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Bélgica:

¡Contra las ilusiones del Estado burgués, por la lucha proletaria!

 

 

El miércoles 20 de mayo, en Mons, varios activistas del comité de “extrema izquierda”, “Ruptura y renovación”, habían emprendido una acción centrada en la distribución gratuita de máscaras con panfletos y banderas, pero antes de que pudieran comenzar ya habían sido arrestados por la fuerza policial presente (6 furgonetas) con un perro policía. Las condiciones de los arrestos fueron clásicas: calabozo, palpaciones al desnudo, etc. La madre de uno de los manifestantes que protestaba fue arrestada también. Los activistas fueron multados con 250 euros por reunión ilegal.

Este episodio provocó el lloriqueo de los demócratas miembros del comité que denunciaron un “abuso de poder” por parte de la policía, que esta movilización policial fue “desproporcionada” y que, a pesar de no “negar el trabajo de la policía”, se preguntaban si sería “útil y productivo usar tal violencia” (1).

Pero, ¿no es la violencia primera, la que consiste en confinar a la fuerza a millones de personas, prohibir las reuniones y restringir los viajes tanto como sea posible (incluido el cierre de las fronteras)? Es imposible hacer cumplir este arresto domiciliario de facto sin el “trabajo” de la policía, sin las multas que distribuyen, sin los inevitables “errores” que cometen y que en realidad son crímenes; en resumen, sin la intimidación ni la amenaza que pesan permanentemente sobre los proletarios y los habitantes de los distritos populares. La represión de la operación inofensiva de "Ruptura y Renovación" en Mons es parte de esta intimidación dirigida a todos aquellos que estarían tentados a socavar en lo más mínimo las órdenes del poder burgués. Lo mismo ocurrió, el 25 de abril, en Bruselas, con la dispersión por parte de la policía de una manifestación de varias docenas de inmigrantes indocumentados exigiendo su regularización.

Bajo el capitalismo, la dominación burguesa está necesariamente acompañada por la violencia, ya sea que se exprese en forma de “despotismo de fábrica” en la empresa y de despotismo social en la vida cotidiana, o de la violencia abierta de represión policial y militar durante grandes enfrentamientos de clase. Toda propaganda democrática y pacífica solo sirve para enmascarar esta realidad y evitar que los proletarios se den cuenta y lleguen a la conclusión de que será esencial responder a la fuerza con la fuerza y a la violencia con la violencia.

En casi todos los países, la clase dominante ha utilizado a fondo el pretexto de la lucha contra la pandemia para quebrar las luchas de las masas oprimidas y explotadas y fortalecer su dominio. Indudablemente ha tenido éxito; pero este éxito es sólo temporal. Ya en algunos países latinoamericanos, como Chile, Venezuela o Colombia, las masas explotadas impulsadas por el hambre y la miseria han desafiado el confinamiento, mientras que en otros lugares como en el Líbano, el levantamiento del mismo ha producido el regreso de las protestas proletarias.

Si la situación no es tan tensa en Bélgica (o en los otros opulentos Estados de Europa occidental), la ira comienza a aumentar como es el caso en el sector de la salud y en los supermercados. Esto también se evidencia por la huelga “salvaje” lanzada  el 11 de mayo en STIB (red de autobuses / tranvías de la aglomeración de Bruselas).

Para defenderse de los capitalistas y su Estado, los proletarios no pueden contar con el Estado que, con sus leyes, sus jueces y su policía, está al servicio de sus enemigos de clase; pero tampoco pueden contar con las grandes organizaciones sindicales colaboracionistas. La dirección del sindicato dejó solos a los huelguistas de STIB; como buenos “interlocutores sociales” guardaron silencio sobre las medidas “momentáneas de Covid” que aumentan la explotación capitalista: aumento en el número de horas extras legales hasta 220 horas para los sectores críticos, sin descanso adicional o compensación financiera, autorización para usar refugiados registrados si los patronos les proporcionan “un lugar de recepción” (sin especificar la calidad del alojamiento); los empresarios también podrán firmar CDD (contratos a duración determinada) oficialmente hasta junio, la posibilidad de que los patrones despidan al personal, los reemplacen por estudiantes, etc.

El final de la “emergencia sanitaria” será la continuación y acentuación de la “emergencia económica” en cuyo nombre los proletarios serán llamados a sacrificarse por la salvaguardia de la economía capitalista.

Los primeros despidos anunciados en el sector aéreo sin duda serán seguidos por muchos otros: el gobierno que se está preparando para esto ya ha suspendido los períodos de notificación de los despidos. Sin duda, también apelará al espíritu de “responsabilidad” de las direcciones sindicales para desviar o esterilizar la cólera obrera. Si lo dudan, los proletarios están advertidos: en el período que se abre tendrán que luchar para defender sus condiciones de vida y de trabajo; y solo pueden hacerlo tomando sus luchas en mano y guiándolas con métodos y orientaciones clasistas, por la defensa exclusiva de sus intereses.

 


 

(1) https://www.laprovince.be/565595/article/2020-05-22/arrestation-polemique-mons-mere-et-fils-temoignent-tous-les-2

 

 

Partido Comunista Internacional (El Proletario)

28 de mayo de 2020

www.pcint.org

 

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