridad con la cual otros proletarios muestran que comparten l ruptura de la paz social y de los pactos sindicales que estrangulan la lucha proletaria contra el enfrentamiento que quiere imponer el Ayuntamiento y la patronal entre trabajadores y vecinos.

Los servicios mínimos anulan las huelgas. Atacándolos, los trabajadores de la limpieza, intentando reforzar su lucha, se enfrentan directamente a las empresas y a la ley que está diseñada para defender sus intereses, representando de esta manera un ejemplo también para los otros proletarios.

Para luchar, para defender sus intereses de clase, los proletarios no cuentan con más fuerza que la que les proporciona su número y su organización. La huelga es la vía para ejercer esta fuerza directamente sobre el terreno del enfrentamiento inmediato con sus enemigos de clase. Pero la huelga es un arte. La legislación, el sistema judicial o la policía combaten abiertamente cualquier expresión de fuerza proletaria a través de la huelga permitiéndola sólo dentro de unos márgenes irrisorios (servicios mínimos, preaviso de varias semanas para que las empresas puedan prepararse, ilegalización de las huelgas en solidaridad con otros trabajadores…) Los proletarios, para luchar, deben vencer también esta presión que la burguesía ejerce y ello pasa por romper los límites en los cuales encuadra las huelgas. Los piquetes, los sabotajes, la defensa de las manifestaciones frente a la policía, son medios de lucha que el proletariado utiliza para reconquistar su fuerza real. Una fuerza que podrá ser efectivamente conquistada cuando las amplias masas proletarias tiendan a reorganizarse en asociaciones económicas de clase superando la competencia entre proletarios alimentada deliberadamente por la burguesía y las fuerzas del oportunismo para destruir preventivamente la fuerza de clase proletaria.

 

La burguesía ejerce una violencia cotidiana contra la clase trabajadora: despidos, desempleo, miseria, salarios de hambre… y reprime a quienes se organizan para resistir a esta violencia; y, en ayuda de la burguesía, las otras fuerzas de  conservación social, comenzando por los sindicatos colaboracionistas y de los partidos falsamente obreros, se activan para embridar a la clase proletaria con las prácticas impotentes del sectorialismo, la meritocracia, la paz social, el legalismo, el democratismo, la colaboración con los patrones y con el Estado,  que introducen en toda acción de huelga.

Pero para los proletarios luchar es imprescindible y ejercer la defensa de clase organizada (como lo son los piquetes, etc.) contra sus enemigos es la única opción para que las huelgas tengan la posibilidad de lograr sus objetivos, entre los cuales no deberá faltar nunca la lucha contra la competencia entre proletarios. Sólo así los proletarios podrán resistir a la guerra que la burguesía les hace a diario y pondrán las bases para una efectiva reorganización clasista en defensa exclusiva de sus intereses inmediatos y futuros.

 

 

Partido Comunista Internacional

8 de noviembre de 2013

www.pcint.org

 

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