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Francia

La defensa de los intereses proletarios requiere una lucha real, no "días de acción" ineficaces

 

 

El gobierno, como encargado de los asuntos de la clase burguesa, continúa evidentemente su política antiobrera y antisocial. Acaba de poner en marcha su "reforma" del seguro de desempleo, que pretende ahorrar dinero reduciendo las prestaciones concedidas a los parados, con la nauseabunda justificación de animarles a volver a trabajar, ¡como si fueran responsables del desempleo! - y se prepara para volver a poner sobre la mesa su "reforma" de las pensiones en cualquier momento.

Su autoritarismo, cada vez mayor, se manifiesta en la imposición del "pase sanitario" y la amenaza de despido que conlleva. Los sucesivos gobiernos al frente del Estado tienen una responsabilidad abrumadora en las consecuencias mortales de la actual pandemia: tanto la derecha como la izquierda han trabajado para reducir la capacidad de los hospitales como parte de las reducciones del gasto social para mantener la tasa media de beneficios de la economía capitalista. En Francia, como en todos los países capitalistas más ricos, se había elaborado planes para hacer frente a una pandemia que los científicos consideraban probable; al menos habrían permitido limitar el presupuesto de Covid-19, pero estos planes tuvieron un coste y no se aplicaron en ninguna parte. Para los capitalistas, en Francia como en todas partes, es necesario reducir los gastos "improductivos", no aumentarlos: ¡la regla de oro de la sociedad burguesa es que los beneficios siempre están por encima de la salud y las necesidades vitales de los trabajadores!

Después de aprobar leyes que endurecen aún más las medidas contra los inmigrantes y los refugiados y de aumentar la presión contra las poblaciones árabes y musulmanas, el gobierno ha vuelto a alimentar la xenofobia ambiental alegando que teme una oleada de refugiados afganos, ¡mientras derrama lágrimas de cocodrilo sobre el destino de las mujeres afganas! Estas medidas tienen una función directamente antiproletaria: la división alimentada entre los trabajadores franceses y los inmigrantes sirve para debilitar a la clase obrera frente a la patronal y el Estado burgués.

Habiendo enfrentado grandes movimientos de lucha y temiendo otros nuevos mientras no cesen los ataques antiproletarios, el gobierno ha utilizado la pandemia para aumentar desproporcionadamente el control social, imponiendo encierros, toques de queda y manteniendo el pase sanitario que culpa de la propagación de la epidemia a los no vacunados. Pero los verdaderos culpables son los dirigentes burgueses, ellos son los que deberían ser despedidos sin sueldo, ¡y con ellos todo su sistema económico y social!

A esta política gubernamental hay que añadir el deterioro general de las condiciones de vida y de trabajo del proletariado y de las masas provocado por la crisis económica y la respuesta a la pandemia, y no sólo para los trabajadores más precarios que han sido duramente golpeados. Los salarios se estancan (congelación del punto de indexación en la administración pública, revalorización miserable del salario mínimo, etc.), mientras que la inflación se reanuda, sobre todo con las fuertes subidas de los precios de la energía. Los despidos por quiebras son cada vez más amenazantes, ya que el gobierno ha decidido poner fin a las ayudas generosamente distribuidas a las empresas, etc. Los trabajadores tienen que defenderse. Pero para defenderse de los capitalistas y de su Estado, no pueden apoyarse en las organizaciones que componen la intersindical: éstas han demostrado una vez más su apego a la colaboración interclasista durante las últimas luchas y las han hecho fracasar. En un comunicado de principios de septiembre, tras el carnaval de la "consulta" con Castex, la CGT escribió que la jornada del 5/10 sería "un punto de apoyo para preparar las próximas negociaciones (...) y desplazar la relación de fuerzas a favor de un reparto diferente de la riqueza creada". ¡Es difícil decir con más claridad que este día de acción fue diseñado para ser cualquier cosa menos el comienzo de una verdadera lucha!

Sin embargo, los proletarios no pueden resistir los ataques de la burguesía, y mucho menos cambiar la relación de fuerzas, si no es mediante la lucha abierta. Los aparatos sindicales, que sólo conciben la movilización obrera desde la perspectiva de las negociaciones entre "interlocutores sociales", se oponen a cualquier lucha real porque están inextricablemente ligados a la colaboración de clase con los capitalistas; pero estos últimos no son los socios de los proletarios, son sus enemigos de clase, que libran constantemente una guerra social contra ellos. Los proletarios han demostrado su capacidad de lucha, tienen la posibilidad de responder victoriosamente a los ataques burgueses con una verdadera lucha de clases, uniendo a los trabajadores de todos los gremios.

La condición es romper con las orientaciones paralizantes y el verdadero sabotaje de los sindicatos y las organizaciones colaboracionistas, para volver a las orientaciones de clase: ¡salario contra beneficio, proletariado contra burguesía!

 

¡Romper con las orientaciones y prácticas de colaboración de clases de la dirección del sindicato y sus secuaces!

¡Unión de todos los proletarios, públicos y privados, empleados o desempleados, franceses o inmigrantes, con o sin papeles, contra los ataques capitalistas!

¡No las medidas represivas y de control social!

¡Lucha de clases abierta contra los capitalistas y su Estado, adoptando métodos y medios de lucha y organización clasistas!

 

 

Partido Comunista Internacional (El Proletario)

4 de octubre de 2021

www.pcint.org

 

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