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Túnez 15 años después
"REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA" Y DICTADURA BURGUESA
Túnez se presentó como un ejemplo del triunfo de la "revolución democrática" durante la llamada "Primavera Árabe", que comenzó en ese país a finales de 2010. La auto inmolación de un vendedor ambulante, Mohamed Bouazizi, en protesta por el acoso que sufría por parte de las autoridades, desencadenó protestas que se convirtieron en una bola de nieve y culminaron en la caída del autócrata, Ben Ali.
Pero la población trabajadora tunecina pronto se desilusionó. Si bien el exdictador, Bel Ali, y su clan fueron efectivamente "destituidos" y se adoptó una constitución democrática, la economía del país permaneció controlada por unos pocos grandes grupos familiares que formaron alianzas con los nuevos partidos gobernantes, lo que dio pie a hablar de capitalismo "islamomafioso". Sin embargo, la crisis social causada por el agravamiento de las desigualdades, el desempleo y la pobreza, alimentados por las persistentes dificultades económicas, se contuvo durante estos años mediante una combinación de represión policial y el nuevo juego democrático: nueve gobiernos se sucedieron hasta las elecciones presidenciales de 2019. La desilusión con los partidos gobernantes, en particular con el partido islamista Ennahda, el principal partido desde la caída de Ben Ali, fue la causa de la inesperada y contundente victoria en estas elecciones de un candidato que se proclamaba campeón de la lucha contra la corrupción, el jurista Kaïs Saïed. En nombre del imperativo de poner fin a las disputas entre los partidos y garantizar la estabilidad política y social, las nuevas autoridades adoptaron gradualmente un giro autoritario; esto desembocó en un golpe constitucional en julio de 2021: ante un parlamento en manos de la oposición, con un fuerte apoyo popular (miles de sus partidarios se manifestaron a favor de un cambio de régimen) y del ejército, Saïed asumió plenos poderes, destituyó al gobierno, suspendió el parlamento, comenzó a redactar una nueva constitución presidencial, etc. La nueva constitución se adoptó en 2022 con una votación al estilo de Ben Ali (más del 94% a favor), y Saïed fue reelegido presidente con más del 90% de los votos en 2024. Pero las propias cifras oficiales indican que la farsa electoral no está funcionando: hubo más de 70% de abstención...
A partir del golpe, se ha desatado la represión contra la oposición, y el número de presos políticos, a veces encarcelados sin juicio o condenados con falsos pretextos, ha seguido aumentando. Recientemente se han condenado a decenas de años de prisión a líderes de la oposición acusados de "atentar contra la seguridad del Estado" o "terrorismo" (1).
También se ha condenado a figuras de la intelectualidad o de la llamada "sociedad civil" democrática, con el evidente objetivo de someter a la pequeña burguesía intelectual. Las potencias imperialistas europeas, principales socios económicos de Túnez, aprueban en la práctica las políticas autoritarias del régimen, que garantizan una "estabilidad" favorable a los negocios.
Al no abordar la estructura económica y social del país, una "revolución democrática" no es más que una renovación de la dominación burguesa; y cuando se trata de un país pobre que enfrenta múltiples dificultades, esta dominación inevitablemente asume un marcado carácter dictatorial.
UNA POLÍTICA ANTI INMIGRANTE FINANCIADA POR LA UNIÓN EUROPEA
El carácter anti proletario del régimen de Saïed quedó claramente evidenciado cuando, en febrero de 2023, el presidente adoptó la retórica racista de la extrema derecha francesa sobre un "gran reemplazo": denunció un "complot" destinado a alterar la composición étnica del país mediante "hordas de inmigrantes", "generador de violencia, crímenes y actos inaceptables". En Francia, los árabes son el blanco; en Túnez, los africanos negros. En ambos casos, el objetivo es designar chivos expiatorios como responsables de las dificultades sociales de la población y dividir las filas proletarias. Las declaraciones presidenciales fueron seguidas inmediatamente por expulsiones de inmigrantes y ataques racistas. Tras los enfrentamientos en Sfax en julio de 2023, que dieron lugar a una persecución de inmigrantes, cientos de ellos fueron abandonados en el desierto cerca de la frontera con Libia, una práctica que desde entonces se ha vuelto común y ha causado la muerte de decenas de personas.
El 6 de mayo de 2024, Kaïs Saïed acusó a quienes ayudaban a los inmigrantes de ser "traidores y agentes extranjeros", lo que provocó la detención de activistas y la suspensión de las actividades de las asociaciones de apoyo a los inmigrantes. Organizaciones humanitarias han documentado los malos tratos, las agresiones sexuales y las violaciones que sufren regularmente los migrantes (2), incluida su venta a organizaciones libias (3)...
Un convenio firmado en 2023 se presentó como un "acuerdo estratégico" de cooperación entre la Unión Europea y Túnez; en realidad, solo se ha materializado en el tema de los inmigrantes, el "apoyo económico" previsto depende de un acuerdo con el FMI, que el gobierno tunecino ha rechazado hasta ahora. La Unión Europea financia operaciones policiales en el mar y deportaciones de inmigrantes, aprobando así los métodos de Túnez. Por lo tanto, Túnez ha sido declarado "país seguro", es decir, un país en el cual se puede expulsar a inmigrantes y solicitantes de asilo.
REPRESIÓN ANTI PROLETARIA
La represión no perdona a los proletarios que se declaran en huelga, tal como sucedió con los trabajadores de una fábrica de calzado en Metbassa: 24 fueron despedidos y condenados en noviembre de 2024 a penas de prisión condicional, tras una huelga de varios cientos de trabajadores. Pero este clima represivo no es suficiente para mantener el orden capitalista en una situación de crisis económica y social cada vez más grave. Las estadísticas registraron 1132 acciones de protesta (y 33 suicidios) en el primer trimestre de 2025, en comparación con los 474 del año anterior (4).
A finales de julio, los empleados del transporte público realizaron una huelga de tres días, muy concurrida, tras el fracaso de las negociaciones de la UGTT con el ministerio sobre salarios y condiciones laborales. Tras esta huelga, el Ministerio de Asuntos Sociales canceló las reuniones de conciliación en los sectores del transporte y la agricultura, previstas para el 4 y el 5 de agosto. El 7 de agosto, varias decenas de simpatizantes del gobierno se congregaron frente a la sede de la UGTT para exigir la disolución del sindicato y la detención de sus dirigentes, a quienes acusaron de corrupción. Al día siguiente, el presidente Saïed afirmó que estos debían rendir cuentas. La UGTT respondió organizando una marcha de protesta el 21 de agosto contra el ataque sufrido, que reunió a casi 3000 personas. En su discurso, Noureddine Taboubi, secretario general del sindicato, advirtió que se avecinaba una explosión social y que era necesario reanudar las negociaciones salariales de la función pública, interrumpidas en mayo.
Es evidente que las autoridades no pretenden satisfacer a los trabajadores; por lo tanto, presionan al sindicato para que frene las luchas obreras. La UGTT no es un sindicato clasista: ha recibido el premio Nobel de la Paz en 2015 junto con la organización patronal UTICA, la Liga de defensa de los derechos humanos (LTDH) y la Orden de Abogados por su contribución al «desarrollo pacífico y democrático» y al establecimiento de un «régimen constitucional» en Tunez; apoyó el golpe de Estado de Kaïs Saïed en 2021 contra este régimen; y, tras las amenazas presidenciales, canceló la huelga prevista en el sector aéreo. Sin embargo, el creciente descontento entre los trabajadores la ha obligado a endurecer su postura para mantener su influencia, lo que está generando tensiones internas con la facción más colaboracionista.
Para lograr sus apremiantes reivindicaciones en la actual situación de crisis, los proletarios no pueden confiar en los líderes de la UGTT, que se someterán al poder como siempre lo han hecho. Lamentablemente, no podrán contar con la solidaridad de los proletarios de los países imperialistas, aún paralizados y engañados por el colaboracionismo político y sindical, como lo demuestra la “solidaridad” de la Intersindical francesa: un comunicado simple y lamentable que llama al “gobierno francés, y más ampliamente a los responsables europeos, a condenar los excesos autocráticos del régimen de Kaïs Saïed y a denunciar el memorando UE-Túnez” (5): como si estos “responsables” (¿?) no fueran cómplices directos de las fechorías del régimen...
En esta lucha de resistencia elemental, solo podrán contar con su propia fuerza de clase. Pero mañana, cuando renazca la lucha internacional del proletariado, cuando ya no se trate simplemente de resistir la explotación y "mejorar" el capitalismo mediante "revoluciones democráticas", sino de derrocar todos los poderes burgueses y establecer en su lugar el poder dictatorial del proletariado, esencial para acabar con el sistema capitalista y abrir campo a la sociedad comunista, la solidaridad y la unión combativa de los proletarios de todos los países volverán a ser posible y necesaria.
(1) Entre los condenados a penas de entre 4 y 66 años de prisión, el tribunal incluyó al escritor francés proisraelí Bernard-Henri Lévy (condenado a 33 años de prisión en ausencia), sin que se conocieran los motivos.
(2) https://www.borderforensics.org/fr/actualites/statetrafficingreport/
(3) https://www.theguardian.com/global-development/2024/sep/19/italy-migrant-reduction-investigation-rape-killing-tunisia-eu-money-keir-starmer-security-forces-smugglerstrimestre-2025/
(4) https://www.agenzianova.com/news/tunisia-1132-azioni-di-protesta-e-33-suicidi-nel-primo-(5) (5) Comunicado de prensa del 21/8/2025 firmado por la CGT, la CFDT, la UNSA, la FSU y Solidarios.
10 de septiembre de 2025
Partido Comunista Internacional
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